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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 18 de enero de 2013cermi.es semanal Nº 63

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Activistas

Jesús Flores, director general de la Fundación Carlos Martín

"O generamos organizaciones fuertes o el mercado nos va a devorar"

17/01/2013

Mario García

Treinta y siete años volcado en las personas con discapacidad, sobre todo intelectual, contemplan a este hombre bonachón, profundo y con muchas horas de vuelo a ras del suelo, codo con codo con poblaciones vulnerables y marginadas.

Jesús Flores (izqda.), junto a Luis Cayo Pérez Bueno (CERMI), Marcos de Castro (CEPES) y el diputado José Ignacio AzpirozCon la crisis rasgando las vestiduras del Estado del Bienestar, apuesta por la unión de las entidades del movimiento asociativo de las personas con discapacidad para salvaguardar sus derechos, con el empleo por bandera.

Jesús Flores, madrileño de pura cepa que en marzo cumplirá 54 años y licenciado en Ciencias de la Educación, en la rama de Pedagogía Terapéutica y especializado en Terapia Psicomotriz, se crió en una familia del distrito de Salamanca que no pasó penurias económicas y con unos padres que le inculcaron dos de sus pasiones: la montaña y el apego a las causas sociales.
 
No en vano, su padre, un hombre hecho a sí mismo que empezó de albañil y acabó como comercial, navegó por la “realidad dura de la vida” al marcarle las penurias de la Guerra Civil y de la posguerra, con el hambre acechando a la familia.
 
Esta sensibilidad hizo que el progenitor de Flores, de tendencia derechista, se responsabilizara de una comisión de servicios sociales en una congregación mariana y lograra fondos que se distribuían a zonas muy deprimidas del sur de Madrid, como El Pozo, Orcasitas y Entrevías.
 
Después de iniciarse en una escuela cerca de casa, los padres de Jesús Flores le llevaron al Colegio Nuestra Señora del Recuerdo, creado por los jesuitas en 1880 y donde estudió hasta concluir COU, a los 17 años, antes de dar el salto a la universidad.
 

16 años, edad clave

 
De niño, Flores jugaba al fútbol, al baloncesto y al voleibol, y dejaba rienda suelta a su afición montañera durante los veranos familiares en Cercedilla. Cuando cumplió 16 años, sin saberlo su vida cambió para siempre. En el colegio había una comunidad cristiana de base muy vinculada a la Teología de la Liberación (Movimiento de Vida Cristiana) que gestionaba el club Avance, que, en última instancia, dependía de la Comisión Episcopal de Enseñanza, esto es, de la máxima jerarquía católica española, y por el que pasaron tres de los cuatro hermanos de Flores, aunque a ninguno le marcaron tanto los temas sociales como a él.
 
Jesús Flores (izqda.), con su primer amigo con discapacidad intelectual, en una foto de 1979Este club potenciaba el ocio y el deporte y, entonces, Flores inició su andadura en actividades sociales como acompañamiento a personas con discapacidad intelectual y sus familias durante los domingos o estancias de una semana en El Pozo del Tío Raimundo, una barriada deprimida de Madrid, guiadas por el padre Llanos para convivir con personas con discapacidad intelectual “en unas condiciones bastante duras”.
 
“Los jesuitas tenían muy articulada la vertiente social de la vida dentro de los procesos formativos. Son una organización un poco dicotómica: muy pegados al poder y a las capas sociales más altas, con más dinero, y muy preocupados por la gente con más problemas, los pobres y los pueblos marginados. Me atraía más la segunda opción, seguramente por la educación que he recibido de mi familia”, explica Flores.
 
Estas raíces cristianas se sellaron en Flores para siempre, aunque la relación con el club Avance concluyó tres años después de manera abrupta, en 1978: “Ellos tenían una manera muy arcaica de relacionarse con las personas con discapacidad y nosotros, no sé si por la juventud, teníamos otra visión de lo que podía ser la sociedad, más abierta e inclusiva. Fue una separación un poco dramática”.
 
Varias familias de personas con discapacidad intelectual se unieron al grupo de Flores y ese cisma provocó el posterior surgimiento de AFADE (Asociación de Familias y Amigos del Deficiente, luego llamada Asociación de Familiares y Amigos de Personas con Discapacidad Intelectual), el germen de una entidad que el propio Flores dirige actualmente, denominada Fundación Carlos Martín, y que atiende a unas 250 personas con discapacidad, la mayoría con discapacidad intelectual, entre un Centro Ocupacional, un Centro Especial de Empleo, un Centro de Día y tres viviendas tuteladas.
 

