"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Reportaje
Cuando la discapacidad se hace mayor
En 2012 se celebra el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional
09/02/2012
Mario García
Más de la mitad de las personas con discapacidad en España supera los 65 años y la edad media de este grupo de población ronda los 64,3 años.
El aumento de la esperanza de vida en este país hasta los 81,5 años hace pensar que los mayores no deben quedar de ninguna manera excluidos de las políticas relacionadas con este sector poblacional. 2012 es el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional y supone una oportunidad para reflexionar sobre estas cuestiones.
La Encuesta sobre Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia de 2008, la última elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), concluye que en España viven cerca de 3,85 millones de personas con discapacidad, lo que supone un 8,5% de la población total.
De este grupo, unos 2,23 millones han cumplido los 65 años, lo que quiere decir que el 57,89% de las personas con discapacidad están en la llamada “tercera edad”, y hay que tener en cuenta que la edad media de este grupo de población es de 64,3 años.
Estos datos contrastan con los de la anterior edición de esta encuesta, de 1999. Entonces, había en España unos 2,07 millones de mayores con discapacidad, un 58,7% del total de quienes tenían discapacidad, y la media de edad de este sector social era de 63,3 años.
Dicho de otro modo, aunque en la última década ha disminuido el número de mayores con discapacidad (unas 155.000 personas), la media de edad se había incrementado en un año.
Con todo, el CERMI, a través de un grupo de trabajo creado ad hoc sobre envejecimiento activo de las personas con discapacidad, ha elaborado un documento de posición política en el que propone trabajar en tres frentes: con las propias personas con discapacidad, con la sociedad y con los poderes públicos.
Paulino Azúa, coordinador de este grupo de trabajo, afirma que, en líneas generales, nuestros mayores con discapacidad viven “de una manera todavía no muy satisfactoria”. “De hecho, en España faltan políticas para fomentar el envejecimiento activo de las personas con discapacidad. Hay que tener en cuenta también que no existen políticas suficientes para fomentar la actividad en las personas que no han llegado a los 65 años y más aún todavía en las que ya pasan de esa edad”, añade.
No obstante, Azúa apunta que “las personas con discapacidad tienen la ventaja de que consideran el envejecimiento como algo natural, puesto que en su vida activa, haya sido laboral o no, han tenido que dar muchas repuestas por las limitaciones que tienen en relación con el resto de los ciudadanos”.
Azúa enumera varios campos en los que actuar al respecto: la promoción de la autonomía y el desarrollo personal, la posibilidad de jubilación anticipada, crear una renta de garantía mínima que cubra necesidades básicas, apoyos asistenciales en materia de salud, el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, el acceso a la vivienda, opciones residenciales que no pasen exclusivamente en “la típica residencia para mayores” y el fomento del ocio y tiempo libre.
“Desafío”
La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, señaló recientemente, en un acto en Madrid con motivo de la presentación del cupón de la ONCE dedicado el pasado 28 de enero al Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional, que “la sociedad española no puede permitirse prescindir del 10% de españolas y españoles que tienen alguna discapacidad” y abogó por “garantizar que el proceso de envejecimiento se haga procurando una integración social de todos y nunca desde la exclusión”.
Mato apuntó que las personas mayores representan actualmente un 17% de la población española (cerca de 8 millones de personas) y que se prevé que este porcentaje aumente hasta el 32% en 2049 (unos 15 millones), lo cual debe entenderse como “un éxito de nuestro sistema de salud”, a la vez que “un desafío” porque obliga a reformar el actual sistema de pensiones, el sanitario y el de protección social.
Los datos de la Encuesta sobre Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia de 2008 podrían extrapolarse a una organización como la ONCE. Su presidente, Miguel Carballeda, asegura que más del 51% de los afiliados a esta entidad superan los 60 años.
Carballeda menciona el trabajo que su institución realiza a favor de las personas mayores. “Atendemos sólo en Madrid a 44.000 mayores, con un servicio de atención a través de Personalia. Les escuchamos todos los días y a este lado del teléfono en la mayoría de los casos hay una persona con discapacidad que habla con los mayores de Madrid”, señala.
Con el fin de combatir “la soledad de muchísimos de nuestros mayores”, Carballeda relata que la ONCE cuenta con multitud de iniciativas para los mayores con discapacidad visual, que completan las que realizan las administraciones. Por ejemplo, más de 6.000 mayores ciegos participan en las vacaciones sociales y en Navidad se celebra un evento para quienes no tienen recursos.
Jóvenes y mayores
Por otro lado, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), José Luis Méler, destaca que “el envejecimiento es uno de los máximos desafíos sociales y económicos del siglo XXI para los países europeos” y apuesta por “fomentar una cultura cotidiana en la que mayores y jóvenes se reúnan de manera habitual para compartir conocimientos y experiencias y construir comunidades más fuertes”.
Méler recalca que las personas mayores con discapacidad “sufren aún más situaciones de discriminación” y considera “preciso” que haya “un cambio de imagen” sobre los mayores con discapacidad porque “el cambio en el concepto social que se tiene de este colectivo tiene que ser bastante distinto al que se ha tenido en décadas anteriores”.
El presidente de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP), Luis Martín Pindado, asegura que, “antes, llegar a la jubilación era llegar al final del camino, era retirarse. Hoy, si te jubilas a los 65 años aún te queda casi un tercio de vida por delante. Por eso, hay que cambiar el concepto de jubilación y entenderlo como un periodo lleno de posibilidades de autorrealización y de participación. Hay que entender la jubilación como un tiempo de iniciativas, de emprendimiento de nuevas actividades y proyectos”.
Las personas con discapacidad viven cada vez más, al igual que el resto de la población. Esto es un hecho positivo, un avance social. La inclusión social, el cumplimiento de sus derechos y la calidad de vida debe ser el triángulo en el que deben pasar todas las políticas dirigidas a este grupo social.
