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viernes, 21 de marzo de 2014cermi.es semanal Nº 116

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Activistas

Teresa Palahí, Vicepresidenta de la ONCE, presidenta del Observatorio de Igualdad de Oportunidades de la ONCE y su fundación

La ONCE me ha permitido trabajar por las personas

13/03/2014

Blanca Abella - Imágenes: Javier Regueros

Teresa Palahí se declara curiosa y amante de la gente. Asegura que le gusta mucho cacharrear con las nuevas tecnologías, que le han cambiado la vida, y agradecerá eternamente a la ONCE la oportunidad que le ha dado de trabajar para las personas. Sus comienzos están ligados a una madre tolerante y adelantada a su tiempo, que enviuda pronto y trabaja cosiendo en casa. El diagnóstico de su discapacidad visual llega algo tarde y durante años Teresa tuvo que recurrir a su imaginación, voluntad, amigos, familia, compañeros...

Teresa Palahí, Vicepresidenta de la ONCE, presidenta del Observatorio de Igualdad de Oportunidades de la ONCE y su fundaciónCuando Teresa se levantaba con demasiada frecuencia para ver de cerca lo que la profesora escribía en la pizarra tenía 9 años. Intentaba sentarse en primera fila para leer bien, pero a menudo tenía que acercarse demasiado, lo que hizo sospechar finalmente a su profesora.
 
Su madre decidió llevarla al oftalmólogo, pero no encontraron nada alarmante, incluso apuntaron la idea de que Teresa fuera algo caprichosa y quisiera lucir unas bonitas gafas, “seguro que alguna compañera las lleva y ella también quiere”, pensaban algunos mayores.
 
Así pues, Teresa se armó de valor y de paciencia y afrontó su vida rodeada de cierta incomprensión, pero dispuesta a superar las dificultades. En el cole se mantenía siempre cerca de esa gran pizarra, pero en el instituto no le pusieron las cosas tan fáciles y tuvo que hacer uso de una lupa y de la ayuda de buenos compañeros: “los apuntes de la pizarra me los dictaba una compañera mientras ella tomaba notas y me defendía con la ayuda de los demás, unos profesores me entendían y otro pensaban que era cuento; por eso valoro tanto el apoyo que da la ONCE en educación, a mí me habría venido fenomenal”, explica.
 
Teresa visitaba cada año al mismo oftalmólogo sin lograr un diagnóstico. A los 17 años acudió a otro especialista que dio por fin con su problema, tenía degeneración macular stargardt, lo que se conoce como la forma juvenil de la degeneración macular. Sin embargo nadie le habló entonces de la ONCE y siguió su vida con los mismos recursos que hasta entonces, es decir, su propio empuje y disposición y la ayuda de familia y compañeros.
 

Del taburete al trabajo

 
En 1985 dejó de estudiar, “porque estaba un poco quemada” y le ofrecieron trabajar de cocinera en el restaurante de un conocido en Girona. “Siempre me ha gustado cocinar, desde muy pequeña, cuando no llegaba a los fogones y me subía a un taburete”, recuerda. 
 
La aventura fue breve, porque sus inquietudes por saber y aprender hicieron que buscara de nuevo el camino de la escuela. Alguien le había hablado de la ONCE, aunque ella creía que era solo para ciegos, y ese no era su caso. “En 1987 me acerqué a la ONCE y en cuanto me vieron el fondo del ojo me dijeron que podía afiliarme, así que me vine a Madrid, a estudiar informática de gestión en el Antonio Vicente Mosquete”. 
 
Y cambió su vida, ya para siempre. “Cuando vi todo lo que me ofrecía la ONCE fue un regalo divino, se me abrieron todas esas puertas que hasta entonces tuve que ir abriendo con mucha dificultad. Coincidí con compañeros y compañeras magníficas y vi que mi problema era uno más”.
 
