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viernes, 13 de enero de 2017cermi.es semanal Nº 241

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Cuarto de invitados

Lucía Vilanova, dramaturga

“Hoy en día, en el teatro te contratan, pero no comes”

Por Esther Peñas

13/01/2017

Imágenes: Jorge Villa

De palabra ágil y entrañable, Lucía Vilanova (Oviedo, 1961) resulta una dramaturga inquieta. Ha sido actriz, pero también transitó el doblaje, la zarzuela y algo de televisión. Estando en la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid (Resad), en 2002, empezó a escribir. Y descubrió un hontanar de talento. Desde entonces, sus textos y adaptaciones han procurado el deleite de muchos, sobre todo ante su ‘Torvaldo furioso’, ‘Münchhausen’ y el libreto de la ópera ‘María Moliner’, estrenada el pasado año.

Lucía Vilanova, dramaturga¿En qué anda enfrascada en este momento?
 
Ahora mismo estoy metida en proyectos que, por ahora, sólo son proyectos: un monólogo que he escrito, y que junto con el director Víctor Velasco estoy tratando de sacar adelante, y una obra de teatro para la que estamos buscando financiación. Pero no hay nada concreto, todo en el aire…
 
¿La situación del teatro es peor que hace tiempo? Como es el eterno enfermo, el teatro, de salud delicada pero aguante imponente…
 
El teatro está mal desde siempre porque es un arte bastante minoritario, que se ha resentido mucho por la televisión y el cine, pero que no morirá nunca porque es muy especial, es el aquí y el ahora, que sólo puede ofrecerlo él, con esa magia incomparable… pero ahora mismo, con la crisis, está peor. Ten en cuenta que, cuando yo trabajaba de actriz, había giras, te contrataba una compañía meses y meses, y ahora hay poquísimas compañías y hacen un par de bolos al mes, como mucho… Sí, te contratan, pero no comes, falta un circuito. Han proliferado las salas pequeñas pero la gente no come de eso, tienen poco aforo, sin subvención… Las salas pequeñas, más que trabajo dan ilusión. Y la cultura teatral en general, no sé si por la crisis, ya no apuesta por lo nuevo, ves los teatros comerciales y su programación y es más de lo mismo…
 
¿Cómo se hace la programación? ¿Influye la moda? Porque pienso en Buero Vallejo, que es un autor que quizás hace quince años que no se programa en Madrid…
 
Buero Vallejo, es verdad… sí, también va un poco por modas… igual el próximo año te programan cinco obras de Buero. En cualquier caso, hay una escasa apuesta por lo nuevo.
 
Ese esfuerzo titánico de escribir una obra, ensayar, hacer el montaje para un par de funciones… ¿es el amor al arte del que se habla?
 
Sí, son cosas muy vocacionales, las haces sobre todo porque es lo que te llena, porque muchas veces el esfuerzo ímprobo que haces no te compensa. La ópera de ‘María Moliner’, por ejemplo, nos llevó una cantidad de años de trabajo, muchísima gente implicada, escribir el libreto, hacer la música, que todo lo encajara Paco Azorín y todo ello para cinco días de representación en el Teatro de la zarzuela. Bueno, ahora la volvemos a montar en Palma de Mallorca y Oviedo. Estamos un poco loquitos para dedicarnos a esto.
 
Lucía Vilanova, dramaturgaQué encargo, ¡una ópera sobre María Moliner! Es casi un oxímoron…
 
Fue increíble. Paco Azorín tuvo la idea, y contó con Toni Parera como compositor y conmigo. Yo conocía a María Moliner del diccionario, como casi todo el mundo, pero profundizas en su vida y es muy interesante, aunque a la vez muy poco teatral. Sí lo es la primera parte de su vida, muy activa, en la República, con su implicación con las bibliotecas, las Misiones Pedagógicas… pero, tras la Guerra Civil, la depuraron y se quedó en casa metida, que es justo la parte que contamos en la ópera, y sólo dedicada a escribir su diccionario. Aún así, tuvo momentos que nos sirvieron, como cuando la rechazaron en la Academia. Claro que, bien pensado, cualquier vida en un momento dado es teatralizable, de alguna manera.
 
¿Cómo se escribe una ópera?
 
¿Y tú me lo preguntas? Pues… el libreto, que es lo que he escrito, tiene la particularidad con respecto a una obra de teatro de la concisión. En un libreto no cabe un monólogo de tres páginas, ni un diálogo como el que estamos teniendo tú y yo, tiene que ajustar el texto a unas determinadas notas. El proceso que seguí fue escribirlo como si se tratara de una obra de teatro y después pulirlo con el compositor, alargando escenas, cortando diálogos, incluso palabras. Ha sido un proceso precioso, desde la investigación sobre el personaje hasta pulir cada línea. Un trabajo de equipo muy bonito.
 
¿Qué es lo más le sorprendió de su vida?
 
Diría que la capacidad de hacer de la necesidad virtud. Era una persona que no perdía la esperanza nunca; no podía hacer tal cosa, hacía tal otra. Que le quitan su vida de bibliotecaria, de entrega a los demás, pues se dedica a hacer el diccionario. Así como su marido, que también lo depuraron, lo llevó peor, era más cascarrabias, más depresivo, ella tiraba para adelante. Esa cualidad me encanta y también su discreción, siendo una mujer muy inteligente, muy válida, que nunca llamaba la atención, sólo con sus obras, nada de vida social. No se sacó partido por humildad auténtica. 
 
Hablando de diccionarios, ¿qué palabra definiría a Lucía Vilanova?
 
