Reportaje

El proyecto Fisiomer recoge las mieles del éxito por su eficacia, innovación y humanidad

04/03/2022

Refugio Martínez

En 2016, Aspaym Castilla y León ideó el proyecto Fisiomer para llevar el servicio de rehabilitación al medio rural en la citada Comunidad. Después de 6 años de andadura, la entidad ha sido galardonada con el premio cermi.es en la categoría de ‘Agenda 2030/Objetivos de Desarrollo Sostenible’ por su magnífica labor para mejorar la vida de las personas con discapacidad que residen en las zonas rurales.

Robín Perez es un vecino de la localidad de Rueda (Valladolid) que perdió la movilidad de cintura para abajo en un posoperatorio. Ahora, padece el síndrome de cola de caballo, no tiene sensibilidad en las piernas y para mantener la movilidad necesita rehabilitación constante. “No puedo pisar bien porque no siento los pies y no detecto ni el frio ni el calor”, explica para el Cermi.es Semanal.

Todas las mañanas se levanta y tras desayunar “café y tostadas con ajo, aceite y tomate”, camina por su casa para ejercitar un poco las piernas y diez días al mes, además, se desplaza en coche hasta el pueblo vecino de Matapozuelos (Valladolid) para asistir al centro de Fisiomer (Servicio de Atención Integral en el Medio Rural). “Un día tengo masajes de tobillos y pies, otro día tengo estiramientos, otro día depende de cómo vaya, me tratan los gemelos y las pantorrillas por detrás porque me suelen dar muchos calambres” afirma Robin Pérez. Después de media hora, aproximadamente, “me dan los masajes por toda la pierna, me ponen las corrientes y luego tengo 20 minutos de presoterapia para mejorar la circulación”.

 

Las sesiones que Robin tiene en el centro de Fisiomer suelen durar una hora y media, pero algunos días se queda un rato más para seguir haciendo ejercicio. “Si no tengo nada que hacer hago magnoterapia. Te meten en un tubo y te van dando corrientes imantadas en el cuerpo. También hago bicicleta o poleas”. Estas actividades extra las puede hacer gracias al tiempo que gana desplazándose a Matapozuelos que está a tan solo 16 kilómetros de su casa.

Cuando los pacientes tienen problemas de movilidad y deben asistir a sesiones de fisioterapia, “en la capital –explica Robín- te van a recoger a tu casa si tú no puedes andar o no puedes conducir, pero en los pueblos no, en los pueblos, no tienen para ir a recoger a los pacientes”. Por eso, en su opinión, una de las ventajas de Fisiomer es, precisamente, acercar la fisioterapia a las personas que viven en las zonas rurales.

Otra de las ventajas es el precio reducido de las sesiones, “son bastante asequibles para todos nosotros, pago un dinero todos los meses por 10 sesiones y gracias a ello, me mantengo”, comenta el usuario de Fisiomer. Además, confiesa que siente mucha “alegría” por poder asistir al centro porque desde que empezó a ganado mucha movilidad en los dedos del pie y en las piernas. “Ahora puedo andar, puedo moverme muy bien y puedo ducharme solo”. Cuanta que, antes él no podía andar ni 20 metros y ahora se va con su mujer y su perra a pasear y camina hasta un kilómetro, “con trabajo y despacito, pero lo voy haciendo y eso no lo podía hacer antes”.

 

Un lugar donde sentirse bien

Robín Pérez está muy agradecido por el trato del personal. “Son muy simpáticos y atentos. Ayer estuvimos comiendo los cuatro, los dos ‘físios’, mi mujer y yo, es como si hiciéramos una comida en familia”. Esta cercanía es un valor al que también le da mucha importancia, Alvaro Gilarte, coordinador de Fisiomer en el centro de Matapozuelos. En su opinión, “la gente es muy amable”. “En el pueblo nos conocemos todos. Cuando salgo a comprar a la farmacia los productos para el centro, me para la gente y me comenta, ‘pues me duele esto o aquello, dame una cita’, ya ves que es un trato muy cercano”.

