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viernes, 25 de mayo de 2012cermi.es semanal Nº 35

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Cultura

Roberto Pérez Toledo, director de cine

“Si te tienes que dar de bruces con algo, que no sea con el fracaso de no haberlo intentado"

Por Esther Peñas

21/05/2012

A finales de septiembre del pasado año terminó de montar su primera película, ‘Seis puntos sobre Emma’. Canarias acogió su preestreno el 25 de noviembre. Desde entonces, esta historia que aborda la ceguera -la física, la sentimental-, la capacidad del ser humano de encontrarse con su fragilidad, de reconocerse en ella, no ha cesado de cosechar buenas críticas y los espectadores se la recomiendan con vehemencia.

 Es difícil no salir conmovido de este filme, poblado de personas que se equivocan, tercas, vitales, sencillas, endiabladamente complejas... Todo un acierto de los actores, pero sobre todo de su director, Roberto Pérez Toledo (Lanzarote, 1978).

La película llegó la pasada semana a Madrid tras un periplo en el que ha ido recogiendo buenas críticas y el interés de los espectadores. ¿Satisfecho?
Estoy muy contento, han sido tres semanas muy intensas de promo bestial, algo nuevo para mí, pero significa que la película ha interesado. Hemos tenido muchísimas  entrevistas seguidas, nos hemos pasado días encerrados en una sala contestando a periodistas, tanto los actores como yo. La película se está abriendo camino, y funciona muy bien el boca a boca. Además, las críticas son buenísimas, incluso las que son regulares destacan algunas cosas, y en cualquier caso siempre ensalzan el trabajo de Verónica. Sí, la satisfacción es muy grande, siento que la película está consiguiendo su hueco dentro del cine español de este año. Ahora haremos la primera escala internacional, en el Festival de Seattle. Y, aunque ya estoy pensando en mi próximo proyecto, estoy cuidando mucho a esta Emma, tan especial para mí.

¿Esperaba esta respuesta?
Una vez que acabas la película te falta perspectiva sobre lo que has hecho; es un proyecto al que le has dedicado mucho trabajo, tiempo y ganas, pero llega un punto en que no eres capaz de verla como si fueras un espectador virgen. No, no me esperaba esta respuesta, pero estamos muy contentos.

¿Da vértigo pasar del corto al largometraje?
Sí, pero no tanto como pensaba; la película ha estado muy bien arropada desde el punto de vista de producción, sólo me he dedicado a dirigir, que es muy importante ya que en los cortos hago de todo, ¡hasta selecciono el catering que se sirve a los actores!, y desgasta. Cuando te metes en una producción en la que cada cual está en su lugar es maravilloso, y te permite dedicarte sólo a la dirección. Una experiencia sensacional.

Verónica Echegui, con la que ya había trabajado en el corto ‘Tetequiquiero’, ¿fue una apuesta desde el principio o simplemente surgió la oportunidad?
Al principio se manejaron varios nombres, pero para mí siempre fue una candidata en firme, sobre todo después de la conexión que tuvimos cuando hicimos el corto. Sentí que era la adecuada para este viaje complicado.

¿Por qué un personaje femenino, con esa fuerza, tan independiente?
Desde el principio tenía en mente construir un personaje muy fuerte, casi una femme fatal que luego fuese traicionada por su propia fragilidad, que se enfrentase al mundo con el caparazón suficiente como para no admitir que nadie decida por ella qué puede hacer y qué no por el hecho de ser ciega, que no inspirase en ningún momento lástima, que ningún espectador se apiadase de ella sino que, de algún modo, se enamorase del personaje. Ése era el punto de partida, para después dar paso a ese caparazón resquebrajado y a la toma de conciencia de que, como cualquier otra persona que se enamora, Emma se enfrenta a sentimientos que se le escapan de las manos. De eso habla la película, de la ceguera sentimental, de que todos damos tumbos en terrenos afectivos complicados.

Muy simbólico que ella, que es ciega, trabaje en el Teléfono de la Esperanza...
Sí, me gustaba jugar con la idea de que a ella nunca la vemos dando esperanza a nadie, en cambio busca constantemente esperanza, alguien que le diga que todo va a salir bien. La esperanza es un tema central de la película, todos los personajes buscan a alguien que les aconseje a propósito de cómo afrontar sus sentimientos, de cómo salir para adelante. Emma también, aunque le cuesta reconocerlo.

¿Qué hay de Roberto en Emma?
Era muy consciente cuando lo estaba escribiendo, y cada vez que la veo, de que he proyectado sobre Emma mi manera de enfrentarme al mundo; me he creado un caparazón para evitar que nadie me victimice y me diga, eso mismo, lo que puedo o no hacer. Por eso ella dice: “Me llamo Emma y no soporto que nadie me diga lo que puedo hacer y lo que no”. He utilizado ese principio como modo de vida. Hay quien se ha permitido cuestionar si yo, estando en una silla de ruedas, iba a ser capaz de dirigir. No me interesa ese debate, jamás lo abrí ni lo fomenté. Si quiero algo, lo intento. Aquí está el resultado. No te puedes quedar en casa pensando qué hubiera sido de mí si... no, hay que salir a la calle e intentarlo. Si te tienes que dar de bruces con algo, que no sea con el fracaso de no haberlo intentado.

