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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 11 de octubre de 2013cermi.es semanal Nº 95

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Activistas

Mariano Ruiz, exdeportista paralímpico y asesor del Consejo General de la ONCE

El atleta que volvió de dos Juegos Paralímpicos para aprobar sus exámenes

“Por mi experiencia, si tienes discapacidad tienes que demostrar que eres un poco mejor que el otro para trabajar”

04/10/2013

Mario García

Durante unos años, Mariano Ruiz (Mudá, Palencia, 1962) fue el mejor atleta con discapacidad visual del mundo en pruebas de fondo y medio fondo. Sin embargo, pese a sus éxitos deportivos y de ser pionero en la visibilidad social de los deportistas con discapacidad, siempre prefirió correr con la mente fija en otra meta, la de su carrera profesional como jurista. De hecho, tuvo que regresar a casa antes de concluir los Juegos Paralímpicos de Arnhem’80 y de Nueva York’84 para presentarse a exámenes de selectividad y de la carrera de Derecho, respectivamente.
 
A Ruiz se le diagnosticó deficiencia visual a la tierna edad de cuatro años, por los estragos de una enfermedad tratada demasiado tarde y con medicamentos poco adecuados, pero vivió con normalidad en su infancia, salvo en determinados momentos, cuando iba a la escuela de su pueblo, y por su discapacidad. “Tuve algún problema porque los niños te marginan y se ríen un poco de ti”, recuerda en una entrevista mantenida con ‘cermi.es semanal’ en su despacho de trabajo del Consejo General de la ONCE, en Madrid, donde trabaja como coordinador técnico de Servicios de Apoyo de esta organización.
 
A medida que cumplía años, tuvo que concluir sus estudios de la EGB, a partir del sexto curso, en un colegio integrado de Aguilar del Campoo, a unos 20 kilómetros de Mudá y bordeando ida y vuelta el mismo día el gran embalse de Aguilar, con aguas del río Pisuerga, ya que su pueblo natal contaba entonces con alrededor de 260 habitantes y llevaba tres décadas de una lenta y progresiva pérdida de población que le lleva actualmente a contar con alrededor de un centenar de lugareños. No había niños suficientes para asistir a clase en los tres últimos cursos del segundo ciclo de la Educación General Básica.
 
Posteriormente, emigró a Madrid para estudiar BUP en el Colegio Inmaculada de la Organización Nacional de Ciegos Españoles, entidad que conoció gracias a un oculista. “Ahí conocí el sistema educativo de la ONCE y no tuve ningún problema con el cambio porque tenía buena base del colegio”, apunta.
 

Quemaduras con un tubo de ensayo

 
Mariano RuizCompletó sus estudios en el IES Joaquín Turina (COU) y la Universidad Complutense de Madrid (carrera de Derecho). “No sé por qué hice Derecho, ya que hice BUP y COU por la rama de ciencias. Me gustaban mucho la química y la física, pero haciendo química en COU me explotó un tubo de ensayo y me quemé la bata y una mano. Como no veía mucho, le cogí miedo. Descarté Económicas porque no veía la pizarra para las matemáticas y Derecho no me disgustaba y me parecía más fácil de llevar a cabo, así que no me arrepiento de haber escogido esa carrera”, señala.
 
Así pues, acudió a la Facultad de Derecho de la UCM mientras residía en el Colegio Mayor Chaminade, época de la que guarda buenos recuerdos y aún conserva grandes amigos. “Había que esforzarse mucho por los apuntes, ya que en aquella época no había los medios tan avanzados de ahora. Saqué la carrera año a año y tuve que aprobar todo en junio con una media de notable porque la ONCE me daba una beca institucional para el colegio mayor y pedía esas notas. Gracias a eso me pude formar y lo hice sin problema ninguno. Además, me presenté al premio fin de carrera de la Complutense y quedé el número dos de aquella promoción. Me presenté por dinero, porque venía de una familia muy humilde, y me dieron 150.000 pesetas (alrededor de 900 euros), que me vinieron francamente bien”, explica.
 
Licenciado en 1986, después estuvo dos años preparando unas oposiciones para fiscal, tras lo cual se rebeló: “Aprobé los ejercicios orales y me faltaba el escrito. Como no veía para leer, me dijeron que no podía ser fiscal. Entonces no había los medios de hoy. Lo recurrí y me dieron la razón; de hecho, modificaron el reglamento para el acceso a jueces y fiscales”, subraya.
 
En 1988 sacó adelante unas oposiciones para entrar a trabajar en la ONCE y se estrenó en la Dirección General, dentro del Negociado del Funcionamiento Jurídico, donde permaneció dos años. “Luego me fui a otro centro de la ONCE y fui consejero delegado de la asesoría jurídica ASONCE, que cerró. Me reincorporé otra vez a la ONCE en 1996, en el Departamento de Cultura, dentro de la Dirección General, y allí empecé a trabajar en cosas de deportes con la intención de crear la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC), donde me incorporo primero como trabajador de ONCE y luego de la federación”, relata.
 
Su etapa como secretario general de la FEDC concluyó a finales de 2006, momento en que la candidatura olímpica y paralímpica de Madrid 2016 le llamó para sumarse a su equipo, como coordinador del Plan Paralímpico, pero también para asuntos jurídicos. “Me parecía un proyecto atractivo. Para una persona con discapacidad, trabajar en el mundo de ‘normales’ fue un reto en el que eres igual que los demás”, apostilla.
 
El sueño de Madrid para acoger los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016 se esfumó en Copenhague (Dinamarca) en 2009, cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) votó por Río de Janeiro (Brasil), con lo que Mariano Ruiz retornó a la Dirección General de la ONCE como técnico de la Dirección de Cultura.
 
