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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 11 de noviembre de 2016cermi.es semanal Nº 234

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Cuarto de invitados

Jacobo Muñoz, filósofo

“Sin un mínimo de una dignidad material, los derechos se convierten en papel”

Por Esther Peñas

11/11/2016

Imágenes: Jorge Villa

Observa un colgante que lleva quien entrevista; contiene una luna y una estrella. “Es un símbolo turco”, dice. “Estambul es la ciudad más bonita del mundo”, afirma casi nostálgico, sin ápice de duda, el filósofo Jacobo Muñoz (Valencia, 1942). El suyo es un pensamiento que profundiza en el marxismo, la teoría del conocimiento y la teoría crítica. El suyo es un pensamiento no resignado a la aceptación pusilánime del estado de cosas imperante, que trata de mirar –y comprender- las relaciones de poder que trenzan una sociedad caracterizada por la prisa y lo inmediato, que aspira a la autoconsciencia crítica, capaz de emancipar al sujeto, de hacerlo algo más libre, de permitirle ser él mismo. Y el suyo también es un pensamiento abierto a lo poético.

Jacobo Muñoz, filósofoCatedrático emérito de Filosofía en la Universidad Complutense, dirige las colecciones de Filosofía de ‘Biblioteca Nueva’, y extensas son sus credenciales como editor y traductor. Entre sus títulos destacamos ‘Figuras del desasosiego moderno’, ‘Filosofía y resistencia’ o su último trabajo, ‘El ocaso de la mirada burguesa’.
 
Supongo que no hay época que no se haya pensado a sí misma, de alguna manera, en términos de crisis, pero la nuestra, con esta crisis económica, política, con esta crisis alimentaria, crisis de los refugiados, demográfica, ecológica, poscolonial… Todo recuerda a esos cuadros de Friedrich (‘La abadía en el robledal’, por ejemplo), lo que nos rodea es inquietante y, sin embargo, hay espacio para lo luminoso. ¿Hay realmente espacio para lo luminoso?
 
Soy pesimista en el sentido gramsciano: pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad. La voluntad humana puede sobreponerse a situaciones objetivas negativas, y siempre es posible, de alguna forma, ir mejorando la vida. A pesar de lo grave de la crisis actual, las condiciones de vida hoy son, para la mayor parte de la gete, mejores que las que cualquier otra época. Otra cosa es que, con una distribución distinta de la riqueza y con un mayor respeto a los derechos humanos a nivel mundial, nuestra época podría ser magnífica. Es la mejor época de las conocidas, pero no es el desiderátum, podría ser mejor, hay elementos de riqueza, tecnológicos, etc., que lo permiten. El hecho de que la vida se haya prolongado tanto como se está prolongando trae muchos problemas, pero es mejor morirse a los 80 que a los 50.
 
¿Teme que pueda producirse una merma de los derechos (civiles, políticos, sociales)?
 
Por de pronto, el problema de esta especie de crisis en múltiples frentes es un problema  que se agrava por el hecho de que el mundo es más pequeño hoy en día. Esta crisis abarca prácticamente a todo Occidente. Las crisis anteriores eran más limitadas, el mundo era más basto, más amplio, había tierras por conquistar o tierras no incorporadas a la civilización occidental. Pensemos en la crisis del Barroco, una crisis reducida a unos límites. El mundo actual por un lado se ha ensanchado y por otro se ha estrechado, todo es Occidente hoy en día, eso es un estrechamiento. ¿Qué país no está sometido a la lógica de Occidente? La caída del muro ha sido un acontecimiento decisivo, definitivamente ha abierto el mundo a la globalización, que ya había anunciado Marx, por cierto, como el despliegue universal del capital. Hoy estamos en eso, en el despliegue mundial de un determinado sistema económico que es un sistema con aspectos positivos y negativos. La tendencia a aumentar la desigualdad se pronuncia cada día, eso es peligroso para todo el sistema de derechos porque, sin un mínimo de una dignidad material, los derechos se convierten en algo que reside en el papel. La Constitución española reconoce derechos inalienables que no se cumplen, el derecho a una vivienda, por ejemplo, pero podríamos prolongarlos. Nuestra civilización es dúplice, tiene dos rostros, es emancipatoria por un lado y represiva o represora, por otro. Eso remite al malestar, lo que yo denomino el ‘desasosiego moderno’. Nuestra civilización tiene mucho malestar dentro y eso se ha agravado desde que el neocapitalismo y neoliberalismo democrático liberal se han apropiado absolutamente de todas las parcelas de la vida. El gran dinero manda hoy demasiado, por decirlo llanamente.
 
