“Un edificio debe ser fácilmente reconocible por todos, cómo se llega, cómo se entra, cómo se recorre el edificio sin perderse, cómo te orientas, cómo llegas a la primera planta, cómo encuentro un ascensor, unas escaleras... eso es pura accesibilidad cognitiva, la que nos hace que podamos reconocer, orientarnos y llegar a los sitios”. Así lo explica Álvaro Cervera, miembro de la Comisión de Accesibilidad de CERMI Madrid y miembro del equipo de trabajo de la publicación 'Accesibilidad cognitiva en el uso público de los edificios', en esta presentación, que modera José Manuel González Huesa, director de cermi.es semanal y director general de Servimedia. 

 

Algunas organizaciones de la discapacidad llevan ya mucho tiempo trabajando en accesibilidad cognitiva y eso ha sido de gran ayuda a la hora de abordar este trabajo, “que al fin y al cabo trata de recopilar todos aquellos criterios que ya son conocidos en materia de accesibilidad cognitiva, pero estaban súper dispersos”, explica Fefa Álvarez, asesora de Accesibilidad Universal del CERMI y coordinadora de la publicación.

 

Corrobora también la idea de su compañero Álvaro al afirmar que “no se trata solo de trabajar con la señalización sino de cómo se llega a ese edificio y cómo es de accesible todo el sistema de información del edificio y en este documento hemos conseguido aunar todo, es el gran logro de este libro, que además es fruto del consenso”. 

 

Para esta experta, la accesibilidad cognitiva es “un trabajo continuo y abierto” en el que hay que seguir ocupándose: “El tema está abierto y debemos afinar hasta conseguir criterios más concretos, porque es muy frecuente que distintos profesionales nos pregunten, incluso a la hora de legislar, cómo se aplica concretamente esta accesibilidad para que algo sea comprensible o perceptible, y el parámetro concreto no es tan fácil como puede ser la pendiente de una rampa, algo que ha costado y creo que llevamos más de 40 años para decidir, en la accesibilidad cognitiva son parámetros mucho más complejos a la hora de concretarlos en un criterio técnico cerrado y ese camino es el que estamos recorriendo y en el que nos gustaría seguir trabajando en el CERMI, y con el Ceapat”. 

 

La obra 'Accesibilidad cognitiva en el uso público de los edificios', editada por el CERMI dentro de su colección de libros Inclusión y Diversidad, responde a la creciente demanda de asesoramiento para abordar la accesibilidad cognitiva por parte de diversas entidades públicas y privadas y al propio empeño del CERMI de lograr que la accesibilidad cognitiva cuente como una más en todos los ámbitos, incluso en el legislativo, que debe tomar nota sobre la necesidad de regular unas condiciones básicas en este sentido.

 

 

Carla Mediavilla es una mujer con discapacidad intelectual que vive en un edificio que no es accesible, pero ella ya se lo conoce y no tiene problemas, aunque cuando le visitan algunos amigos tiene que hacer de guía. Sus recorridos por edificios públicos o privados en sus tareas laborales han estado en ocasiones limitados por problemas de accesibilidad cognitiva, como le ocurrió al solicitar, en una máquina, un ticket para una citación. Lograr extraer ese papel ya es difícil, luego queda comprender esas líneas de números y cifras tan confusas. ¿Cuántos hemos tenido ese mismo problema en más de una ocasión?

 

Cuando se piensa en accesibilidad cognitiva muchas personas lo relacionan solo con quienes tienen una discapacidad intelectual o determinadas dificultades, pero al igual que ocurre con el resto de las cuestiones relacionadas con el diseño universal, la accesibilidad cognitiva es para todos. Según Fefa Álvarez, “si esa accesibilidad cognitiva está bien lograda hay incluso una sensación de bienestar, de que todo es más fácil”. En general, explica, “cuando una persona acude a un sitio desconocido va en una situación de estrés brutal y se producen muchas tensiones que se evitarían con una buena propuesta de accesibilidad cognitiva y, al fin y al cabo, además de que se respeten los derechos, que es lo más importante, también está ese elemento de bienestar que nos produce el evitar situaciones conflictivas”. 

