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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 29 de julio de 2016cermi.es semanal Nº 223

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Activistas

María José Pujol, Fundadora y Directora General de Icaria Iniciatives Socials

Afinidades electivas para la mejora social

29/07/2016

Blanca Abella

Comenzó siendo pura atracción o empatía, “feeling”, afirma Mª José. Era una estudiante de biología que buscaba un trabajo compatible con sus estudios. Así conoció a seis chicos especiales y así se inició esta particular historia de amor, de lucha y de sentimiento, ese feeling. Y por ellos, y por los que después vinieron, dejó la carrera de biológicas para estudiar Ciencias de la Educación, creó una escuela especial para chicos con discapacidad intelectual, luego un Centro Especial de Empleo, también un Centro Ocupacional y un albergue turístico, organizó encuentros de negocios con valor social, estudió un máster y sigue luchando, día tras día, por ellos, porque “son los que te dan la fuerza de la vida para continuar”.

María José Pujol, Fundadora y Directora General de Icaria Iniciatives SocialsEmpecé por casualidad”, asegura Mª José Pujol, “estaba estudiando biológicas y fui a pedir trabajo de monitora en una escuela de la zona de Sarriá, en Barcelona”. Pero en ese momento, un profesor dejaba su plaza y no encontraban sustituto. “El director me ofreció la tutoría de una clase donde había seis niños con problemas de aprendizaje”. 
 
Entonces no existía la inclusión educativa y los niños habían sido aceptados en esta escuela por una mera cuestión económica, de facturación. De hecho, a Mª José la explicaron que no se preocupara por el aprendizaje, que solo debía procurar que estuvieran limpios y no se hicieran daño. “Sin embargo, cuando les enseñabas algo, aprendían, y eran muy agradecidos porque en aquella época la atención para estos alumnos debía ser poquita. Intentabas enseñar cosas y las aprendían, más lentamente, pero aprendían…  Vi que tenía feeling con estos seis niños que había en esta clase”. Y así empezó todo.
 
La escuela acabó cerrando y los profesores y trabajadores ayudaron a recolocar a los niños pero quedaron sin plaza los seis alumnos especiales de Mª José y alguno más de otras clases. No los admitió ninguna escuela ordinaria. “En aquel momento estaban indefensos, no los querían en ninguna escuela ordinaria y los padres no sabían dónde llevarles ni qué hacer con ellos y con esta cosa intrépida que te da la juventud, dije a esos padres que no se preocuparan, que ya abriríamos una escuela nosotros”, asegura Mª José con naturalidad, como si abrir una escuela tan especial fuera sencillo, solo cuestión de feeling…
 
En septiembre de 1976 abrió la escuela de educación especial Taiga, en un espacio cedido, en la planta baja de una casa. “Tuvimos la suerte de que al venir de una escuela ordinaria trabajamos con programas normalizados, igual que el resto de niños, pero creamos una programación más metodológica y más desmenuzada”. Mª José estaba inventando un sistema que más tarde se adaptaría en la escuela ordinaria, en la educación inclusiva por la que tanto se lucha todavía. “Desde la ignorancia salió bien”, afirma.  
 
TaigaPara lograr que su aventura fuera sólida dejó la carrera de biológicas y empezó a estudiar Filosofía y Letras y Ciencias de la Educación, en la especialidad de Pedagogía terapéutica. “Tuve un profesor de metodología de la ciencia que me marcó muchísimo porque me dijo que tenía que pensar de dónde iban a venir más niños y a dónde quería conducirles, porque una escuela ordinaria puede ser difícil pero lo que nosotros estábamos haciendo, que era bastante pionero entonces, había que organizarlo muy bien”.
 
Pero no era suficiente, la escuela se quedaba pequeña en un mundo tan grande, ¿dónde iban a ir a parar los jóvenes cuando terminaran su aprendizaje? “Lo que hicimos fue prepararlos para trabajos auxiliares en empresas ordinarias pues vimos que no podían estudiar la Formación Profesional que había entonces y mucho menos una carrera universitaria”. Mirando a su alrededor y escuchando a los demás, aprendiendo de todos es como Mª José ha ido avanzando en su lucha, gracias también a su propia fortaleza y la de sus compañeros. Así, observaba como en aquella época había mucha gente que trabajaba sin contrato en empleos auxiliares, por ejemplo los botones habituales de bancos y negocios similares, trabajadores que compraban los bocadillos a los jefes o demás empleados, que llevaban la prensa, las cartas… O aquellos que trabajaban cerca de sus casas, en farmacias o colmados, como repartidores. Y decidieron enseñarles a los jóvenes este oficio.
 