Y retomó los estudios que tanto le había costado abandonar, hasta que en 1988 le ofrecieron el puesto de Jefa de Ventas de la Agencia Administrativa de Elche. Teresa tenía cierta morriña, pero estaba cerca de su tierra y el trabajo que asumía era muy importante. La de Elche era una de las agencias más importantes, con 160 vendedores y vendedoras del cupón.
 
Teresa Palahí, Vicepresidenta de la ONCE, presidenta del Observatorio de Igualdad de Oportunidades de la ONCE y su fundaciónA partir de entonces los cambios se suceden en la vida de Teresa, cada nueva oferta de trabajo de la ONCE le lleva a un nuevo destino y a responsabilidades cada vez mayores. Con 26 años llega a Alicante para hacerse cargo de un puesto directivo, sería la primera mujer en alcanzar una dirección administrativa al ser nombrada Directora administrativa de Alicante. Además, era la persona más joven entre todos los directores de la ONCE en nuestro país. “Conservo un recuerdo muy especial de mi nombramiento, el hecho de que se confiara en mí para asumir un cargo de tanta responsabilidad como era la dirección administrativa de Alicante era muy importante. Yo era muy joven, tenía 26 años, y eso no era habitual aún en la ONCE. Fue una oportunidad de la que estoy ‘superagradecida’. Fue un salto, un antes y un después profesionalmente”.
 
Después volvió a Tarragona, más tarde estuvo un par de años en Madrid, y luego pasó 16 meses en Baleares. Las Islas y sus gentes fueron un descubrimiento para Teresa, recuerda ese tiempo con una amplia sonrisa y mucho cariño, “fue una maravilla”, asegura.
 
En el año 2000 le ofrecieron regresar a su tierra, como Delegada territorial de Cataluña, y allí trabajó durante 11 largos años esta vez, hasta que regresa a Madrid, en 2011, como vicepresidenta segunda del consejo general en las materias de Servicios Sociales, Igualdad, Empleo y Nuevas Tecnologías.
 

Las personas 

 
Teresa asegura que Madrid le sienta bien, “es la tercera vez que vengo y nunca me ha costado adaptarme a Madrid. Me he sentido muy bien desde el principio, muy bien acogida; será porque la gente de Madrid es de fuera, en su mayor parte”. La primera vez que vino a Madrid era muy joven y pensó “madre mía, a 700 kilómetros de casa y con el catalán como lengua materna... pero la verdad es que me sentí como pez en el agua, me lo pusieron muy fácil los compañeros y amigos y me sentí siempre muy bien, y las demás veces que he venido también”. 
 
Los madrileños pasan por ser buenos anfitriones, pero Teresa también es una mujer valiente: “mi padre falleció cuando yo tenía 8 años y mi madre era modista, cosía en casa y tuvo que trabajar mucho para sacarnos adelante a mis hermanos y a mí, pero es una mujer muy tolerante y abierta y muy avanzada en su tiempo; yo era reivindicativa y como tenía un hermano mayor, siempre quería lo mismo que él y ella lo reconocía. Mi madre, por las circunstancias, no pudo ser muy protectora conmigo pero tampoco era su manera de ser, y eso me facilitó el moverme y relacionarme mucho con amigos del barrio, siempre estábamos en la calle o en el pabellón deportivo... viví con otros jóvenes, amigos y amigas. Eso me benefició mucho”.
 
Los problemas de visión supo siempre afrontarlos con ese empuje, buenas compañías y recursos variados. Pero el caso es que debió hacerlo muy bien pues cuando se afilió a la ONCE y recurrió al servicio de rehabilitación le dijeron que no lo necesitaba, “me había rehabilitado sola, había aprendido a aprovechar al máximo mi resto visual”, comenta orgullosa.Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI y Teresa Palahí, Vicepresidenta de la ONCE, presidenta del Observatorio de Igualdad de Oportunidades de la ONCE y su fundación
 
Aunque también recuerda pasar momentos difíciles ante la incomprensión de los demás, sobre todo en esa edad tormentosa y atormentada, la adolescencia. “Recuerdo llegar a casa mal, porque la gente no entiende lo que te pasa, te toman por antipática porque no saludas, no saben que tienes esa falta de visión, y cuando ya cumples 14-15 años, y estás más pendiente de chicos y esas cosas... esa época la recuerdo como algo difícil, pero me hizo mucho bien como persona enfrentarme abiertamente y no quedarme encerrada en casa”. 
 
