La iniciativa social del ámbito de la discapacidad llega con su actividad económica donde no alcanzan ni el mercado ni los poderes públicos, proporcionando satisfacción a necesidades y demandas de difícil cobertura por parte de las instancias tradicionales.

 

Esto es particularmente visible en momentos de aguda crisis como la que arrastra España desde hace unos años, en que el sector social ha mantenido su compromiso con el empleo y la generación de actividad económica, que ha evitado el abismo social para segmentos de población en posiciones precarias. 

 

A pesar de que actúan en un mercado competitivo, con las reglas propias del mismo, soportando en ocasiones situaciones de desventaja, para el CERMI la economía social vinculada con la discapacidad opera con claves como la centralidad de la persona o la participación del usuario en la toma de decisiones del proceso económico que añaden un valor suplementario al producto o servicio.