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viernes, 21 de octubre de 2022cermi.es semanal Nº 500

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Tomás Fernández Villazala, director de la Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio (Ondod)

“Cualquiera que vea o reconozca un discurso de odio, tiene que hacer contranarrativa”

21/10/2022

Blanca Abella - Fotos: Alfredo Morales

Empezó como guardia civil con 17 años y ha llegado a esta oficina como doctor en Derecho, psicólogo y criminólogo. Se dedicó durante muchos años a la investigación de todo hecho delictivo y después a la formación de futuros oficiales de la Guardia Civil. Se define como servidor público y le apasiona su trabajo, pero reclama la implicación de toda la sociedad para combatir los delitos de odio. Las herramientas principales son la formación, la concienciación y la sensibilización, y el procedimiento adecuado, al menos en redes sociales, es la contranarrativa.

Tomás Fernández Villazala, director de la Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio (Ondod)La Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio comenzó a funcionar en enero de 2018, ¿cómo surge la idea o la necesidad de su creación? ¿Qué tiene de novedoso el delito de odio en su concepción?

Desde organismos europeos, como la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), ya se trabajaba con esta expresión, y en España surgió en el ámbito del racismo, en torno a 2012, pero a través de recomendaciones europeas se dieron cuenta de que hacía falta más formación. En nuestro Código Penal no existe un concepto ni un título de delitos de odio y eso es más problemático a la hora de entender cuándo se produce un delito de odio, por eso había que ir poco a poco especializándose y concienciándose. Ahora, por ejemplo, en Policía Nacional y Guardia Civil se están especializando algunos grupos en delitos de odio.

 

¿El delito de odio se ha agravado con la llegada de la diversidad y la inclusión que reclama la sociedad civil?

Cuando hablamos de delitos de odio estamos hablando, de forma genérica, de intolerancia al diferente; hay Estados que protegen a cualquier diferente, porque tienen números apertus, pero en España, tenemos números clausus y se ha ido aumentando, porque es un concepto muy vivo que existía ya antes, aunque se vio la necesidad de darle una expresión más clara. La motivación de odio, de intolerancia, los prejuicios que todos tenemos aprendidos en nuestra educación y que quizás es complicado destruir, podemos dominarlos poco a poco y que no nos domine el prejuicio a nosotros. El delito de odio siempre ha existido, pero esta oficina se creó para atenderlo de una manera más específica y especializada, porque debido a la problemática del concepto no es tan fácil identificarlo.

 

¿Quiénes son los colaboradores necesarios de estas oficinas?

Lógicamente nuestros compañeros de Policía Nacional y Guardia Civil, también las fuerzas y cuerpos de seguridad autonómicas y policía local, que hacen un trabajo magnífico en este ámbito. Además, lo que venía muy claro ya en nuestra instrucción eran unas funciones que tienen que ver mucho con el ámbito social, a través de representantes del Tercer Sector. Una de las funciones principales de esta oficina es la de ser intermediario entre las instituciones y la sociedad, y mantener ese contacto también con otras instituciones, no solo del Ministerio del Interior, sino de otros ministerios. Por eso, una de las primeras necesidades detectadas fue la necesidad de trabajar con el Tercer Sector, y con organizaciones como el CERMI, que ya tienen un bagaje y que nos ayudan mucho a identificar esas circunstancias, porque son muchas circunstancias, hablamos de racismo, xenofobia, Lgtbifobia, a las personas con discapacidad... cada uno tiene su propia idiosincrasia y en el caso del CERMI, nos han ayudado a entender esa problemática existente en personas con discapacidad.

 

Tomás Fernández Villazala, director de la Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio (Ondod)¿Esos delitos de odio eran menos evidentes entre las personas con discapacidad que en el caso del racismo o la orientación sexual?

Cuando damos charlas o asistimos a reuniones, las cuestiones más habituales giran en torno al racismo o la Lgtbifobia, pero en el caso de las personas con discapacidad, que aparece perfectamente en el artículo 22.4, en agravante genérica, quedaba un poco olvidada y tenía poca visibilidad, por eso el trabajo de entidades como el CERMI ayuda a dar esa visibilidad. Trabajamos muchos frentes porque además este concepto es también muy transversal y no tenemos que verlo como algo penal, sino como algo sociológico que tenemos que trabajar entre todos. Eso es incluso más difícil, por eso la necesidad de colaborar con las diferentes instituciones, ministerios, y con la sociedad, con las universidades, los colegios...

