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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 13 de septiembre de 2013cermi.es semanal Nº 91

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Activistas

Miguel Laloma

Un ciudadano puro y duro con carnet de moto

Director del Área de Socios de la Fundación SERES

06/09/2013

La hazaña de lograr un carnet de moto no parece algo tan grandioso ni merecedor de titulares a toda página, a no ser que el dueño de ese documento sea una de las pocas personas con discapacidad de nuestro país que conduce una motocicleta. Miguel Laloma ha luchado por éste y por muchos otros derechos que reclama como un ciudadano más.

“Yo soy una persona normal”. Insiste una y otra vez. Lógico, lo es. Miguel Laloma tuvo una infancia común y una adolescencia como la de cualquier otro. Salvo algún detalle, y es que en ocasiones necesitaba adaptaciones para sus estudios o exámenes y las conseguía a menudo él solo, usando algo de ingenio y mucho de autonomía y afán de superación. “Estudié con los problemas que puede encontrarse una persona con una discapacidad pero en lugar de buscar a un tercero que me ayudase a superarlos los intenté resolver yo, la adaptación de exámenes, de horas, de partes físicas para hacer los exámenes”.

Lo mismo ocurría cuando se planteaba sacarse el carnet de conducir, o el de moto. Chocaba con la burocracia y con cierta desconfianza, pero no se conformaba con una negativa.  “Soy de las primeras personas con carnet de moto y de las primeras que lleva un coche no automático, sino manual. Cuando quise sacarme el carnet de conducir no fui a ninguna entidad de la discapacidad fui a tráfico a explicar cómo podía conducir un coche manual. Cuando me dijeron que no podía llevar una moto, cogí legislación, me pequé una empollada y les dije, sí puedo”.

Superadas las etapas básicas de la formación, Miguel Laloma quiso iniciar su carrera laboral, eso sí, sin dejar de aprender, estudiar e investigar. Fue entonces cuando entró en contacto con el mundo de la discapacidad, ya que logró una beca en una empresa de la Fundación ONCE. “Cuando terminé la universidad hice el máster para licenciados de la ONCE, en gestión de Pymes, y ahí tomé contacto con la discapacidad pues empecé a trabajar con la Fundación ONCE”.

Ha trabajado en muchas empresas de la ONCE y su fundación, en Sadepán, en Móstoles, en Pilsa, de limpieza, en Astorga trabajó como gerente en un CEE de ropa y después colaboró en la puesta en marcha del programa Inserta. “Ahí empecé a conocer proyectos de inclusión laboral ajenos al mundo de la discapacidad. Con Inserta se ponían en marcha empleos en empresas ordinarias y es cuando entendí que había una forma diferente de hacer las cosas, una forma más normalizada; se tienen en cuenta criterios de discapacidad pero también criterios de mercado ordinario”.

Asegura con insistencia que la entrada en este mundo le permitió aprender mucho. “Me tocó viajar, ir a proyectos nuevos, empresariales, aunque entonces tenía una parte muy negativa para mí, que era viajar constantemente y no arraigarme en ningún sitio nunca, y una parte muy buena y positiva y es que me permitió aprender muchas formas de hacer negocio, de hacer empresa, de integrar la discapacidad”. Y así llegó a la idea que hasta hoy mantiene a la hora de afrontar la discapacidad: “Creo que en discapacidad se pueden hacer las cosas de forma distinta, no tan volcados hacia dentro, sino buscando lo bueno que hay en la sociedad, siguiendo un poco los modelos americanos de puesta en marcha, de emprendimiento de discapacidad”. Aprendió a reivindicar sus derechos como uno más: “Yo soy una persona normal que reivindica sus derechos como una persona normal, el derecho a estudiar o lo que sea, como ciudadano puro y duro”.

Tras su experiencia en Inserta, Laloma trabajó en Personalia, donde conoció de cerca el mundo de la tercera edad: “aprendí mucho de envejecimiento y me gustó bastante”. Pero siguió buscando nuevos rumbos y formas distintas de trabajar. “En paralelo a estos trabajos empecé a hacer el doctorado y para ello hice investigaciones que consideraba de valor y que luego fueron bien acogidas por el mundo de la discapacidad y las presenté a concursos de investigación y gané varios premios, como el primer premio de investigación de Forética, con un proyecto sobre discapacidad y empleo”.

Su pasión por el conocimiento y la búsqueda de soluciones le llevó también a investigar sobre prótesis y ayudas técnicas y lo plasmó todo en un estudio que ganó un concurso en la comunidad de Madrid sobre consumo. “Planteaba las prótesis y ayudas técnicas como un producto de consumo más, como el que consume leche o zapatos. Trataba la necesidad de las personas con discapacidad como meros consumidores, no como una demanda social de la discapacidad”.

Innovación para avanzar en discapacidad

A raíz de aquello continuó con la investigación y empezó a relacionarse con el mundo de la RSE, lo que le llevó a crear la asociación AUPA (Asociación de Usuarios de Prótesis y Ayudas Técnicas), que canaliza hacia fuera todo el trabajo que Miguel Laloma desarrolla en este campo, aunque de forma anónima. “Con las investigaciones demostramos que se puede avanzar en discapacidad de forma diferente a cómo se hacen ahora las cosas, sin usar recursos económicos. Se pueden buscar soluciones en el mundo de la discapacidad siendo innovador”.

Lleva ya unos años en la Fundación SERES, es el Director del Área de Socios y coordina el apoyo en materia de RSE a las empresas socias de SERES. Pero continúa trabajando al margen, investigando. “Lo que hago como investigación es lo que me gusta, en mi tiempo libre, en el marco de AUPA. Ahora estoy investigando un tema de pobreza y discapacidad, porque me gusta, es un reto muy grande. La discapacidad es el grupo social más grande que hay en España en cuanto a personas desfavorecidas, pero tengo la sensación de que la sociedad está cansada de la discapacidad, creo que la discapacidad no ha sabido contarse bien en su momento y ahora impacta más, por ejemplo, el tema de las mujeres víctimas de violencia de género, cuando es un grupo mucho menor. Creo que la discapacidad es muy importante, muy importante, y que en su momento, en los años 2000 a 2005 aproximadamente, tuvo mucha importancia en las empresas, pero ahora mismo cualquier otra moda consigue más que la discapacidad”.

Emprendedor social

Por eso sigue leyendo y estudiando, y asegura que se lee todos los documentos y publicaciones que el CERMI ‘cuelga’ en su web (que no son pocos) y dice que ve cosas muy interesantes en ellos, pero también encuentra cuestiones que nadie plantea o soluciones que nadie propone. “Pienso dedicarme a promover y poner en marcha proyectos en el mundo de la discapacidad porque creo que hay una carencia y se pueden hacer muchas cosas todavía, y para hacer cosas no hay que reivindicarlas y pedirlas, hay que ponerse y hacerlas. Falta una forma diferente de plantear las cosas”. Y él, afirma, tiene muchas ideas en la cabeza y en su tiempo libre las materializa. Se ha convertido en un emprendedor social.

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