"El individualismo actual, un rasgo inseparable de este tipo de civilizaciones que ha triunfado, lleva al egoísmo, es evidente"
 
¿Qué le sucede a esta Europa, inventora de las naciones, vindicadora de los grandes valores humanistas, que ya no puede consigo misma? ¿Es, acaso, esa fatiga de la que hablaba Zambrano, ya no creemos en nosotros mismos?
 
El individualismo actual, un rasgo inseparable de este tipo de civilizaciones que ha triunfado, lleva al egoísmo, es evidente. El comunitarismo hoy es un valor a la baja, aunque todavía hay religiones como el cristianismo que son comunitarias, pero claro, una cosa es la teoría y otra la práctica. Occidente siempre se ha sentido superior a los demás pueblos, los ha colonizado, ha obtenido muchos beneficios de su predominio mundial históricamente hablando y no está dispuesto a llenar la mesa de comensales inesperados…
 
"Hay presupuestos indiscutibles, como no dañar al otro... pero dar a cada cual lo que es suyo no es tan sencillo, sobre todo cuando  hay grandes desigualdades de riqueza"
 
Dentro de esta pluralidad de diferencias a la que estamos abocados, ¿es posible aún pensar en el bien común? ¿Cómo conjugar las zonas comunes, compartidas, con la idiosincrasia de cada pueblo?
 
El bien común es un desiderátum filosófico y teológico inseparable de la civilización cristiana, los grandes teólogos y filósofos de esa religión han teorizado mucho sobre el bien común. En Grecia se hablaba del término medio, de la automoderación, el bien común es posterior y, a mi modo de ver, inseparable de las enseñanzas del cristianismo, pero el bien común no es una cosa que podamos definir a priori de una vez por todas. Por ejemplo, los romanos hablaban de que el bienestar, el bien común, era la justicia, y la justicia era dar a cada cual lo que es suyo. Hay presupuestos indiscutible, como no dañar al otro… pero dar a cada cual lo que es suyo no es tan sencillo, sobre todo cuando  hay grandes desigualdades de riqueza. ¿Qué es lo propio de la inmensa masa de desposeídos? ¿La desposesión? ¿Hay que reconocerlos la desposesión como un rasgo definitorio de por vida? Mientras que los que tienen mucho, ¿ese mucho hay que respetárselo? El bien común es una aspiración positiva, algo que hay que recoger y recuperar pero sabiendo que eso tiene que ser definido periódicamente por la gente, de acuerdo con las necesidades y posibilidades. No podemos pedir el cielo para todos.
 
Jacobo Muñoz, filósofo¿Pero sí podemos asaltarlo?
 
Es una metáfora bonita, pero nada más que eso.
 
¿Qué le sucede a la izquierda en Europa? ¿Por qué ha perdido el paso, el pulso?
 
La izquierda europea está desconcertada, pero esto es algo inseparable del tipo de crisis que estamos viviendo. En 1945 se pone en marcha un programa en el que participan las dos grandes fuerzas políticas europeas, la democracia cristiana y la socialdemocracia, con ayuda del Plan Marshall, que llevó mucho dinero a la Alemania postnazi, a la Italia postfascista y a la Francia de Vichy convertida en democracia. Durante treinta años se instaura en Europa lo que podemos llamar el estado del bienestar, se reconocen los derechos humanos, se insiste mucho en el estado de derecho, se ajustan definitivamente cuentas con los periodos autoritarios anteriores, no solo con el nazifascismo, también con el imperialismo anterior al filo de la I Guerra Mundial, y la promoción de este estado de derecho no es algo en lo que intervinieran solo los socialdemócratas, también la democracia cristiana tuvo que ver en ello. Eso dio a Alemania una tradición postnazi pactista, que España no tiene, quizá porque la reconciliación nacional de la que tanto se hablaba cuando la Transición no llegó tan lejos en las conciencias como hubiéramos deseado, es una cosa que habrá que investigar. Pero a partir de Thatcher y Reagan, las capas dominantes llegan a la conclusión de que el estado de bienestar sale demasiado caro. Por ejemplo, el sistema de pensiones, una parte importantísima de ese estado de bienestar. Cuando Bismarck, un hombre de la derecha alemana conservadora, un gran político, el forjador del imperio Guillermino, impone las pensiones, se las inventa, y hace ver que era una reivindicación justa de los socialdemócratas, la esperanza de vida de un obrero era de 50 años. Hoy es de 80. Las pensiones en España suponen un tercio del PIB, me parece recordar, y el debate respecto de las pensiones que se avecina es fundamental para la paz social y para lo que queda del estado de bienestar. Hay que  mantener el sistema de pensiones. ¿Será posible? ¿Qué habrá que hacer? No lo sé. La izquierda por la que me preguntas ante esa crisis del estado de bienestar y ante la conciencia de que no se puede creer ingenuamente en el progreso, que trae sus paradojas…
 