 

¿Se trabaja también en el origen del problema, en la razón por la que se cometen delitos de odio contra personas con discapacidad?

Es muy complicado, pero si recurrimos al ámbito de la psicología, el origen está en los prejuicios que tenemos todas las personas, que al final es la razón por la que existe una Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948. El artículo 1 de la misma hace referencia a la dignidad que tenemos todas las personas por el mero hecho de ser personas, ese es el origen, la protección de los derechos humanos frente a los delitos de odio, que no han aparecido ahora, lo que ocurre es que los estamos identificando con una expresión que proviene de las motivaciones, que son los prejuicios o la intolerancia. Al final, lo complicado es demostrar esa motivación porque es algo subjetivo, que está dentro de la persona; hay que objetivar algo que es subjetivo, por eso tenemos unos indicadores de polarización, unos protocolos para intentar formar esa prueba indiciaria o por lo menos para que nos sirva en prevención.

 

Otro de los aspectos que suelen destacarse en los datos, en informes, es la infradenuncia, ¿por qué cuesta tanto denunciar un delito de odio?

En primer lugar, por la dificultad de la propia persona para identificar ese delito; después, porque las personas lo tienen incluso normalizado, eso ocurre en muchos casos de personas con discapacidad o con aporofobia, que no lo ven como un delito; en otras ocasiones, las propias víctimas no quieren que se conozca el posible delito, y eso ocurre mucho en los casos de Lgtbifobia; otras personas se sienten también avergonzados y no quieren que se sepa que han pasado por esas situaciones; en algunos casos, que se reflejan incluso en la encuesta de la oficina, las víctimas no encontraban mucha confianza en la persona que les atendía ante la denuncia, ya fuera guardia civil, policía o fuerzas y cuerpos de seguridad en general, y eso lo hemos trabajado mucho en la oficina, con formación especializada, y vemos que hay cada vez más confianza; creemos que puede ser una de las razones del aumento de las denuncias. En cualquier caso, las encuestan nos muestran que tan solo denuncian una o dos personas de cada diez, una cifra muy similar a la que existe a nivel europeo. 

 

Tomás Fernández Villazala, director de la Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio (Ondod)En cuanto al autor del delito de odio, ¿trabajan en esta oficina con la elaboración de un perfil, motivaciones o alguna otra cuestión que contribuya a reducir las agresiones?

Hemos visto una tendencia que se ha mantenido desde 2013, cuando se iniciaron los estudios, aunque teníamos muchos menos datos, pero es un perfil psicológico desde el ámbito cuantitativo; según esos estudios, tanto el autor como la víctima suelen ser hombres, y la edad se sitúa en la franja entre los 26 y los 40 años, que es donde hay más autores y víctimas. Desde luego, una de las cuestiones que nos interesa mucho son los casos en los que las víctimas son menores, porque ahí se da una doble vulnerabilidad. En el caso de las personas con discapacidad, este año ha habido nueve menores y es una cifra importante y hay que valorarlo. Lo que no podemos extraer a menudo es la razón de ese delito de odio, muchas veces por protección de datos, pero intentamos investigar para saber cómo revertir esa situación.

El ámbito virtual y el anonimato incentivan la comisión de estos delitos de odio, ¿de qué manera se puede hacer frente a este problema?

Esto ocurre en todos los países y en el ámbito europeo hay un grupo de alto nivel que trabaja en el discurso de odio y en cómo atajarlo, porque no es un delito propiamente dicho, pero bebe de las mismas fuentes y el problema es que ese discurso de odio, en las redes, puede dar lugar a un paso del on line al off line, al mundo físico. Aunque no pase al mundo físico, ese discurso de odio, incluso sin ser delictivo, puede provocar ansiedad en la víctima y problemas que no quedan recogidos como algo delictivo, por eso estamos intentando trabajar en cómo atajarlo y ahí no tenemos que estar solas las instituciones, la oficina de delitos de odio, las fuerzas y cuerpos de seguridad, tenemos que ser toda la sociedad, tenemos que utilizar lo que se llama contranarrativa, es muy importante; cualquiera que vea o reconozca un discurso de odio, tiene que hacer contranarrativa, denunciarlo en la plataforma, que esa persona sepa que no todo el mundo está de acuerdo con ella...