A pesar de todo y por encima de todo, Teresa relata su vida con continuas referencias a las personas, los amigos, los compañeros, la gente. Sus recuerdos de infancia y juventud están rodeados de mujeres, las modistas que cosían con su madre en casa y las mujeres que acudían allí a probarse los modelos confeccionados. En el colegio e instituto tiene muy presente la colaboración, la amistad de algunos compañeros, y la de los amigos del barrio con los que jugaba o paseaba. Y en la ONCE, descubrió de nuevo a personas que merecen la pena. “Me gusta compartir, relacionarme con los demás, ayudar. Creo que las personas somos lo más importante”, afirma convencida.
 
También recuerda con una sonrisa de agradecimiento el apoyo de los compañeros del máster: “Hice el MBA del Instituto de Empresa de Madrid. Fue una experiencia muy importante porque cuando me hicieron la entrevista inicial noté que estaban preocupados con mi discapacidad, por si me permitiría adaptarme bien a los ritmos y exigencias de estos máster. Lo hice, me facilitaban los casos antes de las clases para que la ONCE me lo pudiera grabar, y encontré el apoyo de otros compañeros del máster. Fue una experiencia muy interesante, muy útil y en la práctica me ha servido muchísimo, en el día a día de mi trabajo”.
 

La ONCE es un regalo y las nuevas tecnologías también

 
A día de hoy Teresa trabaja en lo que le gusta, en las personas, a través de los servicios sociales de la ONCE, en las mujeres, presidiendo también el Observatorio de Igualdad de la ONCE y su fundación, en el empleo y en las nuevas tecnologías. No lamenta apenas ningún cambio, a pesar de tantos viajes, ciudades, gentes que ha ido dejando atrás. Para ella, todo suma: “Hubiera seguido en algunos sitios, porque estaba muy bien, pero me ofrecían otros puestos y tengo muy claro que si estás al servicio de la ONCE, y yo lo estoy, tienes que estar a las verdes y a las maduras y cuando te necesitan en un sitio, salvo que consideres que no estás preparada, hay que tener esa buena disposición. Yo no tengo hijos ni una pareja estable y eso me ha permitido moverme con esa libertad porque probablemente si mi vida personal hubiera sido distinta, a lo mejor no hubiera hecho este recorrido, porque es difícil cuando tienes que arrastrar a una familia. La ONCE me dio la oportunidad de ser útil, y a mí me satisface mucho como persona. El balance es ‘superpositivo’, el haber tenido la oportunidad de trabajar por y para la ONCE es un regalo que agradeceré siempre y que me ha dado la oportunidad también de realizarme como persona, de crecer”. 
 
Tras casi una hora de charla solo nos queda echar una mirada atrás y valorar el recorrido y, entre otras cosas, el gran salto que en pocos años han dado las nuevas tecnologías. La vida no es la misma, ni se parece. Para las personas con discapacidad, especialmente con discapacidad visual, las nuevas tecnologías han supuesto un cambio de vida, y para Teresa, mucho más: “A mí la tecnología, sobre todo lo más novedoso, como son las tablet y los smartphone, me han cambiado la vida, me han hecho muchísimo más autónoma a la hora de acceder a la información, a la hora de comunicarme; permiten que las distancias dejen de serlo, para mantener la relación con amistades, amigos, compañeros, para poder realizar un trabajo en las mejores condiciones; en todos los ámbitos de la vida. Hoy coges un teléfono móvil y lo llevas todo ahí, los libros, el correo, la música... es como si llevaras tu casa puesta. A mí me gusta, soy una mujer curiosa, siempre me han gustado las tecnologías, cacharrear. Es una maravilla”.
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