"La tecnología ha sido tremenda y absolutamente determinante de nuestras formas actuales de vida, en algunas muy beneficiosa, como la medicina. Pero eso no es progreso moral"
 
Disculpe que interrumpa, usted suele matizar entre progreso y desarrollo…
 
Progreso entiendo que incumbe también al progreso moral, el desarrollo es más bien tecnológico. En Occidente el desarrollo tecnológico ha sido tremendo, existe incluso una corriente influyente en ciertos círculos, el transhumanismo, que propone que la especie humana se transforme a sí misma no pasivamente como la evolución darwinista, sino activamente mediante intervenciones tecnológicas de todo tipo para acceder a un estadio biológicamente superior, de modo que la tecnología ha sido tremenda y absolutamente determinante de nuestras formas actuales de vida, en algunas muy beneficiosa, como la medicina. Pero eso no es progreso moral.
 
Hablábamos de la izquierda…
 
Está es un estadio de desorientación, las actuaciones tradicionales de la socialdemocracia hoy no satisfacen a amplias masas populares y éstas se convierten en los caldos de cultivo de los llamados populismos, hay populismos de izquierdas pero también de derechas, porque los votantes de Le Penn no son todos ricos y apacibles burgueses, arrastra a sectores populares, también. O los votantes de Trump.
 
"El peligro de la involución está ahí desde hace tiempo, los desajustes son hoy muy fuertes, el aumento de riqueza va acompañado de desigualdad, la desigualdad es desprotección de unos sectores, es malestar, y ahí triunfa la demagogia que utiliza el eslogan en lugar de un razonamiento, que apela a los peores sentimientos humanos"
 
¿Se imagina a Trump como presidente norteamericano?
 
Sería un nuevo golpe para una racionalidad crítica progresiva. Sería una involución. El peligro de la involución está ahí desde hace tiempo, los desajustes son hoy muy fuertes, el aumento de riqueza va acompañado de desigualdad, la desigualdad es desprotección de unos sectores, es malestar, y ahí triunfa la demagogia que utiliza el eslogan en lugar de un razonamiento, que apela a los peores sentimientos humanos. Los sentimientos y emociones son muy importantes, es evidente, la apelación a nuestras bajas pasiones es un recurso fácil y rentable, mucho más que la apelación a una racionalidad crítica autoconsciente de herencia ilustrada. 
 
Jacobo Muñoz, filósofoEn esta sociedad en la que todo se vuelve viejo un segundo después de haberlo consumido, una sociedad pivotada en la prisa, ¿cómo es posible pensar? Pensamiento y prisa resultan un oxímoron.
 
Nosotros, los seres humanos, necesitamos de la historia, es evidente; el presente ha sido siempre el lugar de una dialéctica muy compleja entre la sabiduría heredada del pasado y las expectativas de futuro. En ese juego ha circulado siempre el presente. Ahora estamos en una época en que la dimensión histórica se está convirtiendo en algo estrictamente museístico. Nada más. Únicamente interesan casos de representación del sistema no desde luego como primer plato de una reflexión fuerte, porque somos lo que somos y lo que no somos, por la historia que tenemos detrás. Eso hoy no está de moda. Tampoco hay confianza en el futuro, ni la gente hace proyectos a largo plazo que suponen una estabilidad social que no se tiene porque la sociedad es vertiginosa, y es vertiginosa porque la economía se ha hecho vertiginosa. Todo sucede hoy muy deprisa, hay que tomar las decisiones rápidamente y, sobre todo, la máquina tiene que estar funcionando a tope todo el día. Un rasgo de nuestro tiempo es el presentismo. ¿Quién tiene tiempo para reflexionar? ¿Y voluntad? Pensar exige un distanciamiento para poder ver las cosas en su sitio, y hoy hay inmediatez y presentismo.
 
¿Tiene enmienda posible haber puesto precio incluso a la dignidad humana?
 
