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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

sábado, 16 de febrero de 2013cermi.es semanal Nº 67

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Beatriz Martínez, asesora técnica de la Comisión de la Mujer del CERMI

“La cooperación al desarrollo no se trata tanto de solidaridad como de responsabilidad”

14/02/2013

Esther Peñas

Más de mil millones de personas en todo el mundo presentan una discapacidad, y el ochenta por ciento de ellos se localiza en países pobres. Si en las regiones occidentales, en las que se presupone el progreso casi máximo, se vulneran sus derechos, en los países más depauperados es sinónimo de condena. Por eso es vital políticas de cooperación al desarrollo inclusivas, multidisciplinares y poliédricas.

Beatriz Martínez de los Ríos acaba de presentar su último trabajo, ‘La situación de la discapacidad en la política española de cooperación al desarrollo’ (Ediciones Cinca), en el que ahonda en un asunto que no puede resultarnos ajeno. El bienestar del otro siempre repercute. Licenciada en Economía, experta en género y discapacidad y asesora técnica de la Comisión de Mujer del CERMI, la autora de este estudio nos comparte algunos de los desafíos más inminentes en esta materia.

¿De qué manera podría aplicarse a las políticas de cooperación el modelo organizativo, de incidencia política, que ha adoptado la discapacidad en España?
Podemos hablar de varias vías para hacerlo. Una muy importante es, por ejemplo, desde las políticas de cooperación españolas a través de las herramientas con las que contamos, fundamentalmente documentos políticos, los conocidos como los MAP (Marcos de Asociación País) que son las directrices que reflejan los compromisos de cada país. En estos MAP, España fija un marco de política de cooperación, y sería necesario que contuviera temas sobre discapacidad, de manera que se subraye desde el inicio la importancia de la discapacidad en los modelos de desarrollo tanto en aspectos de legislación como de organización y cohesión social. Es una forma de conseguir que la discapacidad aparezca como un tema prioritario en la agenda política de otros países, y lo haga siguiendo las buenas prácticas que tenemos en España.
 
¿Qué papel desempeñan las ONGD en la inclusión de la perspectiva de la discapacidad en materia de cooperación?
Su labor es fundamental en este sentido ya que, a través de las ONGD, España está dedicando aproximadamente el 60 por ciento de su acción en temas de discapacidad; lo que ocurre es que ahora mismo no hay mecanismos de evaluación sobre lo que se realiza en materia de discapacidad, ni requisito alguno dentro de las convocatorias de subvenciones o convenios que se llevan a cabo; y, así como se obliga a que debe de haber un componente de género, y se establecen una serie de indicadores para evaluar sus resultados, en las convocatorias referidas a la administración pública también la discapacidad debería de contemplarse como requisito. La discapacidad es desconocida en el mundo de la cooperación, se ve como un tema médico, simplemente porque no se sabe de ella.
 
Todo esto nos lleva a la conclusión de que se trata en muchos casos, más que de dinero, de voluntad y disposición...
Sin duda, se necesita una concienciación, por una parte, y una formación sobre discapacidad, por otra, que la gente se empezase a plantear en qué repercute un proyecto en materia de discapacidad, por ejemplo, igual que se plantea en qué repercute su proyecto para las mujeres o el medio ambiente; si consiguiéramos eso, cualquier proyecto de cooperación tendría un efecto formativo y educativo en primera instancia y, en última, sin duda una repercusión efectiva, un poco más a largo plazo pero importantísima. Por eso comentaba que sería fundamental que el Gobierno incluyese la perspectiva de la discapacidad en los MAP o también en los PACI (Planes Anuales de Cooperación Internacional).

