A finales de los años 60, como muchos otros andaluces, los padres de Javier decidieron emigrar buscando una vida mejor, sobre todo con más trabajo. Llegaron a Ibiza, donde se reunieron con algunos familiares, y comenzó una nueva vida para ellos, sobre todo en 1971, cuando nace José Manuel, el mayor de sus hijos. 

 

Desde sus primeros días, debido a la parálisis cerebral, José Manuel requirió muchas atenciones especializadas y las visitas de la familia a médicos de Barcelona se hicieron tan frecuentes que, pocos años después, decidieron de nuevo buscar un hogar más adecuado a sus circunstancias. Javier era un bebé, pero recuerda los continuos viajes de Ibiza a Barcelona en barco y avión y las horas que pasaba, junto a su madre y su hermano, en las salas esperas y consultas de médicos. 

 

“Mi experiencia personal en el mundo de la discapacidad comenzó así, visitando médicos de mi hermano y ayudando a mi madre, sobre todo cuando tenía que subir y bajar a mi hermano en brazos por las escaleras, pues mi casa no era accesible ... con el tiempo a mi madre le ha salido de todo, con tanto esfuerzo físico, a pesar de que cambiábamos de piso a menudo buscando mejorías, primero unas escaleras más anchas, luego un piso bajo, luego ascensor...”

 

 

Su casa no estaba en Barcelona, pero sí cerca, en Santa Coloma, que contaba con algunas ventajas que luego han hecho de Javier un auténtico agitador social y un vecino ejemplar, sobre todo porque tuvo la suerte de coincidir con Manuela de Madre en la alcaldía, “una persona con mucha sensibilidad hacia el sector y por eso Santa Coloma es pionera en creación de servicios para la discapacidad”. 

 

En esa pequeña ciudad, en ese vecindario, había en los años 70 un par de organizaciones de discapacidad, eran Cemfis y Aspanide. “Cemfis fue creada en 1978, era solo para personas con discapacidad física, pero como no había muchas entidades al final acudían allí con todo tipo de discapacidades y ahora contamos con socios históricos que tienen discapacidad intelectual, otros auditiva, física… “

 

Los padres de José Manuel y Javier acudieron a estas organizaciones solicitando ayuda, y recibieron mucho más, se convirtieron en parte de su familia y las vidas de unos y otros han discurrido en paralelo, y siguen haciéndolo. Javier recuerda esos tiempos con una nostalgia agradecida y un sentimiento fraternal muy especial: “Me gusta recordar ese tiempo pasado por todo lo que han tenido que currar las personas que ahora son mayores y por todo lo que hemos pasado; aunque nunca he tenido ningún tipo de vergüenza de llevar a mi hermano a cualquier sitio, como le ocurría antes a mucha gente que escondía a sus familiares con discapacidad, en nuestro caso, donde no entraba él, no iba nadie, anteponíamos a la persona, a mi hermano, y el movimiento”.

 

Asegura Javier que esa actitud y la lucha diaria de unos padres, de familiares y de vecinos organizados, son las que logran que la propia sociedad cambie: “Y yo prefiero eso antes que montar jaleo, o hacerlo en plan guerrero, rompiendo bordillos”. Se sonríe entonces con cierta complicidad cuando relata que tiene fotos de algunos compañeros del movimiento de la discapacidad rompiendo los bordillos de las aceras porque no eran accesibles, aunque también reconoce que “a veces he tenido problemas y casi llegar a las manos cuando era joven, no entraba en mi cabeza que vieran a las personas con discapacidad diferentes o bichos raros, y eso nunca lo hemos aceptado ni tolerado...”

 

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Sus circunstancias familiares le llevaron por este camino, pero luego fue decisión suya implicarse más y formaba parte de las organizaciones como voluntario, hasta que de nuevo la vida le hizo cambiar el rumbo. Con 25 años, a Javier le detectaron un cáncer de huesos muy agresivo: “Para mí fue un choque, pero no un trauma, yo estaba en ese movimiento y sabía lo que podía pasar o no y conocía el tema de las ortopedias... ya he salvado la pierna dos veces, no me la han amputado ni siquiera en la recaída cinco años después, ya que al ser joven, deportista y sano, optaron por ponerme una prótesis, era un kit entero, de fémur rodilla y tibia, una prótesis experimental que me fue bien pero a los cinco años hubo un rechazo y me la quitaron, entonces me hicieron estiramiento de huesos, alargamiento de tibia”. 

Tuvo que dejar de trabajar, pero también aprovechó para finalizar algunos estudios, y ya desde el año 2000, cuando le reconocieron una incapacidad permanente absoluta, dedica todo su tiempo al movimiento de la discapacidad y al activismo social en general. “Sigo con la lucha”, afirma orgulloso, pero explica que amplía esa actitud a todos los sectores posibles y pertenece a asociaciones vecinales, a cofradías, a todo aquello que le acerque a las personas de su entorno y ponga “en primera fila a la persona con discapacidad”. Su implicación en Cemfis fue absoluta, aprendiendo de los veteranos, como José María Ballesteros, o Paco Martínez, ex presidente de la asociación, a los que nombra varias veces en su relato con auténtico agradecimiento, y contribuyendo a su evolución al proponer nuevas formas de trabajo y proyectos innovadores.

 

Asegura que le gusta “tender puentes”, porque “no soy persona de conflictos, quiero hacer críticas constructivas”, pero sobre todo ejerce una continua “labor de calle y de vecino, defiendo la entidad base, las estatales están muy bien y son necesarias, pero se tienen que nutrir de las bases y de la gente, que estamos directamente con esas personas, con ese vecino, ese amigo, estamos en la calle y recorremos cada casa ... todo lo que consigue por ejemplo el CERMI, luego lo bajo a la calle, lo llevo a todas esas personas, por ejemplo, utilizamos mucho el documento que se hizo sobre la Ley de propiedad horizontal para aconsejar a nuestros vecinos y compañeros...” 

 

Habla de la cultura inclusiva, de la accesibilidad, del voluntariado, que ejerce también en colaboración con hospitales, y de sus vecinos, o de su ciudad, que ha sido distinguida “como una de las cinco ciudades no capitales más accesibles que hay ahora mismo y es por el trabajo conjunto de ayuntamiento y entidades de la ciudad”. Es presidente de Cemfis y colaborador o socio de Amputats Sant Jordi, Natura i Salut, Asociación de vecinos, Acime, Hospital de Campaña de Santa Ana (para personas sin recursos que viven en la calle) Hermano Mayor de la Cofradía del Cristo de la Vera cruz y Santísima de los Dolores, Congregación del Cristo de la Buena Muerte de Barcelona, Entidad Isanna Cafu de Gambia. Además, forma parte de la Junta de Cocemfe Barcelona y Cocemfe Cataluña y representa al movimiento en diversos órganos de gobierno del ayuntamiento de Santa Coloma, donde cuenta siempre con el inestimable apoyo de su alcaldesa, Nuria Parlon.