La enmienda es necesaria pero de momento no la veo posible… el capitalismo es un sistema extremadamente productivo, lo cual ha hecho que el nivel de vida de mucha gente aumente, y que la gente tenga a su disposición muchas mercancías que antes  estaban reservadas a unas minorías ínfimas. Esa gigantesca máquina funciona a toda velocidad y no es posible rehuir. Esto, digamos, es como un coche en el que vamos todos, a toda prisa, y que tal vez camina a un abismo, no lo sé. Pero, desde luego, es inquietante pensar que la economía mundial se está convirtiendo en una economía de deuda. Si sumamos las deudas de todos los países, incluido Estados Unidos, el resultado es tremendo, y como eso no se podrá pagar nunca, esa economía de deuda, de todo a crédito, es lo que permite a la máquina funcionar. Pero es una fantasmagoría. A dónde nos lleva eso, no lo sé, ya lo veremos.
 
"La sociedad es más compleja que nunca, hay que ir introduciendo normas prácticamente para todo, eso también me parece inevitable, una gigantesca burocracia"
 
Otro rasgo de esta época, la resignificación a la baja de la instancia moral, obliga a legislar en todos los ámbitos posibles. ¿Esto es saludable?
 
La sociedad es más compleja que nunca, hay que ir introduciendo normas prácticamente para todo, eso también me parece inevitable, una gigantesca burocracia. La burocratización es una racionalización, claro, cuando Weber estudia la burocratización lo deja claro. Un Estado con una burocracia potente es más racional que un estado sin burocracia, como los feudales y antiguos. Pero también es cierto que Occidente es hoy en día un paraíso de la administración total, como ya señalaron los teóricos de la escuela de Frankfurt, y eso lleva también a la programación del consumo. El consumo es uno de los pivotes del sistema y la convulsión al consumo, todo el sistema de la publicidad está destinado a ello, y no la hacen aficionados, sino diseñadores, psicólogos muy expertos… tienen especial habilidad para influir subliminalmente.
 
La pensadora Remedios Zafra habla de ese extraño mundo de las redes, de internet, donde somos consumidores pero también productores, ‘prosumidores’, los denomina ella…
 
Sí, hay algunos estudiosos del presente que están definiendo todo ese medio como un nuevo modo de producción, no lo sé… la gran transformación actual es el paso de un capitalismo productivo como el que surge en el XIX a un capitalismo financiero, esa fantasmagoría que te he mencionado antes. Cuando damos nuestros datos en internet éstos se acumulan en bases de datos que son vendidas, hay técnicas cada vez más sofisticadas del consumo, pero tanto como para hablar de un nuevo modo de producción, tengo mis dudas, pero desde luego es un debate interesante.
 
"El sujeto libre es una ficción porque toda persona está inserta en relaciones sociales que la predeterminan, y estas relaciones sociales son históricas"
 
Con tantos estímulos en esta sociedad de consumo, del espectáculo, ¿es posible que el yo se administre de modo soberano?
 
La dialéctica entre individuo y sociedad es complicada, se ha pretendido  pensar que el individuo es un sujeto libre previamente, capaz de dirigir sus decisiones de manera racional, y la sociedad es una asociación libre de esos individuos libres. Pero creo que el sujeto libre es una ficción porque toda persona está inserta en relaciones sociales que la predeterminan, y estas relaciones sociales son históricas. No niego que ese famoso sujeto libre, ese yo consciente, no sea posible, pero lo veo más como un resultado que como un punto de partida. La reflexión crítica y autorreflexión debe de llevarnos a eso, a la libertad o capacidad de decisión. Hay quienes piensan que toda decisión importante han de tomarla algoritmos que trabajan en el marco de la inteligencia artificial.
 
Eso suena aterrador…
 
Jacobo Muñoz, filósofoA mí también me lo parece, pero se trabaja en que sean unos algoritmos complejos los que hagan las inversiones en las bolsas, algoritmo guiados con más sabiduría de lo que una inteligencia humana finita puede. Esa es otra de las modas del momento, una distopía. Ahora, algo hay ese transculturalismo del que se habla, algo, digo, de verdad, por la apoteosis de la tecnología. ¿Hasta dónde puede llegar la tecnología? ¿Nuestra inteligencia humana finita puede ser sustituida por una inteligencia artificial universal? ¿No es este el gran sueño del totalitarismo total? Desde luego, las decisiones van a estar más tecnificadas y, hay que ser conscientes de que a la gente no puede tomar grandes decisiones, puede elegir entre Coca-Cola y Pepsi Cola, desde luego, pero este mundo tan determinado solo es libre en algunos aspecto aparentes. La discusión entre libertad y determinismo es muy antigua, una de las grandes discusiones filosóficas, pero hoy no se puede hacer de espaldas a las ciencias cognitivas.
 