 

Así es, confirma Cervera, “la gente se encuentra muy incómoda cuando se pierde en un espacio, se estresa, se altera mucho más y, sin embargo, para resolver la accesibilidad cognitiva no tenemos que hacer nada espectacular, porque una rampa es espectacular y se aprecia enseguida pero no ocurre igual con la accesibilidad cognitiva, eso sí, tenemos que reflexionar, pensar y organizar de una manera muy subliminal cómo se llega a los sitios y cómo se orienta, es un trabajo muy difícil y muy profesional y en el que es muy necesaria la participación de las personas con dificultades intelectuales o de conocimiento”.

 

Sin embargo, como insisten en señalar estos expertos, se trata de un trabajo muy profesional y concienzudo en el que, además, hay que contar siempre con las personas con discapacidad intelectual, con los principales usuarios ya que, como explica Fefa Álvarez, “en el caso de los pictogramas, que es un tema que se trata de definir muy bien y en el que se trabaja mucho, es muy importante que cuando se diseñen se cuente con personas usuarias para que nos digan si realmente los reconocen o no, porque hay pictogramas que consideramos universales, como puede ser el del ascensor, que mucha gente no reconoce y no pasa la validación de personas con discapacidad cognitiva”. 

 

El proceso más complicado quizás sea el que se ha resuelto con este trabajo, recogido en un libro ya fundamental, ni si quiera resulta caro, a juicio de Cervera: “No hay que poner oro en las paredes para identificar un edificio, hay que pensarlo y lograr que no ocurra como con el Museo Guggenheim, un edificio que se encuentra muy bien ubicado y reconocible, cerca de la ciudad, pero luego vete a buscar la puerta de entrada...”

 

 

Las propuestas de este libro vienen a mostrarnos “cómo orientar, informar, direccionar, identificar y regular, que en definitiva es lo que se hace con los sistemas de información”, explica Fefa Álvarez. La propia arquitectura del edificio debe ir indicando y orientando a la persona, pero “es fundamental que en el edificio se encuentren de una manera fácil los elementos de comunicación vertical y horizontal”, indica Álvaro Cervera.

 

Una vez dentro, es donde se concentran los principales conflictos, y así lo relata la coordinadora del libro: “En la propuesta inicial del Ceapat nos planteaban que les preocupaba la dispersión de información que hay en los edificios: hay carteles, hay folletos, hay información confusa que ofrece la persona encargada de informar... y ahí es donde hicimos un esfuerzo importante para ver cómo organizar esa información y tener en cuenta todos los posibles productos de apoyo: lectura fácil, braille, lengua de signos, sistema de información a través de tecnología, que tiene que ser accesible... incluso las personas que dan información tienen que estar perfectamente formadas en todas las cuestiones de accesibilidad universal”. 

 

En cuanto a la Señalización (rótulos, flechas, pictogramas, colores…) según Fefa Álvarez, “se trata de que la información siempre tenga unas características y sea homogénea (si una flecha de un edificio es grande y azul luego no puede ser amarilla o de tamaño menor, por ejemplo), así que los colores, tamaños y formas de la señalización tienen que tener un sentido y tenemos que mantener la homogeneidad en todo el edificio, si bien podemos decidir que una planta, por ejemplo, traumatología, esté de un color, o tenga un pictograma de una flor, pero es importantísima la homogeneidad, la continuidad de las señales y la repetición, ya que cuando el espacio es grande, y la memoria es una de nuestras capacidades cognitivas, muchas personas tenemos dificultades de memoria o nos falla por situaciones de estrés”. 

 

Algo está mejorando, declara la propia Carla, pero hacen falta más señales y carteles, advierte también. La directora ejecutiva del CERMI, Pilar Villarino, comparte esta opinión y destaca la importancia de este trabajo, porque a su juicio, “la lectura fácil y la accesibilidad cognitiva son el exponente máximo de lo que significa el diseño universal”. 

 

Este trabajo es nuestra manera de hacer las cosas, expresa Villarino, “un ejemplo claro de lo que es la cultura CERMI, reivindicamos una serie de cuestiones fundamentales para ese reconocimiento real de los derechos de las personas con discapacidad y lo hacemos con una propuesta debajo del brazo... y muestra la importancia del trabajo en red dentro de las propias entidades del CERMI y con las instituciones públicas, como en este caso el Ceapat, y la importancia de esta labor de apoyo a la toma de conciencia hacia la realidad de la discapacidad”.