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viernes, 28 de junio de 2013cermi.es semanal Nº 85

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Opinión

Activismo Digital: la voz de la comunidad a un solo “clic”

Por Jesús González Amago, Social Media Manager de Grupo Fundosa

25/06/2013

Para entender un poco esta nueva realidad, rescato la definición que Xabier Barandiaran realiza como introducción a su estudio: “Activismo Digital y telemático. Poder y contrapoder e en el ciberespacio” del año 2003.

La construcción tecnológica y la introducción en el imaginario colectivo del ciberespacio (...) abre nuevos horizontes políticos a través del establecimiento de nuevas relaciones de poder en la esfera tecnológica y comunicativa. En este contexto el activismo digital y telemático ofrece una serie de herramientas, de espacios, de canales y experimentos en los que recobrar la subjetividad política a través de la creación e inteligencia colectiva y la redefinición constante de los códigos y prácticas discursivas, comunicativas y tecnológicas que definen nuestra realidad social.

Desde que Internet ha dejado de ser una red unidireccional, y tras la eclosión de las redes sociales y los entornos 2.0, estamos viendo cómo caen gobiernos, se derogan decretos, se establecen plataformas que influyen en las decisiones de los gobernantes e, incluso y a veces sorprendentemente, se vilipendian y defenestran políticos. El ciudadano ya no sólo recibe información, también la comparte, opina y gestiona sus propios contenidos, lo que implica que puede influenciar positivamente en los demás. Ahora los términos “política 2.0”, “democracia electrónica”, “política virtual” o “ciberdemocracia” configuran la marca que determina el poder cosmopolita del votante, del usuario o del elector frente a los sujetos pasivos de los gobernantes. Y ese abismo que se genera entre política y sociedad debe ir menguando, en lugar de convertirse en agujero negro, y que el servicio y vocación hacia lo público, que juran sus señorías y prometen nuestros políticos, se convierta en marca de referencia para los gobernantes de nuestra comunidad.

Quizás no haya que activar demasiado la memoria para recordar cómo la primavera árabe o el 15M han sido fruto de la revolución 2.0. Cómo el mensaje, la denuncia, la revolución ante las estructuras de poder se han posicionado con fuerza removiendo y alterando estructuras de mando antes inimaginables al desaliento de su autoridad.

Y en este ecosistema en el que se mezclan movilización, redes sociales, activismo, comunidades y contenido, el “activista social” es la persona que pretende influenciar a las masas con la intención de efectuar cambios de índole social. Cualquiera de nosotros puede ser un activista digital.  ¿Qué herramientas necesita? Una conexión a internet y un dispositivo (sea smartphone, tablet o PC), y trabajar una comunidad sólida, fiel y cohesionada. La voz somos todos y el poder de la influencia está a tan solo un clic.

La gran ventaja de esta nueva forma de expresar de manera clara y particular la opinión de las cosas (que hasta ahora se aparcaba hasta el momento de ejercer el derecho al voto en las elecciones) configura un nuevo poder que desplaza a los medios de comunicación social tradicionales, convirtiéndolos en cronistas y espectadores de la voluntad popular a través de las redes sociales.

Las plataformas de activismo social no dejan de emerger, como contenedores de opinión e influencia, pero también como espacios en los que, la reputación, configuran su estrategia comercial. Change, Avaaz o Formaparte son espacios abiertos a la cocreacion de soluciones emergentes, reales, cercanas, a la situación actual. Lugares virtuales pero que se centran en lo humano. Espacios digitales que miran hacia las personas y sus injusticias frente a los poderes fácticos que se alejan de esa realidad sumergidos en sus cuitas y vericuetos para no perder un poder que (olvidan) se lo han dado las personas.

¿Qué papel está jugando la discapacidad en este activismo político? Activo y participativo. Tan solo tenemos que recurrir a los datos, que sorprendieron hasta a la organización, de la pasada movilización #SOSdiscapacidad. Y en gran parte fue gracias a las redes sociales que fueron un canal imprescindible para el éxito de la movilización.

El colectivo de la discapacidad, a pesar de las importantes barreras que la falta de accesibilidad manifiesta en aplicaciones sociales nativas, ha encontrado un espacio cómodo, seguro, inmediato y flexible en el que manifestar su inconformidad a esa realidad de pertenencia como ciudadanos de segunda, ante una sociedad, civil y política, que miraba desde la conmiseración y la beneficencia, a una realidad de la calle, en la que ahora "the word of mouth" pasa por encima de bordillos, escaleras, bolardos y cualquier otra barrera que impida la comunicación.

Si bien la perfección es difícil de alcanzar, el movimiento asociativo que representa la discapacidad aun debe posicionarse mas en la realidad 2.0 y crear y configurar de manera conjunta y colaborativa plataformas de opinión y denuncia social que evolucionen más allá del caso especifico (personalizado y personalizable) de exclusión social.  Plataformas sólidas, activas y generalistas que aglutinen todo el ecosistema de situaciones de exclusión social: accesibilidad, violencia de género, empleo, formación, discriminación laboral, inmigración, desahucio o sanitario, pero también que faciliten la interactuación multisolución ante las mismas: desde la firma solidaria por una causa, al crowdsourcing o al crowdfunding.

Estas plataformas deben gestionarse por profesionales de la realidad 2.0, más allá del nativo digital que ejerce su trabajo o voluntariado en asociaciones y agrupaciones, y que distribuya por todos los canales existentes la viralidad tan potente que los millones de personas con discapacidad y sus familias ya hemos demostrado. Una profesionalidad y dedicación que se manifieste en un trabajo continuo y muy especializado, amplificando la acción con la eficacia que requiera. Todos podemos... pero solo los profesionales de las redes sociales y entornos multimedia sabrán aunar estrategia, tecnología y marketing, siempre bajo la atenta mirada y experiencia de un grupo de profesionales del sector de la discapacidad que les guíe en la particularidad de nuestro colectivo.

¿Y por qué insisto tanto en la "profesionalización" de esta gestión? Por que si hay una máxima en el entorno 2.0 es la constancia, (como recalco siempre que imparto formación sobre redes sociales). Los perfiles y plataformas sociales son como jardines que, a diario, necesitan estar cuidados y sembrar actividad, contenido, para que no pierdan su actividad e influencia. Son numerosos los ejemplos de comenzar una actividad en el ámbito de la Web 2.0 que, se abandonan dejando a la comunidad sin continente ni contenido que compartir.

Ya no es cuestión de "si se puede"... No. "Se debe" articular un movimiento más coordinado y cohesionado que reinvente el activismo digital de la discapacidad y re-evolucione la realidad que nos está tocando vivir.

Ahora tenemos la posibilidad de estar todos hiperconectados y "always on". No hay razón, pues, para aprovechar este presente y diseñar un futuro mejor para tod@s.

Jesús González Amago:  JgAmago
Social Media Manager de Grupo Fundosa

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