 
Es decir que, de nuevo, la discapacidad se contempla como algo estanco, en vez de trasversal...
Sí. Entiendo que hay proyectos específicos, por supuesto organizaciones que, de manera muy eficaz, como FOAL, COCEMFE y MPDL, entre otras, dirigen su acción centrándose directamente en las personas con discapacidad, pero es fundamental la acción trasversal. Por ejemplo, algo tan llamativo y esencial como la acción humanitaria no contempla los protocolos específicos para personas con discapacidad. Esta situación tiene que revertirse, sobre todo porque no sólo beneficiará a las personas con discapacidad, sino a otros muchos sectores sociales, como personas mayores, niños, mujeres embarazadas, es decir a toda la sociedad. También tienen mucho que aportar y que hacer las empresas, puesto que, a través de sus políticas de RSC, pueden crear una cultura que conciba a la discapacidad como un elemento de valor que repercute en todas las áreas, que no es algo aislado.
 
Las partidas a la cooperación para el desarrollo se han reducido hasta el esquema. Frente a esta realidad, usted propone salidas creativas. Me gustaría ahondar un poco más en este aspecto...
España dedicaba en estos momentos aproximadamente el 0,76% de la ayuda oficial para el desarrollo bilateral a temas de discapacidad. No es mucho, pero el dinero no es la única solución: la cuestión es que nos enfrentamos a un problema de base, un problema de concienciación. Para solucionarlo hay que entender y hacer entender el hecho de que la discapacidad está en todas partes, y que repercute en todos los aspectos y órdenes de la vida, independientemente de la edad, del sexo, nivel socioeconómico, procedencia, y que la discapacidad no es sinónimo de dependencia ni de enfermedad.  Hay que valorar el coste que tiene la pérdida de oportunidad en nuestras acciones, por ejemplo, si a través de un proyecto de cooperación construimos una escuela y ésta no es accesible estamos creando nuevas barreras, lo cual tiene un coste, o si prestamos un servicio de salud, éste debe llegar a toda la población. Más que de aumentar los recursos se trata de gestionarlos de manera eficaz y racional para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo.
 
Sin ánimo de incordiar, habrá mucha gente que con la crisis piense que la cooperación para el desarrollo es algo de lo que no toca hablar...
Haya o no crisis, la cooperación para el desarrollo es fundamental. Vivimos en un mundo globalizado en el que todo nos afecta; el bienestar de otros países nos repercute, es necesario que el crecimiento sea sostenible, y para ello tiene que ser inclusivo. Por tanto, la cooperación para el desarrollo no se trata de solidaridad sino  de responsabilidad. En estos momentos se está produciendo un crecimiento muy rápido en determinados países emergentes, y es fundamental trasladar las buenas prácticas porque, cuanto mejor estén los ciudadanos de otros países, mejor estarán los ciudadanos de nuestro propio país, en el presente y en el futuro.
 
Habla de países emergentes que han de incorporar los avances conseguidos, pero pienso en otros como el nuestro, que es si no el más desarrollado al menos sí uno de los más avanzados en normativa referida a la discapacidad, que incumplen y vulneran sistemáticamente los derechos humanos de este sector...
Bueno, a eso me refería, los países emergentes no tienen que repetir los errores de los más avanzados económicamente. Por eso es necesario no sólo desarrollar proyectos de cooperación sino hacer una labor de asesoramiento técnico, consiguiendo una incidencia política para lograr el cambio de mentalidad tanto en los legisladores como en la sociedad en general. Yo también me pregunto cómo es posible que en España se vulneren así los derechos de las personas con discapacidad... pero una cosa es la legislación, el primer paso para proteger esos derechos de los que hablamos, y otra distinta cómo se distribuyen los recursos; digamos que legislar es fácil, pero hacer cumplir la ley exige una distribución justa de los recursos de los que no siempre se dispone y un cambio en las mentalidades.
 