Y así lograron que muchos de ellos salieran de la escuela al trabajo, pero ocurrió que luego todo comenzó a regularizarse, se ordenó algo más la cuestión laboral y mayoritariamente se hacían contratos de trabajo, “todo el mundo empezó a cotizar en la seguridad social y nos devolvieron a la mayoría de los trabajadores, ya no les querían pagar un salario fijo y darles de alta en la seguridad social”.
 
Y entonces, por el ímpetu de la juventud que aun disfrutaba, por el feeling, por el afán de lucha, “decidimos intentar montar una empresa donde pudieran ganarse la vida”. Reinventarse ha sido una de las grandes tareas de esta mujer, reinventarse y luchar. “Igual que ahora todo el mundo recurre a las nuevas tecnologías o temas relacionados con Internet, en los años 80 el recurso era el tema de la imprenta, las gráficas (calendarios, poster, tarjetas, tarjetones, adhesivos…) todo iba por el sector de la impresión gráfica y aunque nos parecía un oficio complicado, se lo podíamos enseñar”. Gráficas Icaria
 
Les empezamos a enseñar este oficio y cuando tuvimos el primer curso formado fui al gremio de industrias gráficas, que estaba muy verde en los años 80, y me dijeron que era muy difícil y me dieron calabazas y entonces decidimos montar un Centro Especial de Empleo”. Mª José decidió asesorarse en la federación de Madrid e inició también una nueva relación con el ministerio de Trabajo, pues solicitaron subvención por crear puestos de trabajo. Además, contó con la ayuda de la ONCE para lograr el local. “Creamos nuestro primer CEE, Icaria Gráficas, que todavía existe”. Era septiembre de 1991.
 
Al mismo tiempo que creaba la empresa, había que buscar una salida para ese negocio, clientes, que era lo más difícil para ellos, pero pensaron que entre amigos, conocidos y otros recursos, saldrían adelante. Y así ha sido. Pero además, para afrontar esa línea empresarial Mª José decidió estudiar un Máster “porque vi lo que costaba la contratación de un profesional, un gerente, y pensé que no lo podríamos pagar en la vida y entonces hice un Máster yo misma”. Con lo poco que tenían pagó el Máster, ajustándose siempre a su pequeña economía, “siempre hemos ido justitos, llevamos 40 años yendo justitos”.
 
Metida de lleno en este mundo, las necesidades se iban ampliando, o quizás es que las iban descubriendo poco a poco. “Vimos que había gente que salía de la escuela y no tenía capacidad para trabajar así que en el año 95, en septiembre, abrimos el Centro Ocupacional Bogatell, porque aquí está muy diferenciado lo que es laboral de lo que es ocupacional”. 
 
Imagen de la web de Icaria Iniciatives SocialsPero el tiempo pasa y la vida cambia. Mª José es consciente de que hay que seguir luchando, hay tantas cosas que hacer todavía y tantas que deben cambiar o reinventarse, que no es posible parar. Y así ocurrió con Icaria Gráficas, que había crecido muchísimo en volumen de facturación, trabajo y empleados con discapacidad, pero que alrededor del año 2000 empezó a sufrir caídas en una parte importante de su actividad. “Ha sido un reinventarse constante”, explica Mª José. 
 
Muchos empleados de Icaria Gráficas quedaron sin trabajo y había que buscarles otro. Y de nuevo se pusieron a pensar y a escuchar a los demás, a aprender de todo. “Pensamos en otra actividad económica que no estuviese sometida a la globalización o las nuevas tecnologías, porque en algunos casos es muy difícil para las personas con discapacidad psíquica trabajar con máquinas digitales. Y surgió la idea del albergue Inout, porque en un programa en televisión vi que en Barcelona no había casi oferta de albergues de juventud, que estaban muy extendidos por toda Europa y, por otra parte, el concejal de nuestro distrito donde estaba ubicada la escuela nos comentó que tenía una finca y no sabía qué hacer con ella… y uniendo una cosa con la otra, pensé que se podía hacer algo y además dio la casualidad de que una amiga había ido de viaje a esquiar a  Suiza y allí había visto una camarera con síndrome de Down. Si puede haber uno, puede haber muchos”. 
 