Creación de AFADE

 
Corría el año 1978 y no fue hasta 1983 cuando AFADE vio la luz. Detrás estaba un grupo de voluntarios del Colegio Nuestra Señora del Recuerdo que quería conseguir fondos para realizar actividades deportivas y de ocio para personas con discapacidad intelectual, lo que consiguieron a través de la comisión mariana en la que colaboraba el padre de Flores. Por ejemplo, hubo campamentos con personas con discapacidad intelectual y sus familiares, que podrían prolongarse hasta los 25 días en verano y cuyos gastos corrían a cargo de los propios voluntarios.
 
Este grupo de voluntarios, cercanos a la Iglesia católica más progresista, conoció a Carlos Martín, un “cura rojo” que fue misionero en Guatemala y tuvo que salir por pies de este país, quien ofreció a AFADE unos fondos económicos para crear el Centro Ocupacional, que comenzó con mucha actividad de manipulados y con el empleo como principal seña de identidad.
 
“Nosotros nos hemos orientado mucho hacia el empleo, lo que no quita que hayamos trabajado en la dependencia, pero nuestro origen está esa inquietud muy fuerte por el empleo para nuestra gente porque entendemos que es la manera de dignificar su vida”, apunta.
 
Jesús Flores, con su pareja, es un apasionado de la montañaAFADE se adentra después en el entorno de las artes gráficas y en servicios auxiliares para industrias de cosmética. Gracias a Carlos Martín, consiguió un dinero para la adquisición de maquinaria de encuadernación, que se mantuvo en pie durante muchos años ofreciendo trabajo a una treintena de personas con discapacidad intelectual.
 
La asociación tenía su piedra angular en el centro ocupacional, con una nave de unos 200 metros cuadrados cedidos por una parroquia en el Barrio del Pilar, y poco después se integró en FEAPS Madrid, la principal organización regional de personas con discapacidad intelectual.
 
Cuando Flores empezó se encargaba de la dirección, el taller, la limpieza, la administración..., y comenzó a entablar contacto con un Centro Especial de Empleo (ADIARE), que empleaba a más de 200 personas con discapacidad con labores de manipulado, fundamentalmente.
 
Un año y medio después, en 1986, AFADE emigra a una nave industrial de unos 400 metros cuadrados en la carretera de Canillas, donde abonaba “importantes gratificaciones a los usuarios del centro ocupacional por el trabajo realizado”, como  asegura Flores.
 

La singularidad de Vallecas

 
Y en 1990, a instancias de la Comunidad de Madrid, la entidad se traslada a Vallecas, distrito en el que aún continúa y momento en el que AFADE da un salto cualitativo importante porque nace el Centro Especial de Empleo en un polígono industrial donde la organización alquiló dos naves, con unos 2.000 metros cuadrados, y la actividad comercial comenzó a burbujear frenéticamente.
 
“Entramos en contacto con el CERMI, que mantuvo allí una reunión con el entonces candidato socialista a las elecciones generales, Joaquín Almunia, y la organización empezó a crear otro tipo de actividades”, señala.
 
Flores comenta que Vallecas también modificó la filosofía de la asociación a la hora de atender a las personas con discapacidad: “Trabajar en Vallecas no es trabajar en cualquier zona. Es una población muy especial y muy dañada. La crisis ha llegado brutalmente, pero aquí hay crisis y paro de toda la vida, y hay un movimiento vecinal muy fuerte porque los problemas son muchos. Para las organizaciones, no es lo mismo trabajar aquí que en el noroeste de Madrid, ni siquiera en las ciudades del sur”.
 
En este sentido, agrega que “nuestra vinculación con el distrito es obvia. Nos vinimos aquí porque en este barrio, que hoy tiene unos 400.000 habitantes, no había ninguna organización. Una anécdota: a los 15 días de inaugurar el centro ocupacional, ocho madres se encerraron conmigo en mi despacho y me dijeron que de ahí no salíamos hasta que no quitara la cuota del comedor. Vallecas es así. No hace mucho tiempo visitamos un centro en una población en el área este de Madrid, donde las familias pagan 200 euros y ya está. Aquí damos un montón de servicios extra y estamos intentando que los padres entiendan que tienen que pagar algunos servicios en beneficio de sus hijos, pero no es fácil”.
 