¿Hasta qué punto es necesario el desasosiego para ser más uno mismo?
 
Una persona que viva en la ataraxía antigua, en la imperturbabilidad del espíritu…
 
… las hay…
 
Las hay, las hay, personas que viven en una aceptación sin distanciamiento ni fisuras, que aceptan el mundo tal y como es… esas personas no necesitan del desasosiego, ni de la autorreflexión ni de la reflexión crítica del presente, pero la madurez humana exige esa capacidad de autodistanciamiento y de autorreflexión sin las cuales me parece muy difícil construir lo que podemos llamar algo verdaderamente personal. 
 
Los españoles, ¿qué tal andamos de la moral heroica de don Quijote? ¿Acaso somos más pragmáticos, más Sanchos?
 
La particularidad del Quijote es que ambos son necesarios. España ha producido dos grandes literaturas, la mística y la picaresca, ambas profundamente españolas, con eso ya te digo todo. Pero no hay Quijote sin Sancho, como tampoco Sancho sin don Quijote…
 
¿Usted está más cerca de la mística que de la picaresca?
 
… sí, como lector, la mística española me interesa mucho, creo que el ‘Cántico Espiritual’ de san Juan es un monumento literario extraordinario. Ahora, la picaresca también tiene su encanto, el Lazarillo, desde luego.
 
De esos tres componentes que citaba Ortega como ingredientes de la vida (vocación, circunstancia y azar), ¿cuál pesa más?
 
El azar en la vida tiene una gran importancia… me gusta más la formulación del autor de quien toma estos supuestos Ortega, Dilthey, que habla de azar, carácter y destino. Desde luego, el azar tienen una enorme influencia, nacemos donde el azar cósmico le hace a uno que nazca. El carácter a mi me parece vinculado al destino, ya lo dijo Heráclito, una persona sumamente inteligente tiene un destino distinto al de una persona muy corta, una persona afable y bondadosa tiene un destino distinto a alguien belicoso e inaguantable... Ortega dijo aquello de yo soy yo y mis circunstancias y si no las salvo a ellas no me salvo a mi.
 
"La cultura tiene un objetivo básico: generar lucidez"
 
En sus libros, en sus intervenciones, siempre hay una presencia  (acaso discreta) de lo poético, Gil de Biedma, Cernuda, Juan Ramón… ¿qué aporta la conciencia poética al ser?
 
Lo que creo que nos da la cultura tal y como y yo la entiendo, porque la cultura es un concepto polisémico, hay cultura de masas, popular, académica, mundana, también podemos usar la palabra cultura desde el punto de vista antropológico, en tanto que costumbres y usos de vida de una cierta colectividad, para mí el objeto de la cultura se acerca más a la cultura superior que a la popular, a ese gran legado cultural que  representa el arte que hemos heredado, la literatura, la filosofía, esa sabiduría que tenemos, modestamente, que hacer nuestra como podamos. Y eso, para mí, la cultura, tiene un objetivo básico: generar lucidez. Decía Hegel de la filosofía que es una época hecha conceptos; atreviéndome a modificar esa reflexión, para mí es la autoconciencia crítica de la especie en un momento histórico determinado. Y hay una lucidez poética, que nos pone en relación con estratos muy profundos de la vida y de la persona, es una forma de intensificar el lenguaje y nuestra relación con el lenguaje, un constructor de mundos, que a la vez que los construye los desvela. Para mí hay tres grandes poetas del XX, Juan Ramón, Cernuda y Brines.
 
Yo añado a Valente, al Claudio Rodríguez de ‘El don de la ebriedad’ y al Luis Rosales de ‘La casa encendida’…
 
Jacobo Muñoz, filósofoInmediatamente después de los que he citado incluiría a Valente. Sí, ‘El don de la ebriedad’, su primer libro, es magnífico, como también Claudio Rodríguez. Y Carlos Sahagún, un notable poeta, mas silenciado, que no ha figurado tanto. Brines es inmenso. Escribí para el prólogo de ‘El otoño de las rosas’ que es un gran poeta metafísico, como Cernuda y Juan Ramón, sobre todo el último Juan Ramón. La poesía a mí me ha producido muchas satisfacciones intelectuales y morales. Leo a los grandes, a veces cojo alguno de los actuales, que hay muchísimos, los leo un poco por costumbre, pero no creo que estén a altura. También vivimos en la época del productivismo, hay mucho de todo, muchos poetas, muchos novelistas… Y así es más difícil ser crítico y selectivo.
 