… me viene a la cabeza la palabra caos…
 
Pirandello se decía hijo del caos…
 
No soy una persona racional, ni en mi vida privada ni cuando escribo, no soy de hacer esquemas, no soy sistemática, sino intuitiva, escribo una obra y no empiezo por el principio, y en mi vida personal soy un poco caótica, sí... Caos y amor por el teatro, desde pequeñita. Eso también me define.
 
En el teatro, ¿lo que más pesa es el texto, o éste puede ser flojo y reflotarse por el montaje, los actores..?
 
Depende de quién te lo diga… hay un tipo de público que con unos actores mediáticos están encantados y no necesitan nada más, pero la gente que más o menos entiende sabe discriminar cada cosa, te dice “el texto no me ha gustado nada, la escenografía es preciosa, los actores están bien”. Discierne. Si un texto es flojo, es flojo. 
 
Lucía Vilanova, dramaturga¿Hay mucho intrusismo en el teatro?
 
Hay mucho famosito de la tele, pero en general no cuela. El público de teatro tiene un criterio bastante bueno. Pero es cierto que, a la hora de vender un espectáculo, ayuda mucho los nombres. 
 
De su ‘Münchhausen’ (Premio Assitej-España al mejor texto teatral 2006) me interesó esa perspectiva de la familia como origen de todas nuestras neuras...
 
Ésa era la idea, ver cómo la familia, en cierto modo, es la que nos crea, la que nos deja nuestros traumas, también nuestras virtudes. Somos niños tiernos, desnudos y maleables a nuestros padres, a nuestros abuelos, que nos moldean no con mala intención, por supuesto, aunque hay una perspectiva sistémica, son generaciones en las que la abuela machaca a la madre y la madre a la hija.
 
Es curioso que uno vaya al teatro, decodifique el mensaje, pero después cueste aplicarlo a nuestra propia experiencia…
 
Sí, nos cuesta ser duros con nuestros padres, tendemos a sentirnos culpables al culpar a nuestros padres, pero cuando sabes que no han tenido la culpa, que lo han hecho mal, aunque sin intención, cuando lo reconoces no para juzgarlo, no para castigarlo, sino para no hacerlo tú, entonces puedes perdonar. Lo peor es cuando se enquista el resentimiento. Eso impide crecer como persona.
 
¿Cómo se le ocurrió el argumento de ‘Münchhausen’?
 
La primera idea es que quería escribir sobre la enfermedad, y mi hermana, que es médico, me estuvo hablando del síndrome de Münchhausen, me detalló la sintomatología, y yo estaba encantada porque me gusta mucho la psicología a la hora de escribir. Después me planteé, ¿en qué tipo de familia puede ocurrir esto? Y así surgió la obra, con un toque muy poético.
 
¿Por qué le interesa la enfermedad como asunto teatral?
 
Lucía Vilanova, dramaturgaPorque, en este caso, es un oxímoron, como decías antes, que por un exceso de amor tu madre te mate, la que te da la vida que te la quite es muy fuerte… y porque es sugerente pensar qué tipo de marido puede tener esta mujer, qué tipo de madre tuvo esta madre…
 
¿Cuál sería, a su juicio, la enfermedad de la sociedad de hoy en día?
 
La falta de espiritualidad, el materialismo.
 
¿Y eso tiene cura?
 
Sí, lo creo, y aunque parezca que no, cada vez vamos a mejor.
 
Me supera en optimismo…
 
Es una discusión bizantina, pero a veces las cosas tienen que tocar el más profundo de los fondos para regenerarse. Cada vez tenemos más conciencia de lo que ocurre no sólo a nuestro alrededor, sino en el mundo. Eso es bueno.
 
¿Hay temas tabú en el teatro?
 
Hay tendencia a que las escenas explícitas de violencia y sexo no funcionen, no por una cuestión de moral, sino, pienso, porque es muy difícil hacerlas bien, se prefiere lo metafórico, lo simbólico.
 
El día que murió Leonard Cohen sólo el diario ‘La razón’ dedicó su portada a la muerte, el mismo día, de Francisco Nieva. ¿Es lógico, indignante..?
 
Lucía Vilanova, dramaturgaFrancisco Nieva, para el gran público, era poco conocido, por desgracia, es tristísimo, pero es así. Con lo grande que ha sido…
 
¿A un actor se le puede enseñar todo?
 
Tiene que tener un talento innato que después se potencia y se pule con la técnica; hay cantidad actores que no han dado una clase en su vida y son maravillosos. Y actores que siempre hacen de sí mismos, lo cual es no ser un buen actor. A un actor contemporáneo se le exige un manejo del cuerpo importante, un manejo de la voz y una ductilidad.
 
Como actriz, ¿qué papel recuerda con cariño y cuál le hubiera gustado interpretar?
 
Como actriz me gustó mucho mi papel de ‘La casa de los siete balcones’, de Alejandro casona, en donde interpretaba un papel de pastorcilla, muy bonito. Y, aunque no he hecho papelones, me hubiera encantado interpretar cualquiera de Tennessee Williams. También me gusta mucho el teatro clásico, el personaje de Rosaura, por ejemplo, me sabía su monólogo de catorce páginas.
 
¿De qué sana el teatro?
 
Te hace pensar, sobre todo un cierto tipo de teatro, te plantea preguntas, nunca sales de una obra como entras a ella; supone una confrontación con el público. Y respecto a la escritura, es sanadora, quieras que no saca cosas de ti. El arte en general es bastante sanador, tanto para quien lo produce como para quien lo disfruta.
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