Cuando hablamos de enfermedades y de patologías, el trato agradable y humano es, seguramente, una de las cualidades que más aprecian los pacientes por eso, Alvaro Gilarte reconoce con orgullo que, en las valoraciones que hacen cada año los usuarios sobre el centro, “obtenemos un 2,98 sobre un máximo de 3”. Pero si además de ser pacientes, existe una discapacidad, la accesibilidad es una condición fundamental por eso, el centro que Gilarte coordina es totalmente accesible, tanto en las tarifas, como en las instalaciones. “El centro está genial. Es muy accesible, con un aparcamiento enorme, con material de lo más puntero, con baños adaptados a ras del suelo para no salvar ningún obstáculo y con las puertas adaptadas para entrar en silla de ruedas”.

Además, el equipo del centro de Matapozuelos intenta que ninguna persona se quede al margen de los servicios del programa de Fisiomer. “Tenemos todo tipo de pacientes. Tenemos personas con discapacidad y, con discapacidad y dependencia y no suele haber ningún problema para dar cita a todo el mundo que lo necesita, si no hay sitio para un día, le busco hueco para el día siguiente, si no va a ser hoy, va a ser mañana”, explica el fisioterapeuta.

Esta facilidad de acceso para todo el mundo que lo necesita es posible porque “existe un protocolo”, afirma la directora general de Aspaym Castilla y León, Anabel Pérez. Los centros de Fisiomer han funcionado muy bien desde el principio y siempre han tenido “muchísima demanda porque -según explica Pérez- la Fundación Aspaym Castilla y León siempre establece esos servicios en los sitios donde no haya clínicas privadas”.

 

Cómo nació Fisiomer

La fundación Aspaym Castilla y León ideó este proyecto, en 2016, “para cubrir las necesidades que veíamos en el medio rural”, comenta Anabel Pérez. Para ponerlo en marcha, Aspaym Castilla y León buscó la colaboración de distintas administraciones locales, regionales y de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León. “Gracias a ellos es posible este proyecto, por ejemplo, los ayuntamientos nos ceden los espacios o la Consejería de Familia nos ayuda a través del IRPF”, reconoce.

El proyecto surgió para poder llevar en un primer momento un servicio de fisioterapia a los pueblos y, actualmente, “es un servicio integral en el medio rural desde donde la Fundación Aspaym Castilla y León ofrece, aparte de la fisioterapia, diferentes servicios como son: asesoramiento y posibles ayudas sociosanitarias; asesoramiento en accesibilidad y productos de apoyo, tanto dentro del domicilio de las personas que habitan en los pueblos, como en su entorno; también, tenemos un programa de mayores para realizar distintas actividades y recoger sus necesidades y demandas; un programa de voluntariado y, en colaboración con Predif, trabajamos la formación de asistentes personales dentro del propio pueblo o de los pueblos de alrededor”.

El primer centro en implantar el proyecto Fisiomer está ubicado en Paredes de Nava (Palencia) y en seis años se han abierto cuatro centros mas situados en Sahagún (León), Villadiego (Burgos), Matapozuelos (Valladolid), Camponaraya (El Bierzo, León) y según explica la directora general de Aspaym CyL, “estamos a expensas de una documentación para abrir el sexto Fisiomer en Villalpardo (Zamora)”.

El buen funcionamiento del proyecto, alienta a los directores de esta iniciativa a seguir ampliándose, “aunque hay que ir cautelosamente”, advierte Anabel Pérez, “porque tiene un coste importante a la hora de montar el servicio”. “Nosotros llevamos a las instalaciones todo tipo de aparatos y de profesionales adecuadamente formados”, pero no hay que olvidar que este proyecto es fruto de la colaboración entre la Fundación Aspaym CyL y las administraciones locales, provinciales y autonómicas.

 

La prestación integral de servicios, junto a la innovación, son las claves para una atención de calidad en los municipios alejados de las zonas urbanas y suponen una clara apuesta por los Objetivos de Desarrollo Sostenible por eso, el CERMI ha querido reconocer esta labor con el premio cermi.es al proyecto Fisiomer, promovido en la categoría de ‘Agenda 2030/Objetivos de Desarrollo Sostenible’. “El premio para nosotros es un orgullo y una gran satisfacción. Es un orgullo que el CERMI nos haya considerado y nos haya tenido en cuenta. Es un orgullo intentar hacer las cosas bien para las personas a las que nos debemos, para mejorar la calidad de vida y para intentar seguir adelante defendiendo los derechos humanos”, concluye Anabel Pérez.