 

La velocidad de propagación en las redes lo complica mucho más, ¿no es así?

Desde luego, el discurso de odio llega en cuestión de segundos, sobre todo en las redes sociales; lo que antes quedaba en tres o cuatro personas, ahora son miles, millones, y a una velocidad alarmante, por eso el daño es mucho mayor. Así lo vimos en el ámbito del acoso o ciberacoso escolar; después de un ataque en la escuela, antes el menor iba a su casa y tenía a su familia y su castillo donde protegerse, pero ahora tienen un móvil, a partir de 10/12 años, y por ahí llega ese acoso, entra en casa, no tienes la misma protección de antes.

 

¿Cómo se puede distinguir o establecer una clara frontera entre la libertad de expresión y el delito de odio?

Es complicado porque chocan dos trenes, la libertad de expresión, un derecho fundamental, con otro, que es un derecho humano, la dignidad. Hay que intentar respetar esos dos derechos, pero es muy difícil, por eso los órganos judiciales son los que tienen que dirimir cuál es el que prima o prevalece. En nuestro ámbito jurídico se regula el principio de libre valoración de la prueba, que supone interpretar todas las pruebas para saber qué derecho prevalece... Hay que ver caso por caso y donde sí podemos identificar que estamos ante un discurso de odio delictivo es cuando ese odio incita de tal forma que puede producir delitos de odio en el mundo físico. También depende de cuántos seguidores tiene el autor, para saber a cuántas personas puede llegar... Nosotros como oficina nacional no tenemos que fijarnos solo en el ámbito delictivo sino en esas cuestiones que pueden ser discursos odiosos, que no es algo delictivo, pero puede hacer daño y llegar a algo más. Tenemos que estar también en la prevención y ahí es importante la ayuda de la sociedad. Cada uno, como parte de esta sociedad, ante esto hechos, puede ofrecer una contranarrativa, sin faltar al respeto, abrir otras vías para que ese autor vea que puede estar muy confundido y eso puede hacer que otros también lo hagan...

 

Tomás Fernández Villazala, director de la Oficina de Lucha Contra los Delitos de Odio (Ondod)¿Cuáles son las principales novedades en las líneas de actuación que contiene el II Plan de Lucha contra los Delitos de Odio de su oficina?

Lo más importante es el enfoque dado en comparación con el primer plan porque hemos querido situar en el eje central de todas las medidas a la víctima. Recientemente, antes de redactar este plan, en un programa de la OSCE eligieron a España como ejemplo de buenas prácticas en la atención a las víctimas y ahí vimos muchas fortalezas, de las asociaciones, instituciones, etc., pero también debilidades de coordinación, de conocimiento, de conocer lo que hace cada uno... muchas medidas van a eso, a conocer cosas que ya se están haciendo y no se comparten y a mejorar otras colaboraciones. Es un plan redactado por nosotros con aportaciones del Tercer Sector, con el CERMI, y demás organizaciones, además de otros ministerios.

 

Una de las líneas de trabajo para prevenir los delitos de odio son la formación, la concienciación y la sensibilización, pero ¿qué tipo de formación se requiere para combatir estos comportamientos, el odio?

La oficina nacional acude a charlas, a encuentros donde nos relacionamos con instituciones, universidades, etc. Pero también es muy importante, y nos lo pedía el propio Tercer Sector, que haya créditos, horas de formación en la fuerzas y cuerpos de seguridad que incluso se piden ya en las oposiciones; lo han incluido en todos los programas de formación, hay que trabajar mucho con los niños, en las escuelas cuando se habla del ciberacoso, por ejemplo, de intolerancia. Se intenta incluir este tipo de formación en todas las competencias posibles; se trabaja así desde hace unos años y va dando sus frutos, pero esperamos más frutos todavía.

 

Formación, concienciación y sensibilización van de la mano, porque la formación es para que se conozca algo que puede a la vez concienciar y sensibilizar. Si me detengo y reflexiono a lo mejor me doy cuenta de que me están queriendo manipular o que estoy equivocado, por eso hay que trabajar mucho con los jóvenes para que sean conscientes; habrá gente que mantiene un prejuicio, pero muchas personas van a reflexionar y a pensar en su actuación y no les parecerá correcta.

 

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