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viernes, 22 de julio de 2022cermi.es semanal Nº 491

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Carmen Laucirica, presidenta de Plena Inclusión España

"Las administraciones públicas no deben olvidarse de quienes están al lado de los sectores más vulnerables de la sociedad”

19/07/2022

Blanca Abella

La primera mujer presidenta de Plena Inclusión España, organización con casi 60 años de historia, llega muy tarde a esta responsabilidad, y así lo expresa: “60 años ha sido un plazo muy largo”. Carmen Laucirica afirma que “en un movimiento asociativo que está muy feminizado desde la base, es importante que mi experiencia sirva para que otras mujeres se animen a dar un paso al frente”. También, y tras un breve repaso a los difíciles momentos que se viven en la actualidad, reclama el apoyo de las administraciones públicas a los más vulnerables, al igual que lo hacen con muchos sectores económicos.

Carmen Laucirica, presidenta de Plena Inclusión EspañaLleva prácticamente toda la vida inmersa en el mundo de la discapacidad y muchos años comprometida de manera activa. Después de una trayectoria tan amplia, ¿cuál es el principal reto al asumir la presidencia de Plena Inclusión?
 
Creo que los retos hay que vincularlos al momento en el que está en estos momentos Plena Inclusion España. Mis retos derivan de los compromisos que hemos asumido como Junta Directiva para los próximos diez años. Después de un amplio trabajo de consulta y consenso, en el que han participado muchas personas de nuestro movimiento asociativo, ahora es el momento de ponerlo en práctica, con los mecanismos que hagan falta, y en el marco de un Plan Estratégico compartido.
 
El hecho de ser la primera mujer que preside Plena Inclusión en casi 60 años de historia es algo reseñable, ¿qué supone para usted este paso?
 
Para mí, en primer lugar, es un motivo de orgullo. Pero también me lleva a plantearme que 60 años ha sido un plazo muy largo. Creo que todos tenemos mucho que aportar y en un movimiento asociativo que está muy feminizado desde la base, es importante que mi experiencia, al dar este paso, sirva para que otras mujeres se animen a dar un paso al frente.
 
El momento actual no es fácil para nadie, pero en especial las organizaciones de la discapacidad encuentran numerosos obstáculos para continuar con sus proyectos, ¿cuáles son los más urgentes que debe atender como presidenta de Plena Inclusión?
 
La primera respuesta que sale a esta pregunta es la sostenibilidad. Las entidades que conforman Plena Inclusion, al igual que el resto del colectivo, están saliendo de momentos muy difíciles originados por el COVID. Y esta situación sobrevenida nos ha obligado a reinventarnos. En muchas ocasiones, las medidas de protección que conllevaba preservar la salud de todos, así como la reestructuración de centros, pusieron a las entidades en situaciones que comprometían su sostenibilidad.
 
En estos momentos, deberíamos estar apostando por avanzar, innovar y conseguir que los derechos de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo sigan avanzando. Sin embargo, la difícil realidad actual nos afecta, al igual que al resto de la ciudadanía. La guerra en Ucrania y todos sus derivados ponen a las entidades en situaciones dramáticas en su día a día, buscando recursos que les permitan sobrevivir.
 
Es muy duro observar que cuando se habla de apoyo a la industria, y a otros muchos sectores económicos, en referencia a las dificultades por las que atravesamos, seamos nosotros quienes nos veamos en la obligación de recordar que las administraciones públicas no deben olvidarse de quienes están al lado de los sectores más vulnerables de la sociedad.
 
¿Cuál sería, a su vez, el avance más importante que usted ha observado en el sector de la discapacidad en los años que lleva implicada?, ¿y entre las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo?
 
Desde mi punto de vista, el avance más importante es la visibilidad que estamos consiguiendo y cómo gracias a ella y a la lucha del movimiento asociativo estamos logrando una mejora constatable en derechos y en calidad de vida para el conjunto de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Cuesta mucho que se tenga en cuenta a nuestro sector, pero entre todos y todas lo estamos consiguiendo. Es por eso muy importante la unidad del movimiento asociativo. Una vez que consigues estar presente en la toma de decisiones que afectan a más de 150.000 personas, es más fácil trabajar en la defensa de derechos y en la reivindicación de mejoras en la vida para las personas y sus familias.
 
Pensando en el mundo de la discapacidad intelectual, podemos señalar varios hitos muy importantes que han afectado a su plena ciudadanía: la recuperación del derecho al voto, la ley de accesibilidad cognitiva y un largo etcétera de leyes y medidas positivas que van conectadas con la Agenda 2030 y con la Convención de la ONU de Derechos de las Personas con Discapacidad. Si tengo que ser más concreta, creo que es fundamental la creación de la Plataforma Estatal de Representantes de Personas con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo de Plena inclusión y los avances dirigidos a conseguir que la vida en comunidad sea un derecho para las personas con discapacidad intelectual.
 
Tras esos avances en el empleo, en el derecho a voto, en la participación y toma de decisiones y otros derechos que parecían negados a las personas con discapacidad intelectual, ¿cuál cree que es el espacio pendiente de conquistar para ellas?
 
Quizás lo más importante sea una clara definición de los apoyos. La figura del asistente personal es imprescindible para que una persona con discapacidad intelectual pueda tener una vida digna y con la máxima independencia posible.
 
Las familias siguen siendo una pieza imprescindible en el movimiento social de la discapacidad, pero su protagonismo ha evolucionado con el tiempo, ¿cómo describiría usted esa evolución y cuál es el papel actual de las familias?
 
En el origen de nuestro movimiento asociativo, las familias empezamos asociándonos para conseguir recursos. En un primer momento, hace más de sesenta años, los padres y madres se reunían para conseguir lo mínimo para sus hijos e hijas. Al ir evolucionando, una vez conseguidos los recursos mínimos, que no los mejores, las familias empezamos a pensar más a futuro y comenzamos a hablar de derechos y a reivindicarlos.
 
Creo que ahora vivimos un momento difícil pero muy ilusionante. Tenemos un largo camino por delante en el que las familias vamos a caminar de la mano de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Y para hacerlo, debemos compartir muchos espacios y avanzar juntas.
 
Cuando hablamos de presente y futuro, tenemos que tener en cuenta también las necesidades de las familias y los cambios del modelo familiar tradicional. Los avances tienen que darse respetando los tiempos necesarios de cada persona y cada familia, y buscando aquellas políticas que apoyen la conciliación familiar. No tenemos que olvidarnos de que, si no existen políticas adecuadas para apoyar a las familias, estaremos condenando a muchas de ellas a tener que olvidarse de su vida laboral, por la imposibilidad de compartir sus dos realidades. Esta dificultad afecta habitualmente más a las mujeres que a los hombres. Por tanto, nuestra reivindicación debe tener un componente de género fundamental.
 
 
 
 
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