Y a partir de entonces empezaron a trabajar la idea del Inout Hostel, que fue el primer servicio de hotelería de Europa con el 95% de personal con discapacidad, mayoritariamente psíquica, en su plantilla. Abrieron el 26 de abril de 2004. “En el hostel tenemos 258 camas, es bastante grande, y un restaurante abierto al público, y capacidad para ampliar un poco más y vamos a ver si la facturación sigue creciendo porque en estos dos últimos años ha sido espectacular el crecimiento de la facturación, y esto nos ayuda a luchar contra los recortes”.
 
Adaptándose a los tiempos, de nuevo, Mª José y su equipo organizó, en diciembre de 2012, un encuentro, “Business with social value” (Negocios con valor social) para poner en contacto, en actividades única y exclusivamente de networking, empresas mercantiles con empresas sociales, en este caso CEE o empresas de inserción sin ánimo de lucro. “Nos salió muchísimo negocio a raíz de este encuentro. Los resultados son muy positivos, no es una feria, son reuniones y alrededor de un 60% de las empresas mercantiles que participan, luego compran productos y servicios. Estamos contentos con esta idea porque si en algún momento la sociedad va retirando su apoyo, tenemos una forma de defendernos, aunque no podemos renunciar a ninguna subvención y hay que luchar por ellas, pero de momento hay que facturar más y este es un buen espacio para poder hacerlo”.
 
Todo este camino queda recogido en 'Icaria Iniciatives Socials', una organización no lucrativa que tiene como objetivo constitucional la educación y la integración social y laboral de niños y adultos con discapacidad intelectual. Cuenta con 4 centros en Barcelona: la Escuela de Educación Especial TAIGA (1976), el Centro especial de Empleo Icaria Gráficas (1991), el Centro Ocupacional Bogatell (1995)y el Centro Especial de Empleo INOUT Hostel (2005). 
 
Fiesta de graduación en TaigaMª José se siente feliz con su elección, con esta lucha continua, “estoy encantada de la vida, además tenemos un equipo fantástico, estamos rodeados de personas que valen mucho, pero estamos siempre sufriendo, porque es un sector en el que se sufre, porque cuando no te recortan se cae un cliente, siempre hay problemas, aunque siempre satisfacción. Lo mejor son ellos, son los que te den la fuerza de la vida para continuar”. 
 
Pero no puede pararse, asegura que tiene que continuar creciendo porque la demanda sigue creciendo y los tiempos plantean nuevos retos. “Por suerte la economía social y la sostenibilidad son cada vez más imprescindibles y los economistas reconocen que tiene que estar dentro de la sociedad y de la empresa, con lo cual tenemos algo a nuestro favor, no todo va a la contra y eso nos va a permitir tener empresas más estables, porque empresas como las nuestras, no lucrativas, con un fin social, pero siempre con problemas económicos, tienen que ir desapareciendo, tenemos que entrar en un periodo en algún momento en el que tengamos un poco más de tranquilidad económica. Estabilidad económica y poder crecer y crear proyectos chulos sin tener que sufrir. Luchar hay que luchar, pero es distinto a sufrir. Puedes luchar sin sufrir”. 
 
Y despidiéndose de la charla, Mª José hace un breve recuento de algunos momentos, de algunos trabajos y de la necesidad de seguir luchando. “Fuimos pioneros en la inclusión de niños con síndrome de Down en escuelas ordinarias y en nuestras empresas teníamos un 25% de rotación de trabajadores y también un 28% de trabajadores con más de un 65% de discapacidad, que estaban trabajando, porque pueden hacerlo, con más apoyos o jornadas reducidas… pero la crisis ha hecho estragos en estos trabajadores y tenemos que recuperar las subvenciones por ellos, porque tienen que poder trabajar y desarrollarse. El trabajo ayuda mucho a crecer personalmente”.
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