Otra cuestión que no termina de calar en el tejido social es que cuando una persona con discapacidad, por ejemplo, no puede ejercer su derecho al voto, o poner una denuncia, o acceder en igualdad de condiciones a la universidad, se produce una flagrante vulneración de los derechos humanos...
Tienes toda la razón, es algo que se arrastra desde hace mucho tiempo... en general no se ha asociado el poder realizarte como persona y ciudadano en todos los aspectos de la vida, pública y particular, a los derechos humanos y al desarrollo. Se debe, en parte, a los diferentes modelos de desarrollo económico: antes se medía la riqueza de un país únicamente en términos económicos, a través del PIB; después se tenía en cuenta el nivel de necesidades básicas cubiertas, poco a poco se fue incorporando el nivel de cobertura de los derechos humanos como un indicador más de riqueza y bienestar... hoy en día es fundamental tener en cuenta las posibilidades de acceso de la población a los recursos, no todo el mundo tiene la misma capacidad de acceder y por eso, se producen desigualdades. La sociedad debe corregir esas desigualdades a través de políticas. Las políticas de cooperación deben considerar la discapacidad como un elemento trasversal, también en cuestiones como la participación política o el acceso a la justicia. La discapacidad está presente en todos los estadios de la vida, no es suficiente tener las necesidades básicas cubiertas, si no puedo participar plenamente de la vida política y social. Volvemos a lo de antes, no es todo, ni mucho menos, cuestión de dinero.
 
¿Es óptimo el grado de compromiso de Europa, en general, y de España, en particular, con la cooperación para el desarrollo? ¿Se puede hacer más? ¿Y mejor?
Se podría hacer mucho más, siempre. Es fundamental seguir perseverando para conseguir la mayor cohesión posible y que las prioridades sean comunes, que no haya dispersión de recursos; en España, la cooperación para el desarrollo en materia de discapacidad ha sido muy dispersa, tanto por donantes como en su destino –en el ámbito geográfico y las áreas tratadas-. No ha existido una planificación presupuestaria, ni una estrategia definida, ni tampoco una evaluación de las acciones. Es necesario elaborar una estrategia y esto se traslada a Europa, que debe convertirse en una Europa fuerte y segura de lo que quiere, no sólo a través de proyectos y programas, sino también con políticas comunes. Europa tiene mucho que ofrecer en materia de cooperación, pero también ha de estar dispuesta a aprender, a recibir y a compartir los modelos exitosos.
 
El que la discapacidad consiga salir del ostracismo al que se ve relegada en países en vías de desarrollo, ¿es un cambio de paradigma a medio o largo plazo?
La verdad es que no sabría decirte, ojalá fuera más rápido de lo que lo hemos hecho en otros países, pero lo que importa es que se haga bien, lleve el tiempo que lleve. La apuesta, para ello, hay que hacerla desde el principio, desde la infancia, empezando por la educación. Por ejemplo, incidiendo en las escuelas en la educación en valores, enseñando a los niños, en vez de a ser competitivos, a ser colaboradores, y a enriquecerse a través del intercambio, de la diversidad. Eso es fundamental. Para cambiar un paradigma hay que cambiar conciencias; este cambio de conciencia se traslada a los modelos económicos y, si éstos hubieran sido inclusivos, probablemente no hubiéramos llegado a estos niveles de crisis.
 
Resulta increíble comprobar en su estudio que las oficinas técnicas de cooperación desconocían en su mayoría la Convención de la ONU sobre Discapacidad...
Sí, eso es cierto, de las respuestas recibidas el 90% no conocían lo que la Convención suponía y cómo está había cambiado la Ley de Cooperación Internacional y sus implicaciones, pero también lo es que, pese al desconocimiento, las personas con las que traté fueron especialmente receptivas, tanto desde las diferentes áreas de la AECID como desde las ONGD. Aunque no tuviesen experiencia con la discapacidad, todo el mundo se mostró dispuesto a colaborar y consideraban importante incluir la discapacidad. Este es un indicador esencial de que hace falta formación y transversalizar el conocimiento.
 
¿Qué le aportó este estudio al plano personal?
Muchísimas cosas, la verdad... poder conocer una realidad distinta a como la había imaginado, el poder comprobar, una vez más, que muchas veces si las cosas no se hacen no es porque no se quiera hacerlas sino porque se desconoce que hay que hacerlas.
 
¿Qué efecto inmediato le gustaría que tuviera el libro?
Me encantaría que sirviera para que se realizase una labor de concienciación importante, y que se entienda la discapacidad como algo transversal desde un modelo basado en los derechos humanos, para que se realice una estrategia sobre discapacidad y ésta se visibilice tanto en los documentos políticos como en la gestión.

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