En 2011 saltó al Consejo General de la ONCE, al principio como presidente de la Junta Electoral para los comicios internos de esta institución y ahora como coordinador técnico de Servicios de Apoyo.
 
“Cada etapa profesional es distinta y se piensa de distinta forma. Tengo muy buenos recuerdos de cuando la candidatura olímpica y paralímpica y en la FEDC estuve nueve años, donde hubo épocas buenas y épocas peores”, recalca.
 

Un deportista singular

 
Sin embargo, la faceta por la que es más conocido Mariano Ruiz por el público en general es la de atleta. No en vano, logró tres medallas de oro paralímpicas, en los 1.500 y los 5.000 metros de Seúl’88 y los 5.000 metros de Barcelona’92.
 
Mariano Ruiz, durante su etapa como coordinador paralímpico de Madrid 2020“Mi afición al deporte empezó en la escuela de Mudá, cuando tenía 10 años. Como veía poco, el maestro me sentaba y me decía que no hiciese nada cuando había gimnasia. Pero cuando íbamos a correr a campo abierto, me sentía más libre y ganaba”, comenta.
 
A partir de entonces, comenzó a practicar atletismo de fondo más asiduamente y participó en algunas carreras. En 1977, cuando estudiaba primero de BUP, debutó en unos campeonatos interescolares de la ONCE en Alicante y participó en el Campeonato de España que organizó la ahora desaparecida Federación Española de Minusválidos, donde logró su primera medalla.
 
Su primera competición internacional llegó con los Juegos Paralímpicos de Arnhem’80. En el Estadio Olímpico de esta localidad holandesa no obtuvo ninguna medalla en los 400, los 800 y los 1.500 metros y regresó a España antes de la ceremonia de clausura porque tenía que examinarse para la selectividad.
 
Algo similar ocurrió con la cita paralímpica de Nueva York’84, sólo que renunció a correr una final porque, ya en la universidad, consideró más importante afrontar un examen de derecho financiero, que aprobó.
 
“Para mí, el deporte siempre fue un hobby, no un reto. Hacía deporte como un juego para mí. Nunca cambié el chip y era una cosa secundaria, aunque me ha ido bien, pero tenía las cosas muy claras: debía formarme, sacar los estudios y la carrera. Nunca puse el deporte por encima de mi formación y en los campeonatos internacionales lo tuve muy claro”, explica.
 
Aún así, alcanzó la gloria al subir dos veces a lo más alto del podio en los Juegos de Seúl’88, con sendos récords paralímpicos en los 1.500 metros (4’05”53) y los 5.000 metros (15’23”05), y en una ocasión en Barcelona’92, con récord paralímpico en los 5.000 (15’07”16), si bien se quedó a poco más de un segundo de la medalla de bronce en la prueba reina del medio fondo.
 
Además, Ruiz compitió en los Juegos Paralímpicos de Atlanta’96, donde fue cuarto en los 5.000 metros, a dos segundos del podio, y en los de Sidney 2000, donde se retiró por agotamiento en el maratón a cuatro kilómetros de la meta cuando marchaba en primer lugar. “Desde entonces, no he vuelto a participar en ningún campeonato, aunque participo en carreras populares”, remarca.Mariano Ruiz
 
Mariano Ruiz recuerda con agrado su etapa deportiva de la segunda mitad de los años 80, cuando “corría carreras integradas (con atletas sin discapacidad) y ganaba o quedaba segundo o tercero porque me equivocaba al no ver la meta, y eso llamaba mucho la atención”.
 
“Recuerdo una anécdota en la Carrera del Agua, en Madrid, que sale del depósito del Canal de Isabel II en la Plaza de castilla y termina en el depósito de Isabel II en Islas Filipinas. Iba primero y tenía que entrar en el parque del Canal por la calle Santander, donde había que dar una vuelta a la instalación por la parte de fuera. Fui a entrar en la meta y me dijeron: ‘Te queda una vuelta’. Me frené en seco justo enfrente de un quiosco de cervezas y me sacaron en el periódico por ello”, argumenta.
 
Actualmente, Ruiz continúa haciendo deporte prácticamente a diario por motivos de salud. “Tengo un corazón bastante hipertrofiado, con 44 pulsaciones en reposo. Con el esfuerzo, el corazón de un corredor de fondo se adecua a la realidad: las válvulas se dilatan, se quedan más abiertas y bombeas mucha más sangre”, cuenta.
 

“Concienciar a la gente”

 
Por otro lado, Mariano Ruiz comenta que “las personas con discapacidad pueden hacer, con determinadas adaptaciones, lo mismo que hace una persona con discapacidad” y apunta que hay mayor conciencia social en los últimos años en este sentido.
 
“Todavía queda mucho por hacer. Es importante concienciar a la gente de que se supriman las barreras que se ponen en las calles, en cualquier ciudad, y que eso se tenga en cuenta, que los profesionales pidan opinión a los profesionales, como la ONCE, el CERMI y las organizaciones de personas con discapacidad. Por ejemplo, en la plaza donde vivo pusieron bolardos del mismo color del suelo. Pedí que se cambiaran y lo hicieron porque en aquel momento trabajaba en el Ayuntamiento de Madrid”, agrega.
 
En materia de empleo, Ruiz abunda en que la persona con discapacidad suele partir en desventaja. “En igualdad de condiciones, suelen coger a una persona que no tenga discapacidad. Por mi experiencia, si tienes discapacidad tienes que demostrar que eres un poco mejor que el otro para trabajar”, añade.
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