En 1999, Flores, firme defensor "de lo común", participa activamente en la creación de AFEM (Asociación FEAPS para el Empleo de las Personas con Discapacidad) como secretario general, en un acto de presentación en el que estuvo el entonces presidente de la CEOE, José María Cuevas. Esto le posibilitó estrechar lazos con el CERMI.
 

Origen de la Fundación Carlos Martín

 
Jesús Flores (izqda), junto con Rafael de Lorenzo (ONCE), José María Cuevas (CEOE) y Alberto Arbide (FEAPS), en la asamblea constituyente de AFEM, en 1999Diez años después de la llegada a Vallecas, en 2000, AFADE vuelve a emigrar a otro lugar, pero se queda en el distrito. La organización pasa a denominarse Fundación Carlos Martín, en homenaje a la figura de este cura que tanto ayudó a la entidad en sus orígenes. “Es un reconocimiento a un hombre muy especial que nos había conseguido dinero para maquinaria, el local y contactos con empresas. Estaba muy relacionado con mucha gente y tenía auténtica pasión, como me pasa a mí, por las personas con discapacidad intelectual”, apostilla.
 
Hoy en día, la Fundación Carlos Martín gestiona un Centro Ocupacional, un Centro de Día, un Centro Especial de Empleo y tres viviendas tuteladas, y atiende a unas 250 personas en dos áreas fundamentales: formación y empleo, y atención a la dependencia.
 
Además, cuenta con programas de respiro familiar y de ocio, cultura, deporte y vida social, como un grupo de teatro y otro de pintura para personas con severa y gran dependencia, esto es, gravemente afectadas.
 
En relación al Centro Especial de Empleo, unas 35 personas se dedican a servicios auxiliares en la industria y envasado en el sistema ‘flow pack’, aunque no se descarta que entren nuevos enclaves laborales. 
 
Aunque reconoce que no es el mejor momento, Flores cuenta que tiene dos proyectos que desearía realizar: limpieza viaria, gracias a adjudicaciones públicas de ayuntamientos, y catering para colectividades. 
 

Cambio de estrategia con la crisis económica

 
De hecho, afirma que la crisis económica está afectando a la Fundación Carlos Martín “de una manera muy intensa porque siempre hemos estado muy vinculados a la formación y el empleo”. “Las políticas restrictivas de los gobiernos nos han metido un palo muy gordo, de muchos miles de euros. Seguimos haciendo intermediación laboral, pero a un nivel mucho más bajo, y damos formación interna porque no ha salido nada que financie esto ni nosotros hemos sabido desarrollar la capacidad de buscar gente que quiera nuestros cursos y pague por ellos”, añade.
 
Ante esta tesitura, la Fundación Carlos Martín se encuentra en proceso de fusión con otras organizaciones de otras comunidades autónomas. “Tenemos que ir más allá de nuestra comunidad porque el mercado funciona así. Hemos tenido muchas sombras y no me importa reconocer que nos hemos equivocado en algunas cosas, pero si algo tenemos claro es que el futuro va por ahí. El tema de la discapacidad intelectual ha vivido bien porque ha habido una financiación buena y sigue habiéndola en servicios sociales, a pesar de los retrasos, pero estamos absolutamente convencidos de que esto no va a ser siempre así, más aún cuando el año pasado hubo un recorte de un 5% y vendrán otras cosas”.
 
A este respecto, recalca que “o generamos organizaciones fuertes o el mercado nos va a devorar porque un día u otro, tal y como van las cosas, las empresas del mercado abierto van a querer licitar y tienen mucha capacidad de presión”.
 
“No podemos vivir ajenos al mercado, al que le gusta el millón de euros que anualmente recibimos por el centro ocupacional, o los dos millones de euros por todos los servicios que tenemos. Esto va a cambiar algún día y estamos trabajando con dos organizaciones de Galicia y en contacto con otras de otras comunidades autónomas para crear una red porque o somos más grandes y, por lo tanto, muy fuertes, o tenemos un futuro muy incierto”, explica.
 
Flores reitera que “hay que crear estructuras estratégicas, financieras y operativas fuertes que sean capaces de licitar aquí y allá cuando haya un concurso público y de crear negocio aquí y allá en beneficio de las personas con discapacidad. ¿Quién aguanta mejor? Quien tiene las estructuras más fuertes”.
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