"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Cuarto de invitados
Pepe Viyuela, actor
“Envejece más estar al margen de las nuevas tecnologías que no darse crema hidratante”
Por Esther Peñas
28/01/2013
Se siente payaso, y hace cuanto puede -que no es poco, ni baladí- para restituir esa figura, la del payaso, de la dignidad, la destreza y la hondura que siempre tuvo y que algo cubrió de un polvo rancio que no le corresponde. Desempeña con empeño la vicepresidencia de la ONG ‘Payasos sin fronteras’.
Pepe Viyuela (Logroño, 1963) conoce el cine (ha participado, entre otras, en ‘Tierra’, de Médem, y ‘El milagro de P. Tinto’, de Fesser) y se desenvuelve con soltura y solvencia en la televisión (asiduo, por ejemplo, a espacios como ‘Un, dos, tres’, ‘Manos a la obra’ o ‘Aída’).
No se ha resistido a dejarse querer por las Musas (obtuvo el Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro con ‘Y amarte sin saber’, y notables críticas con su novela ‘Bestiario de circo’), o por las Parcas (se presentó en las elecciones municipales en San Sebastián de los Reyes como número trece en las listas del partido local ‘Izquierda independiente’, que obtuvo cinco concejales).
Pero si hay algo que le emociona es el teatro. Ahora se le puede disfrutar en ‘Los habitantes de la casa deshabitada’, una prodigiosa comedia de Jardiel Poncela que se representa en el Centro Cultural Fernán Gómez. Por cierto, es licenciado en Filosofía.
¿Cómo se encuentra en el papel de Gregorio, ese chofer un tanto particular en el que se han encarnado antes que usted actores como José Sazatornil, Antonio Garisa o Paco Martínez Soria?
Me encuentro comodísimo. Gregorio es uno de esos personajes fabulosos que te da el teatro, un bombón, aunque también es un reto asumirlo, estar a su altura, sobre todo sabiendo como apuntas que muchos de los grandes lo bordaron. Gregorio resulta divertido, entrañable y didáctico, porque me ha enseñado una lección tras otra.
De ellas, ¿cuál es la mejor enseñanza?
Sin duda conocer otra manera de hacer comedia. Hay miles de registros dentro de los que designa la comedia, y nunca había trabajado con este en concreto.
Hablaría de la elegancia. Del gusto profundo por el lenguaje, cómo lo emplea, con qué tino y maestría coloca cada palabra en su sitio justo, de la manera de construir las frases… El de Jardiel es un humor con mucha clase, nunca resulta vulgar y eso, en un momento como el nuestro que, por distintas vicisitudes, recurrimos al trazo grueso para provocar la risa, me interesa mucho.
La obra juega con el enigma. ¿Nos cuesta convivir con el misterio?
Si el misterio nos provoca tensión, sí; la incertidumbre, sobre todo en cuestiones vitales, como cuando esperas el resultado de algo que puede ser muy malo, es terrible. Nos gustaría ser clarividentes porque el misterio siempre genera inseguridad. Pero el misterio de esta función es muy blanco, necesario casi o, por lo menos, un tipo de misterio que se convierte en ventaja. En la vida el misterio es un abismo al que nos encanta asomarnos pero donde jamás construiríamos nuestra casa.
Otro de los ingredientes del texto es el miedo, que Jardiel, en cierta medida, ridiculiza. ¿A qué teme Pepe Viyuela?
A dejar de tener ilusión. Si la pierdo me quedaré vacío, lo sé, porque es lo que nos mueve, lo que nos insufla las ganas de levantarnos cada mañana y salir a la calle; si funcionamos con un mínimo de alegría en la vida es porque tenemos ilusión por algo, por tu pareja, por los hijos, por algo profesional… Sin ilusión uno muere.
Es una mezcla de ambas cosas; desde luego no se puede crear sin tiempo para hacerlo, pero tampoco el tiempo es determinante, sí el tener algo que contar… y cuando tienes algo es porque has sentido o vivido ciertas cosas que necesitas contar, crear, transformar, y sobre las que hay que reflexionar mucho. Hay quien asegura que el vómito primero es el mejor, pero creo que no es, ni mucho menos, el definitivo, tienes que volver sobre el texto, corregirlo, convencerte, pulirlo…sólo así se convierte en algo artístico.
Le vimos hace poco en ‘El pisito’, de Azcona, un humor con más retranca que el de Jardiel, más social. Si tuviéramos que representar el momento actual (social, económico, político), ¿haríamos una farsa, un sainete, una bufonada o una tragedia griega?
Se podría hacer con cualquiera de esos géneros; yo no escogería la tragedia, que bastante tragedia tiene de por sí el momento que vivimos. Probablemente elegiría una sátira con un humor de estilete que entrara bien, que provocara la risa pero que hiciera reflexionar, que incidiese en las conciencias de quienes nos contemplan. La risa tiene una función social muy importante, nos permite mirar las cosas sin olvidarnos de que somos capaces de darles la vuelta. La comedia es esperanza; cuando uno se ríe de las cosas sabe que puede haber un futuro mejor para ellas. Sin humor, estoy convencido, no sólo no merecería la pena vivir sino que sería imposible sobrevivir.
Depende de lo que quieras contar. A mí me gusta mucho el humor poético, tan de Jardiel, Mihura o Neville, pero también hay humor en Beckett, más sardónico y agrio. Hay que entrenarse y utilizar el que convenga en cada momento, incluyendo el humor negro y el humor verde.
La popularidad que proporciona la televisión como medio, ¿cuándo comienza a convertirse en incómoda?
En el momento en el que dejas de pasar inadvertido; eso es un poco incómodo, también para los demás, no sólo para uno. Es mejor que todo fluya sin que haya sobresaltos, pero con la popularidad que proporciona la televisión es muy complicado evitar que te reconozcan, que te paren, que te saluden… cuando voy a otros países estoy muy tranquilo, vivo de otras forma. No reniego de la popularidad, pero te condiciona demasiado, sin olvidar que tiene una faceta bonita y que está unida a salir en la televisión.
¿Qué tiene más de filosófico, el teatro o la poesía?
En cualquier caso están muy unidos, comparten el mismo origen, la curiosidad, la necesidad de contar y expresar; eso ya lo sabían los griegos, y crearon de inmediato la tercera disciplina en discordia, el teatro.
Que no tenga página web ¿es por falta de entendimiento con las nuevas tecnologías, por dejadez o por modestia?
No, modestia no, más bien cuestión de ser realista. ¿Merece la pena tener una página web? ¿Intereso tanto a los demás? Muchos me lo comentan pero, sinceramente, creo que no doy para tanto, que la gente que me sigue me ve en el teatro, en la televisión, compra mis libros... Me manejo en Twitter pero poco. No es que esté peleado con las nuevas tecnologías, considero que no es bueno cerrase, al revés, hay que abrirse porque envejece más estar fuera de las nuevas tecnologías que no darse crema hidratante.
