SOS Discapacidad
Así viví la marcha
El futuro sigue siendo nuestro
Por Roser Romero, secretaria de Organización de COCEMFE *
13/12/2012
A medida que me iba incorporando a la Marcha del día 2 de diciembre, bajo el lema SOS Discapacidad, me poseían un conjunto de sentimientos encontrados… De un lado, el sabor amargo y pesimista de que la lucha de todos estos años por conquistar del reconocimiento de los derechos hacia las personas con discapacidad, no había calado suficientemente en la clase política ni en la sociedad y podían ser vulnerados y recortados con toda impunidad. Cuantos momentos de lucha venían a mi mente…
Manifestaciones, encierros, concentraciones, todas ellas pacíficas, pero con una fuerte carga ideológica sobre los derechos humanos de un colectivo, el de la discapacidad, que parecía que lo natural fuese que no tuvieran ningún derecho más que el que la beneficencia y las almas caritativas quisieran otorgarle. Conseguimos la LISMI, que nos costó mucho que se pusiera en marcha, pero que fue “el gran milagro” para la discapacidad. Poco a poco fuimos comprobando que la bondad de la LISMI estaba en el papel, porque el despliegue fue tan lento, que la enterramos sin haberla desplegado en su totalidad. Cuantos compañeros nuestros, activistas, ya no estaban entre nosotros, pero se habían ido con la satisfacción de haber iniciado un camino, en la discapacidad, que no tenía vuelta atrás… ¿Qué pensarían si ahora pudieran volver?... Seguro que compartirían el sentimiento de incredulidad, dolor y rabia.
Iba detrás de la batucada, que ponía un ritmo de ánimo y esperanza con su música alegre, pero yo seguía intentando comprender ¿por qué en tan poco tiempo se cuestionaba lo que habíamos tardado décadas en conseguir? Tenía la sensación de que nuevamente, se trataba de penalizar a la discapacidad, como si fuera un estado al que libremente hubiéramos accedido para obtener prebendas. Estamos sufriendo como cualquier ciudadano los envites de la crisis, pero en nuestro caso, incrementados por una serie de medidas que añadían una mayor precariedad. ¿De verdad alguien podía pensar que con negarnos el pan y la sal, podríamos salir de la crisis? Y venían a mi mente, tanta corrupción como hay en nuestro país, tanto gasto superfluo, tanto fraude…
Porque tal vez esté equivocada, pero para mí la economía de un país es igual a la economía de cualquier familia, sólo que a lo grande. Y en cualquier familia, cuando las cosas van mal lo primero que se hace es prescindir de lo inútil. ¿Acaso las personas con discapacidad, sus familias, los servicios que se habían creado para su atención eran gastos inútiles de los que se podía prescindir? ¿Alguien había pensado que no tendría ningún coste? Quería creer que no, pero se me hacía difícil.
Por otro lado, al mirar hacia atrás, al frente y a los lados, la marea de banderas blancas que bajábamos por la calle Goya, hacía renacer la esperanza de que después de ese día nada volvería a ser igual. El paso de los años, no nos había hecho perder nuestra capacidad de lucha, de reivindicación, de tener claro que por encima de todo, las personas con discapacidad teníamos unos derechos que no podían ser pisoteados, ni respetados o recortados a merced de las políticas de turno.
Miraba a mis compañeros, entumecidos por el frio, que habían hecho un grandísimo esfuerzo por estar ahí, porque para las personas con movilidad reducida cualquier desplazamiento es mucho más penoso y costoso, tanto a nivel económico como personal; y algunos habían pasado más de 7 horas en la carretera. Veía sus semblantes serenos pero con un gesto de firmeza, de aquel que sabe que tiene la razón y que está haciendo lo que debe. Y eso me llenó de esperanza, el futuro seguía siendo nuestro.
* COCEMFE es la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica.