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viernes, 07 de julio de 2017cermi.es semanal Nº 265

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Cuarto de invitados

Carmen Calvo, pintora

“Todos somos fetichistas”

Por Esther Peñas

07/07/2017

Fotos: Jorge Villa

Es una de las artistas conceptuales españolas más interesantes. Sus obras incorporan fragmentos de distintos materiales: cerámica, cristal, yeso, mármol, barro... Representó a España en la Bienal de Arte de Venecia junto al poeta Joan Brossa y, en 2003, el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición antológica. Madrid, París y Valencia son los territorios en los que se desarrolla como artista, aunque ha expuesto en numerosos países, galerías y museos. Premio Nacional de artes Plásticas en 2013, le interesa, sobre todo, el objeto, con resonancia a las cajas de Cornell. Hay hallazgo, infancia, juego e inconsciencia en lo que hace. También surrealismo, dadaísmo y dibujo. Hablamos con ella, con Carmen Calvo (Valencia, 1950).

Carmen Calvo, pintora¿A quién admira Carmen Calvo?
 
A muchos pintores, algunos de ellos amigos, Miguel Ángel Campano, Eduardo Arroyo, Juan Genovés…
 
Acaba de realizar el cartel de la Fiesta de Verano del Club Matador. ¿Cambia el modo de trabajo si la pieza es un encargo o no?
 
El guión o el tema impuesto me gusta, me gustan esos retos, he hecho intervenciones en edificios, por ejemplo, es una manera de salir del cuadro, de sus medidas, del modo en que trabajas normalmente; el encargo implica meterte en otras materias. Y estoy muy contenta con el resultado del cartel que mencionas, es ambiguo, es una reivindicación de la ambigüedad sexual.
 
El arte ha de ser ambiguo, ¿no?
 
Sí, sin duda. Además, creo que es un tema muy apropiado para el verano, ya se sabe lo que hacían los clásicos con las estaciones…
 
¿Qué hacían?
 
Alegorías. Volviendo a lo que planteabas, creo que es importante para un artista que le encarguen cosas, eso te permite salir de tu monotonía, como cuando me encargaron el trabajo para Las Cortes Valencianas, tienes que pensar de otra manera, te saca de tu ritmo, de tus escalas, de tus perspectivas, y te obliga a buscar otras maneras de abordar la obra.
 
Por cierto, ¿qué hay “por encima de la oscuridad”, como tituló una de sus exposiciones?
 
La verdad, hay de todo. Se centra en el dibujo, y en el dibujo primero hay un claroscuro y luego, la luz. La oscuridad en sí cuesta atravesarla, pero hay que hacerlo. 
 
¿Por qué es más fecunda la oscuridad?
 
No es que el creador tenga que tener un estado triste o económicamente bajo, aunque por desgracia esto último es así, ya sabes que el trabajo de creador no está muy bien remunerado; tiene que ver con que un creador va contracorriente, contra todo lo establecido, por eso tenemos que ser fuertes y expresar lo que la gente no se atreve a expresar, y eso es una lucha desde la oscuridad.
 
Como dice Breton, “la belleza será convulsa o no será”. ¿Qué es la belleza para Carmen Calvo?
 
Lo que veo alrededor, es el ojo lo que la percibe, hay que saber mirar, un momento, estar aquí, esta conversación, una obra bien terminada, un refresco cuando tienes sed…
 
Carmen Calvo, pintora¿Qué disposición de ánimo hace falta para dar con ella?
 
Es un ejercicio, una disciplina que se aprende con el tiempo, no es una facultad solo de los pintores.
 
¿Hay más de surrealismo o de psicoanálisis en su obra?
 
Hay mucho realismo, hay veces que leo el diario y de pronto se me aparece la composición; la realidad siempre supera la ficción. 
 
¿Cuánto de hechos resbalón, hechos precipicio, azar, en definitiva, hay en una obra de arte?
 
El azar llega, pero mi trabajo está muy medido; para mí es muy importante el proyecto, aunque sea una realización torpe, lo que me interesa sobre todo es la idea, y la idea se trabaja bastante. Luego, si la factura está mejor o peor resuelta, para mí es menos importante.
 
¿Nada de improvisación?
 
Una cosa es el azar, estás trabajando en una obra y aparece; aún así, la dejo enfriar cuando creo que está acabada, y después la retomo. Mis planteamientos son muy clásicos, a pesar de haber renunciado a la escuela clásica. Trabajo con un amplio abanico de materiales. El azar a veces se resuelve y otras no. El trabajo es el día a día, cada artista tiene un método, una energía, una manera de trabajar, lo llena de otras cosas, la creación: te tomas un café, riegas las plantas, hablas con la vecina… eso lo hacían los clásicos, mirar alrededor.
 
En su obra, ¿tiene más peso el humor o la poesía?
 
Fíjate, qué curioso esto que dices… y eso que soy analfabeta… 
 
¿Por qué dice eso?
 
Carmen Calvo, pintoraNunca me he planteado el trabajo así pero es verdad que me interesa la literatura… y ahora que te escucho confieso que no puedo hacer un discurso poético.
 
Pero la poesía existe más allá del verso
 
Sí, sé que en mi obra está, la poesía y el humor… negro, a veces… pero sin mucha maldad, con ternura. He trabajado con Paco Brines, y funcionó bastante bien; también he cogido algunas frases de Emily Dickinson, porque trabajo bastante con frases ajenas, pero no pienso antes en las frases, sino al revés, la frase viene después, y en ocasiones no tiene nada que ver con el cuadro. También he trabajado con Brossa… nos eligieron para ir a la Bienal de Venecia, él utilizaba el objeto cerrándolo con sus frases, era una manera de mirar los objeto, pero funcionó muy bien.
 
Antes de comenzar la entrevista, me comentó que ha perdido las huellas dactilares de trabajar con sus materiales. ¿Un artista siempre pierde su identidad o la encuentra?
 
La verdad es que yo ya en estas cosas del querer llevo cuarenta años y las manos delatan, soy muy manual, muy táctil, toco el barro, toco todos los materiales con los que trabajo, la identidad se va haciendo con el cúmulo de experiencias. De repente un día no tienes huellas y puedes robar por ahí…
 
Una de las características de su obra es la multiplicidad de materiales que emplea, incluso sonidos. Teniendo en cuanta que ‘vocación’ significa ‘voz interior’, es decir, sonido, ¿la obra se habita, se entiende o se recibe más con esa voz interior o con la vista?
 
Fíjate, ese trabajo con sonidos me resultó muy interesante, eran unos escaparates para ‘El Corte Inglés’, y lo que se escuchaba, sin altavoces, porque había que acercarse al escaparate para oírlo, eran sonidos cotidianos, sonidos de casa, nada pulido. Sí, además, trabajo escuchando música.
 
¿Qué tipo de música?
 
Radio clásica. Ahora estoy con Debussy, que colaboró con Kandinsky, y con  la ópera. También me gusta el jazz y, sobre todo las mujeres, la Mahalia, la Billie…
 
Carmen Calvo, pintoraElla Fitzgerald, la luz…
 
Maravillosa… Incluso Gene Kelly cantando bajo la lluvia… la música, como cualquier disciplina, si es buena, te da lo mismo el género.
 
¿Y qué hay de ‘Los 40 principales’?
 
No… Bueno, es un open the windows, descubres cosas. Tampoco lo mío gusta a todo el mundo…
 
A menudo los rostros que aparecen en sus obras quedan ocultos por las más variopintas propuestas (algodón, máscara, diminutos ojos como si fuera una erupción…) ¿qué no le importa del rostro para encubrirlo?
 
Por la doble personalidad que tenemos, me interesa mucho la máscara, tan primitiva.
 
Eduardo Arroyo ha escrito sobre la máscara…
 
Sí, y sobre el boxeo…
 
¿Carmen Calvo juega a la contra o es más de dar primero?
 
Tengo mucho de contra, aunque me salga mal, creo que lo que salva a una persona es estar con uno mismo en paz. No me sirven estómagos agradecidos ni puestas en escena, una cosa es ser agradecido, y otra muy distinta la pelotería, que no me va nada.
 
Pero que se da mucho en el mundo del arte…
 
Sí, porque hay poco pastel que repartir. Hay gente que se lo monta así, cada uno tiene una forma de pensar, yo no quiero llamar a ninguna puerta, por no molestar, ya vendrán, me conocen, si quieren algo de mí saben dónde buscarme. Y cada uno tiene el derecho de expresarse libremente, esa es la condición que tiene el artista. Yo sé que mi obra produce repulsión o cariño.
 
¿Repulsión?
 
Sí, sí, repulsión. 
 
Diría que perturba, que también es lo que ha de hacer una obra de arte…
 
Sí, aunque está todo hecho ya… Pero para hacer flores de acanto o de lis… 
 
Los objetos poéticos, ¿brotan de una intuición, de una obsesión, o de que, como dice María Negroni, todo el que manipula objeto trata de reparar una grieta de la infancia?
 
Carmen Calvo, pintoraNo creo esto, la verdad. Ahora estoy leyendo, precisamente a Eduardo Cirlot, unos textos sobre el objeto, porque me voy a psicoanalizar haciendo un curso en Santander…
 
¿Hablamos de un psicoanálisis real o metafórico?
 
Ah, no, es una forma de hablar, contigo estoy tranquila, pero en general me cuesta hablar en público, con desconocidos… hay mucha gente que ha trabajado con el objeto, es algo que proviene de mirar la pintura antigua. Las grietas en la infancia se producen de otra manera y si se producen no es mi caso, yo he sido una niña muy feliz, siempre me han dejado hacer lo que he querido, nunca me metieron nada en la cabeza, siempre estaré muy agradecida a mi familia, sobre todo a mi hermano. Necesitan los niños un eje, un caminito, es cierto, así que si eso te lo fomentan de alguna manera, mejor. El tema de la infancia es muy importante. Me viene a la cabeza una obra mía,  ‘Una jaula para vivir’, que surgió de una noticia que leí en ‘El país’, sobre una niña encerrada en una jaula, allá por 1997, parecía uno de esos cuentos de la bruja, del rapto, de ‘enséñame la manita’… la literatura para niños muy cruel. Así que hice un montaje que sobrecoge: una caja de cuatro por cuatro con mirillas, y dentro está llena de muñecos que compré en el rastro, muñecos tocados por niños. El objeto es muy fuerte, delata, el objeto siempre delata, es curioso. Te diré que los temas que más me interesan son la infancia y el personaje, puede decirse, entonces, que el retrato y la vida social. 
 
Pienso en su obra ‘Luz fuerte y clara’, en la que, sobre un texto en braille, penden dos dedos sueltos. ¿Qué ganaría, si es que ganara algo, la obra de arte con el tacto?
 
Estuve a punto de hacer un trabajo con la Fundación ONCE, tengo que retomarlo… esa obra de la que hablas me interesa mucho… Desde luego soy de tocar, hasta he robado una chapita en un museo… ahora, como soy académica, me podrían encerrar si lo hiciera… De la Bienal aquí me han desaparecido cuatro sarcófagos de objetos, la gente se lleva cosas de la obra de arte. Somos fetichistas, en general, todos, aunque la mayoría de la gente se queda en la anécdota. Mi estantería de casa no es la de Breton, pero está viva, llena de cosas que me encuentro, y llena de cosas que me regalan mis amigos por si puedo hacer algo con ellas. 
 
¿Todo procede de la sinrazón?
 
Sí.
 
Entonces, ¿hay en la obra de arte más intuición que intelecto?
 
No, creo que en toda obra pesa más la idea, el pensamiento. Todo tiene un guión. Me gusta dar a mis obras títulos, pero que no subrayan sino que son un guiño para entrar en la obra y también para pensar. 
 
¿Cuánto de lúdico, de puro goce del juego, tiene la creación?
 
Mucho, y también de mala leche.
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