"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Activista
José Luis Martínez Donoso, director general de Fundación ONCE
De caciplero a activista
11/12/2020
Blanca Abella
José Luis asegura que es un niño hiperactivo, porque su sensación hoy es parecida a la de entonces, hace años, cuando intentaba que todo fuera en sentido positivo. Los 30 años que lleva unido a la ONCE, con lazos irrompibles, son su referencia más cercana en el tiempo, sin embargo, en un repaso vital, se detiene con más detalle en su infancia y juventud, para explicarse y relatar con cierta nostalgia la esencia de una vida, la de un activista que ejerce la elección preferente de la acción ante la quietud.
A los 11 años la vida quiso que ese excedente de energía tuviera que canalizarlo de otra forma, fue cuando sufrió un desprendimiento de retina y también cuando perdió a su madre. Entonces comenzó el "cuidado de niños, aprender braille, seguir estudiando bachillerato y sacar buenas notas... y llegaba por las noches a casa agotado, físicamente pero no mentalmente", explica.
A los 14 años viaja a Madrid, donde continúa con el estudio del braille y, para sobrevivir, tenía que vender y repartir periódicos en Carabanchel; "conseguía recursos para pagar una habitación en Villaverde", relata. Y con una gran dosis de humor recuerda el colegio en el que continuó sus estudios, el de la ONCE, "donde convivía con 400 ciegos juntos en un paseo lleno de columnas... ¡Las leches que se metían eran increíbles!"
De los mandados a los grises
Como seguía teniendo energía de sobra y no contaba con los mandados de una madre, José Luis ocupaba su tiempo en muy diversas actividades. En aquellos años, vivió lo que él define como "mis primeros escarceos en temas de política", que se saldaron con su mi primera retención, "y me llevaron los grises", asegura. “Me había encadenado a modo de protesta porque un profesor de literatura de nuestro colegio había sacado plaza para profesor de instituto, pero fue rechazado por ser ciego... era el año 73, y todo iba bien hasta que uno inicio la canción ‘No nos moverán’”, recuerda Donoso.
Con 17 años decide dejar los estudios y comenzar a trabajar y con apenas 20 “aparece por primera vez en mi nómina la palabra jefe”. También con 20 años decide formar una familia y poco después, casado, con os hijas y un trabajo, decide volver a la universidad para terminar sus estudios.
“Pero esto solo es posible si encuentras tres situaciones en la familia: comprensión, respeto y sacrificio”, asegura José Luis. “Y como me quedaba tiempo libre, fui presidente de la coordinadora del sindicato de estudiantes de Asturias y me tocó ser un activista, montar huelgas, venir a Madrid y negociar con Rubalcaba para que la reforma educativa saliera adelante”, recuerda.
Regreso a casa
Y desde entones, durante 30 años ya, José Luis permanece en este mandado, con mucha energía y sin parar de trabajar, aseguran que metiéndose en todos los charcos, haciendo un trabajo de equilibrios para no decir a la gente que no, aunque él prefiere definirse como ‘caciplero’, “se dice mucho en Asturias y significa meter las narices en todas partes”. También se empeña en asegurar que “no tiene mérito ninguno porque nací así y las circunstancias de la vida me llevaron a tener que aprovechar esa energía”. Pero hay quien le define como ‘conseguidor’, porque consigue, sobre todo, lo que afecta a las necesidades de las personas.
Tras 20 años como director general de Fundación ONCE, José Luis insiste en dar las gracias porque este trabajo “me ha enriquecido como persona y como profesional” y porque “me han dejado hacer”. Cuando intenta identificarse con el término que el CERMI utiliza en su reconocimiento, el ‘Premio Cermi.es 2020’ en la categoría Activista-Trayectoria Asociativa, busca la palabra ‘activista’ en el diccionario y se queda con una referencia que encuentra en wikipedia, donde el activista es el que ejerce la elección preferente de la acción ante la quietud.
