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sábado, 26 de septiembre de 2015cermi.es semanal Nº 182

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Los raros

‘La Asturianita’, la mujer sin brazos que no quiso ser espía

Por Esther Peñas

26/09/2015

Hay vidas que superan con asombro las lindes de lo real. Vidas que parecen pespuntadas por los trazos de un escritor enfebrecido. Vidas que semejan destiladas de un licor intenso, de naturaleza confusa. Como la de Regina García López, más conocida como ‘la Asturianita’. Nació un 10 de agosto, la misma fecha en la que unos cuantos siglos antes Felipe II venció la batalla de san Quintín, en el pueblecito asturiano de Valtravieso, con apenas 25 fuegos y poco más de sesenta habitantes.

Regina García Lòpez "La Asturianita", mostrando sus habilidades con los pies y la boca, c.1920. Enrique Gómez Rodríguez. Colección del Muséu del Pueblu d'Asturies.A los seis años perdió los dos brazos a la altura de los hombros por un accidente en el aserradero de su padre. La dieron por perdida. Ella, a sí misma, en absoluto. Fulgor de prodigio: José García Fernádez, ‘El Pachorro’, un vecino del lugar, la matriculó en el Colegio del Asilo, donde estudiaban los hijos de las mejores familias de Luarca. Eso le propició una exquisita educación. También contrató a un especialista alemán para que le implantara dos brazos artificiales, pero el experimento resultó fallido. Tanto se encariñó con Regina que propuso a sus padres hacerse cargo de ella. No aceptaron el trato. 
 
A los 15 años la echaron del colegio, ya sin su protector cerca. Ella, que había decidido ser maestra (“¿Maestra? ¿Cómo vas a ser maestra si no tienes brazos?” Le decían, como si a ella se le hubiera podido olvidar el detalle. “Duerme, come, reza”, le aconsejaban). Desanimada, sin báculo que diera sustento, hálito, calor, intentó suicidarse desde un acantilado, pero no reunió la decisión suficiente. En el camino de regreso a su casa, se cruzó con unos titiriteros que llevaban monos. Los monos cogían cosas con las patas. Fulgor segundo de prodigio: comenzó a practicar con sus pies. Al principio, garabatos. La dieron por primera vez por loca. Una de tantas. No desistió. Consiguió escribir con rasgos pulcros. 
 
Regina García Lòpez "La Asturianita"Llegó un día en que apenas echó en falta sus manos, sus brazos. Tiraba al blanco con una escopeta de caza. Tocaba el violín, el piano, el acordeón, el xilófono. Los que acudían a escucharla no daban crédito a lo que veían. Buscaban el truco, la magia, la farsa. Regina aprendió a jugar al billar, mecanografiaba cartas, hacía caricaturas, enhebraba agujas para zurcir remiendos, cocinaba... 
 
En 1918, su protector regresó a Luarca y, entusiasmado con los progresos de Regina, la llevó a Gijón, a una feria de Beneficencia que presidía la infanta María Isabel Francisca de Borbón. Causó tal conmoción que la ofrecieron trabajo en numerosos teatros. Teatros. Ella nunca exhibió sus capacidades en circos. Su fama encendía caminos por toda España. Tanto, que hasta la mismísima Raquel Meller la contrató como telonera. Para entonces, ya la llamaron de Turquía, Egipto, Cuba, Puerto Rico, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Venezuela... hasta 42 países visitó desplegando su talento. 
 
Regina García Lòpez "La Asturianita"La recibió el presidente Roosevelt (y su mujer, Eleanor, tan proclive a lo distinto, tan sensible a lo otro, mantuvo una amistad y admiración que se prolongó en el tiempo). Teatros. Nada de circos. Ella no era una atracción de feria. Ella era Regina, ‘la Asturianita, la mujer que no tiene brazos ni los necesita’. Así se anunciaba. En una de sus giras conoció a Juan Dámaso, con el que se casó y tuvo tres hijos, María, Marcelino y Juan, alumbrado en un barco de bandera alemana en aguas de las Azores. 
 
En 1935, después de ahorrar un caudal considerable, se retiró para dedicarse a procurar una buena educación a los niños desfavorecidos de Luarca. Para entonces, hablaba cinco idiomas: portugués, alemán, inglés, italiano y francés. Conducía su propio automóvil. Hablaba de justicia social y de servicio a los que no tienen recursos. Comienzan a encontrar obstáculos, parece ser que incomoda sus ideas sociales, demasiado revolucionarias. Por si fuera poco,  Dios queda al margen de sus propósitos. Es atea.
 
El estallido de la Guerra Civil la sorprende en Madrid, donde el bando republicano requiere de sus servicios. El ministro de la Guerra, Ángel Pedrero. La propone que viaje a Francia para espiar en favor de la república. Ella se niega. La encarcelan. Incomunicada permanece durante once meses. El 1 de abril, es liberada. Pero poco le dura la libertad. Regina García Lòpez "La Asturianita"Al salir del cine, a donde había acudido para festejar que ya no era presa, le dan el alto y la invitan a realizar el saludo fascista. Ella lleva una capa que impide ver su discapacidad. Y resulta procaz su respuesta: “No levanto el brazo ni aunque me lo pida el mismísimo Franco”. Cuando se disponen a llevarla a comisaría, descubren su ausencia física. La dejan marchar.
 
Al poco, un grupo de falangistas se reúne con ella para pedirle lo que otros le habían solicitado, sus servicios como espía. Pero ella también rechaza la propuesta. Vuelve a ser encarcelada; esta vez, por el bando sublevado. Comparte celda con trece compañeras que son fusiladas al alba. La historia las recuerda como ‘Las 13 rosas’. En la cárcel, enseña a leer a algunas compañeras, pero sus fuerzas van menguando. Débil, hambrienta, contrae el tifus, y muere en extrañas circunstancias. Tenía 44 años cuando murió. No tenía brazos. Ni falta que le hicieron. 
 
De Regina resta decir que es un personaje raro. Raro a la manera que explicó Rubén Darío: “El común de los lectores acostumbrados a los azucarados jarabes de los poetitas sentimentales o solamente de gusto austero y que no aprecian sino la leche y el vino vigoroso de los autores clásicos vale más que no acerquen los labios a las ánforas curiosamente arabescas y gemadas de los cantos ya amorosos ya místicos ya desesperados de este poeta ya que en ellos está contenidos un violento licor que quema y disgusta a quien no está hecho a las fuertes drogas de cierta refinada y excepcional literatura modernísima. Se trata, pues, de un raro”.
 
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