Verónica está muy creíble, ¿recibió asesoramiento?
La ceguera física resultaba un desafío enorme. Tenía que quedar muy realista, sobre todo porque va unida al berenjenal sentimental, que es otro tipo de ceguera, más metafórica. Recibimos asesoramiento de Fundación ONCE, y sobre todo un par de mujeres ciegas tremendamente generosas, que abrieron sus vidas a Verónica. Ella, como es una esponja, le encanta preguntar, descubrir, y aprender, juntó ese trabajo a su pasión y se convirtió como en su sombra. Iba con ellas al trabajo, a la compra, planchaba con ellas... Segun y Nines, se llaman. Al principio, pensamos en utilizar lentillas, pero no me convencía. Un día, Verónica, que llevaba tiempo ensayando, me enseñó una manera que encontró de colocar los ojos, y nos convenció a todos. Era muy importante, porque si no resultaba creíble el espectador no se metería en la película. A día de hoy hay mucha gente que me pregunta si realmente es ciega la protagonista, cosa que me emociona porque implica que hemos hecho, Verónica sobre todo, un buen trabajo.

Otro de los aspectos que sorprenden porque no es muy habitual que se trate cuando se habla de discapacidad es la vertiente sensual o sexual de la protagonista...
Para mí era importante; partiendo de que lo que ella pretende pasa por el sexo, es decir, ser madre, Emma tenía que ser una mujer muy sensual, porque parte de su coraza la ha construido teniendo la sartén por el mango en todas sus relaciones, ha aprendido a dejar antes de que la dejaran, a romper los noviazgos antes de que las carencias afectivas humanas que la lastran, y que nada tienen que ver con su discapacidad, las rompieran. Es importante para la historia que ella fuera buena en el sexo, y que no tuviera pudor. No entendería a Emma de otro modo que no fuera desinhibida en su sexualidad. Además, es consciente del poder que genera en los hombres, su autoestima la construye sabiendo que es centro de atención cuando entra en una sala. No quería contar esta historia con tapujos o remilgos.

Otro de los rasgos que se agradecen, y que cada vez, como en la película francesa ‘Intocable’, se emplea más, es el humor...
Cuando juntas a personas tan dispares en la consulta de un psicólogo surge, de manera inevitable, el humor. Yo recuerdo, cuando estuve en Salamanca en un centro recuperación de minusválidos físicos, ese tipo de situaciones, eso de compararnos unos con otros a ver quién estaba peor, y demás. El humor me brotó de manera natural, lo pedían los propios personajes, y me gusta que funcione con el público.

¿Cuánto tiene Emma de rebelde?
Supongo que todo. Está tan perdida que, como muchos, se aferra a lo que ella cree que la va a salvar, encuentra la luz en la maternidad, un amor que te cambia la vida para siempre y que se convierte en algo puro de verdad.

También vemos en la historia como actriz a Paloma Soroa, todo un referente para las personas sordas...
Sí, trabajé con ella en mi corto ‘Vuelco’, en 2005, una historia también rodada en Tenerife, que habla del amor a través de la comunicación, de sentimientos que cuesta expresar. Paloma dice que yo la descubrí. Para ese corto, convocamos un casting de chicas sordas, y cuando apareció Paloma, no busqué más. Después, la vieron en el corto y la llamaron para presentar ‘En lengua de signos’, por su capacidad comunicativa. Desde entonces nos hemos seguido la pista, somos buenos amigos, y es un placer trabajar con ella, porque la gente sorda tiene tal control sobre su capacidad expresiva que es un gusto.

Es curioso porque, al contrario del poema de Kavafis, el de Ítaca, que recuerda que la importancia del viaje no está en el destino sino en la travesía en sí, la película plantea lo contrario, cómo a veces estamos tan ofuscados en lo que queremos que apenas si disfrutamos del camino que nos lleva hasta ello...
Es un juego de arrolladores y arrollados, de personajes con claros y oscuros; quería construir un personaje humano, que toma decisiones cuestionables, pero al que se le tome cariño. Por otro lado, nadie puede dejar de lado ese camino del que hablas, que en este caso son los sentimientos, porque mi tesis en la vida, mi experiencia, me dice que lo que nos puede, nos perturba y nos ciega son los motores afectivos, los motores del deseo.

¿Qué fue lo mejor de este rodaje?
La posproducción resultó lo más doloroso, lo que más me ha costado. Lo mejor, sin duda, esas cinco semanas en Tenerife, porque fuimos capaces de crear una especie de burbuja, algo muy especial. Era Navidad, en Nochebuena cenamos juntos... todo me parecía extrañamente surrealista... pero maravilloso. Cuando terminamos el rodaje, en enero, resultaba extraño no vernos cada día, no desayunar juntos... esa sensación de familia, tanto con los actores como del equipo, hizo posible un rodaje idílico. El miedo, los nerviosos, la inseguridad por suerte nunca me dominaron.

¿Qué enseña la discapacidad?
Nunca quise hacer un manifiesto con esta película; es una película con discapacidad, no sobre la discapacidad, que habla de personas para las que la discapacidad es una característica más y ni siquiera la que las define. Esa es la sensación que me gustaría dejar al espectador. Y respecto a mi propia discapacidad... me gustaría no tenerla, no soy como otras personas que dicen que no cambiarían su discapacidad por nada, mi discapacidad en ocasiones es frustrante, condiciona mis planes, hace dura la vida en muchos aspectos... pero  trato de vivirla de forma constructiva y hacerlo con el empuje necesario para conseguir mis metas y ambiciones.

Su próximo proyecto...
Espero que la siguiente peli tenga una gestación más fácil; no tendrá que ver con el ámbito de la discapacidad, pero seguirá explorando vínculos, afectos y sentimientos. En medio haré diez cortos más, que me apasionan.

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