¿Tiene hoy entidad ese antagonismo que proponía Zambrano entre ‘rebelión de vida’ y la ‘soberbia de la razón’?
 
Es una forma muy bonita de aludir a la dialéctica infinita entre razón y pasión. También somos nuestras pasiones, lo que pasa es que hay filósofos que han exaltado más el elemento racional y otros el momento pasional. Unamuno es pasional y Ortega, intelectual, aunque él lo soluciona con el raciovitalismo, la razón lo es inviscerada en la vida. Aprovecho para decir que llevo trabajando varios años en el gran concepto de la filosofía del XX, la idea de la vida como el único trascendental verdadero, vitalista en el sentido de Heidegger cuando nos define como los invitados de la vida, también en el sentido de Wittgentein, con su idea de las formas de vida, también en el de Ortega, con su raciovitalismo. La razón retrotraída a su humus, que es la vida, el gran tema.
 
Recuerdo una de mis primeras entrevistas, a Buero Vallejo, que me hablaba de lo mucho que había influido Heidegger en su obra...
 
Heidegger es un autor que impacta mucho, tiene una personalidad muy fuerte; yo distinguiría entre el Heidegger de ‘Ser y tiempo’ y el Heidegger más enfrascado en la búsqueda del ser y la problemática del ser devorado por el ente. Le falta más presencia del amor, o de la pasión.
 
"Hoy vivimos en economía financiera, no productiva, y esto  determina nuestra sociedad como una sociedad de gente que viven a crédito, lo cual es una novedad profunda"
 
A lo largo de esta conversación ha mencionado conceptos como ‘paz social’, ‘desposeídos’, ha citado a Marx… ¿El marxismo tiene cabida hoy en día, a pesar de todo?
 
Las prospectivas emancipatorias de Marx han fallado, Marx se equivocó en muchas cosas, supongo que Freud también, y Nietzsche también. Pero Freud, Marx y Nietzsche son los tres filósofos emblemáticos del comienzo de la modernidad en cuyo final vivimos, se aprende mucho con ellos. Hoy por hoy no se pueda decir que no necesiten grandes revisiones, si no, no serían propuestas filosóficas ni científicas, serían teológicas, que es lo único que está exento de revisión, pero nada que produzcamos los míseros humanos está fuera de la necesidad de revisión… el marxismo te da cierta lucidez sobre la estructura el mundo capitalista y sobre la importancia del factor material en la evolución histórica porque, en última instancia, el vector determinante del proceso histórico es económico. Hoy vivimos en economía financiera, no productiva, y esto  determina nuestra sociedad como una sociedad de gente que viven a crédito, lo cual es una novedad profunda. Hoy se piden créditos para la primera comunión, para el veraneo, para la casa… es el gran poder de los bancos, que no generan riqueza, como las fábricas o la tierra, porque los bancos crean dinero a partir del dinero de los otros. Hubo una época en la que el dinero estaba validado por el oro, Portugal, por ejemplo, tenía economía modesta pero una moneda fuerte, pero hoy el dinero es fiduciario. También hay que reconocer que gracias a ello mucha gente tiene coche y casa, luego estamos ante un fenómeno ambivalente y ambiguo. Contradictorio, si se quiere. Donde brota cierta nostalgia del pasado, de las comunidades arcádicas, del calor del establo, que decía un poeta. Si nos vamos a la periferia de Madrid, a esos barrios inhóspitos  y preguntamos a los habitantes de los mismos si desearían volver a las aldeas extremeñas o castellanas o andaluzas de las que han venido, ¿querría alguno? La nuestra es una época complejísima y, por eso mismo, apasionante. Y los españoles tenemos nuestras particularidades, no hay que olvidar que nuestro proceso de modernización lo hicimos a costa de seis guerras civiles, que el franquismo no nace en el 36 y muere en el 75, que expulsamos a judíos y moriscos en empresas económicamente suicidas. Por eso hay que ser modestos, pensar sin olvidar que el pensamiento nuestro es como nosotros mismos, algo finito.
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