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viernes, 15 de junio de 2018cermi.es semanal Nº 306

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más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Activistas

Bernardo Díaz: “Hay muchísimas cosas por las que luchar en la vida”

15/06/2018

Rafael Olea

“Hay muchísimas cosas por las que luchar en la vida, no podemos conformarnos”. Esta frase de Bernardo Díaz Salinas evidencia su personalidad y resume una vida dedicada a “avanzar con la sociedad civil en favor de los colectivos más vulnerables”. El activismo de Bernardo ha englobado múltiples ámbitos. A nivel laboral, pugnó por acercar la tecnología a la discapacidad y dotarla de fondos. A nivel personal, fue uno de los pioneros en la introducción de la lectura fácil y la normalización de la discapacidad intelectual. Ahora, ya jubilado, emprende nuevos retos, como el de construir las primeras viviendas colaborativas (cohousing) intergeneracionales de España.

Bernardo Díaz Una breve conversación con Bernardo Díaz Salinas rápidamente permite dilucidar que es una persona con una profunda inquietud en todos los ámbitos de la vida: social, cultural, profesional… Madrileño, con orígenes pucelanos por parte materna, Bernardo desempeñó puestos de gran responsabilidad como ingeniero de telecomunicaciones. Fue director en entidades como el Centro Superior para la Enseñanza Virtual (CSEV), la Fundación Parque Científico Tecnológico Universidad de Las Palmas, la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid, o la Fundación Parque Científico de Madrid, entre otras.
 
En su vida, hubo un hecho crucial que incrementó el compromiso de Bernardo de trabajar por un mundo mejor: el nacimiento de Judith, su tercera hija.
 
“Durante muchos años”, afirma, “fui un poco cabeza cuadrada como corresponde al típico ingeniero de telecomunicaciones, pero al nacer Judith cambió mi vida”. Ese hito motivó a Bernardo a estudiar qué podía hacer personal y profesionalmente a favor de la discapacidad, a la vez que también se comprometió a no recibir retribución económica alguna a consecuencia de su activismo social.
 
Judith nació con síndrome de Down hace ya 37 años. Como a muchos niños y adolescentes, a ella también le gustaba leer, pero en la España de los ochenta y noventa era más difícil que pudieran disfrutar de la lectura todas las personas, puesto que apenas existían libros en lectura fácil.
 
Bernardo reaccionó e impulsó acciones para que su hija y otros niños con discapacidad intelectual también pudieran leer. Tenía claro que no iba a permitir que Judith y otros niños se quedaran sin disfrutar de cuentos y novelas.
 
A través de la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (FEAPS), entidad hoy conocida como  Plena Inclusión, Bernardo Díaz comenzó una activa militancia social. 
 
Bernardo Díaz junto a su esposa y su hija JudithAl frente de la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM), donde fue director general entre 2000 y 2008, comenzó “un activismo más activo y real”, al contar con todo el potencial de recursos de esta entidad con los que poder ayudar a la discapacidad. “La FUAM”, explica, “tenía como misión fundamental servir de puente entre la universidad y la sociedad, al poner a su disposición las capacidades de investigación, docencia y colaboración de la universidad”.
 
Bernardo dirigió la FUAM desde el año 2000 hasta el 2008. Su activismo social se mantuvo posteriormente como director gerente de la Fundación del Parque Científico y Tecnológico de la Universidad de Las Palmas (2010-2011) y como creador y director general adjunto del Centro Superior para la Enseñanza Virtual (CSEV) de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), entre los años 2011 y 2015.
 

Activismo tras jubilación

 
Conforme transcurría el tren de la vida, Bernardo Díaz decidió abrir, al margen de la discapacidad, otro frente de batalla en el que poner en liza su activismo social: mejorar también la vida de las personas mayores.
 
Hoy, ya jubilado, asegura que “a uno no le apetece estar en una residencia por lo que esto significa de dejar de decidir sobre su propia vida”. Esta afirmación le motivó a buscar un sistema que aunara que los mayores vivan dignamente en sus propias casas y también cuenten con viviendas independientes para su hija y otras personas con discapacidad.
 
La solución no era fácil, pero la encontró. Miró en el extranjero y optó por apostar por las viviendas colaborativas (también conocidas por su término inglés ‘cohousing’), pero adaptándolas para que puedan ser usadas tanto por mayores, como por personas con discapacidad física o intelectual, así como familias con hijos para dotarlas de un carácter intergeneracional.
 
El resultado es el ‘Jubilar Villa Rosita’, el nombre de las viviendas colaborativas que Bernardo, junto con otros emprendedores sociales, construye en la localidad madrileña de Torrelodones y que será realidad previsiblemente en el primer semestre de 2020. “Está formado”, comenta Bernardo, “por un grupo de amigos que sentimos que envejecer bien es envejecer en compañía, compartiendo y ayudándonos solidariamente”.Jubilar Villa Rosita
 
El ‘Jubilar Villa Rosita’ es una zona residencial que constará de entre 20 y 30 viviendas –desde estudios hasta casas de una, dos y cuatro habitaciones– orientadas alrededor de un espacio y casa común. La idea es, según la presentación de esas viviendas colaborativas, “recrear un clásico vecindario de amistad y cooperación, socialización y soporte mutuo”. 
 
Una característica diferencial de estas viviendas colaborativas sobre otras existentes o en proyecto está en la composición de los residentes, puesto que el ‘Jubilar Villa Rosita’ será intergeneracional –residirán padres con hijos– y se fomentará la atención integral centrada en las personas. 
 
Además, contará con lo que Bernardo denomina un ‘piso supervisado, en el cual podrán residir tanto Judith como otros jóvenes con discapacidad. “Queremos para ellos una vida mucho más autónoma que en un piso tutelado”, afirma el activista.
 
El ‘Jubilar Villa Rosita’ contará con un modelo de atención integral centrado en las personas, con equipamientos y servicios que garanticen el bienestar social. Para ello, se organizarán en cooperativa y se regirán en modelo de autogestión. 
 
La cooperativa será la propietaria del inmueble y sus socios tendrán cedido el uso vitalicio de las viviendas colaborativas y las zonas comunes. Cuando un cooperativista quiera marcharse, será la cooperativa la que venda y, por tanto, establezca los criterios de admisión. La persona que se marche recuperará el dinero invertido, más las inversiones realizadas para su mejora y algún porcentaje sobre el IPC. 
 
“No es un negocio especulativo. La cooperativa es la titular del crédito para la construcción y no sus socios individualmente, lo que permite fácil acceso a créditos hipotecarios a largo plazo, casi inaccesibles a las personas mayores de 65 años”, afirman Bernardo y el resto de los promotores de ‘Jubilar Villa Rosita’ en la presentación de estas viviendas colaborativas.
 
Bernardo no ha conseguido el apoyo de las instituciones para la construcción de su sueño, salvo el Ayuntamiento de Torrelodones, que ha dado el visto bueno a su construcción sobre terreno dotacional. La financiación corre a cargo de Fiare Banca Ética. Además, el ‘Jubilar Villa Rosita’ tendrá que conservar parte de un edificio de 1920 y del arbolado que existía en la parcela, al estar protegido por Patrimonio. 
 
Como se mencionaba anteriormente, en 2020 se materializará este sueño de viviendas colaborativas de Bernardo Díaz Salinas. Para entonces, este activista seguramente haya emprendido nuevos proyectos sociales tras una vida dedicada en gran parte a mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad.
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