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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 11 de junio de 2021cermi.es semanal Nº 440

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Gregorio Saravia, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONU

“Las cuestiones vinculadas a la salud mental no pueden seguir ocultándose tras los muros de instituciones con una lógica carcelaria”

11/06/2021

Blanca Abella - Fotos Jorge Villa

La experiencia de Gregorio Saravia en el mundo académico y, particularmente, en el ámbito del derecho y la filosofía, le ha otorgado una visión reflexiva y un pensamiento crítico que se ajusta perfectamente a su nuevo cometido en el CERMI. Entre la amplia variedad de tareas que debe atender desde hace apenas unas semanas, señala la importancia de abordar los tratamientos e institucionalizaciones forzosas, sin olvidarse de la cuestión de género, pues asegura que “la falta de igualdad que hay todavía entre mujeres y hombres sigue siendo la gran tarea para una sociedad justa y decente” y “los hombres tenemos que llamarnos un poco más al silencio”, afirma.

Gregorio Saravia, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONUEs doctor en Derecho y máster en Derechos Fundamentales. También ha impartido docencia y se ha especializado en ámbitos como los derechos humanos, filosofía moral, filosofía política, pensamiento contemporáneo, memoria histórica y concepto y fundamento de los derechos. Es argentino, pero lleva ya 18 años en España, y su continua relación con el Instituto Derechos Humanos Gregorio Peces Barba le ha llevado también a una conexión directa con el mundo de la discapacidad. En los últimos años realizó una actividad investigadora de la mano de la Fundación Derecho y Discapacidad, y cuando Jesús Martín Blanco asume la dirección general de la discapacidad, confían en él para cubrir su puesto como delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONU.
 
¿Cómo explicaría su responsabilidad en este nuevo cargo en el CERMI?
 
Principalmente es una tarea de estar en contacto con todo lo que es la red CERMI, trabajando de forma muy estrecha con presidencia y con la dirección ejecutiva. Por un lado, me compete mantener las relaciones con todo lo que es la plataforma, no solo a nivel institucional; por otro lado, trabajo en cuestiones que tienen que ver con la incidencia política, tengo una relación directa con Las Cortes, y con las comisiones de Discapacidad de Congreso y Senado. Estar ahí, estar atentos y proponer mejoras, intentar que nuestras reivindicaciones formen parte del tejido legislativo. Además, debo coordinar y llevar adelante el informe sobre discapacidad y derechos humanos, muy importante por el papel que tiene el CERMI, en el sentido de que las Naciones Unidas nos ha confiado la tarea de vigilar que la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad se cumpla, que los derechos sean un hecho.
 
Pasar de un mundo tan académico a uno de primera línea de batalla, ¿resulta complicado?
 
Es cierto que en el ámbito académico manejamos otros tiempos, sobre todo los que venimos de la filosofía, que tenemos el ideal de la vida contemplativa, nos tomamos nuestro tiempo para reflexionar las cosas muy a fondo y los tiempos de la reflexión no son los tiempos de la acción política. En ese sentido, el tipo de conocimiento sobre los temas es distinto, no es un conocimiento más superficial, se trata de un conocimiento desde otra perspectiva. Se necesita el resorte de la reflexión, pero no pueden dilatarse demasiado en el tiempo las cuestiones de reflexión, tiene que estar claro cuál es el horizonte de consecución de los objetivos, se trabaja con metas y no hay tiempo para todo lo que puede resultar una digresión de tipo teórica o especulativa.
 
En esa tarea de interlocución con el mundo político, con los estamentos públicos, autoridades, diputados y senadores, ¿qué ha encontrado y qué espera?
 
Gregorio Saravia, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONUSobre todo, hay que estar muy atento a la comunicación y el lenguaje político. Suelen ser personas que manejan muy bien, según su interlocutor, acomodar el discurso a lo que quiere escuchar; de alguna manera, si me permites la expresión, se da un juego de cierta seducción en el que uno tiene que evitar caer, tener muy claro el lugar desde el que uno habla, cuáles son los objetivos y saber descifrar estas claves de la comunicación política. Además, es una tarea incesante, esto es una carrera de fondo, no es una carrera de cien metros, se parece más a una maratón, hay que mantener el aliento para un trecho que es largo.
 
España cuenta con una amplia y vigorosa legislación sobre discapacidad, pero también con un excesivo incumplimiento de la misma, ¿cómo puede actuar el derecho, o usted mismo en su responsabilidad en el CERMI, para lograr mejorar este cumplimiento?
 
Efectivamente España está a la vanguardia desde el punto de vista legislativo. El marco regulatorio de los derechos que ampara a las personas con discapacidad es amplio y vigoroso, innovador en muchas materias y es indudable que, a partir de 2008, de la ratificación de la Convención de la ONU, los avances han sido varios, como la gran reforma de la Ley civil y procesal, que es un avance muy grande que pone otra vez a España en la vanguardia de los países más avanzados. Pero no podemos dormirnos en los laurales, hay que insistir, estar atentos a que se cumplan, y si no se cumplen, instar para que los mecanismos de control funcionen.
 
La siguiente lucha del CERMI, ya en marcha y con buen pronóstico, es la reforma de la Constitución en su artículo 49, ¿qué significa esta reforma para la discapacidad?
 
Es muy importante. El lenguaje nos constituye, la forma en que nos referimos a la discapacidad no es solo una cuestión nominativa, está estrictamente vinculada con la dignidad de las personas, que es uno de los fundamentos de los derechos de las personas, no se trata de una cuestión cosmética, no es solo una cuestión de nombres, tiene que ver con los valores primordiales de la Constitución española. Si la dignidad humana la vamos a tomar en serio y todas las personas son dignas, las personas con discapacidad no pueden mantenerse en un lugar de marginalidad, o casi en un estatus de ciudadanía de segunda clase. Ahí hay muchos valores que están comprometidos, está la igualdad, está la no discriminación, la dignidad de las personas con discapacidad, y estos son pilares de la propia Constitución.
 
Igualdad y no discriminación, una cuestión pendiente…
 
Gregorio Saravia, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONULa igualdad la tenemos que pensar en términos de inclusión y todavía hay muchos espacios de exclusión. Cuando pensamos en la igualdad de las personas con discapacidad estamos pensando en un concepto tan importante como el de la accesibilidad. En la accesibilidad nos estamos jugando el gozo y el ejercicio de todos los demás derechos, unos derechos que las personas sin discapacidad disfrutan muchas veces sin ser conscientes.
 
Además de asumir el trabajo cotidiano y diario como delegado del CERMI, ¿cuál sería el siguiente gran reto en su lucha por los derechos de las personas con discapacidad?
 
Uno de los próximos grandes objetivos que vamos a perseguir tiene que ver con ponerle fin a todo lo que tiene que ver con los tratamientos y las institucionalizaciones forzosas de las personas. Ahí tenemos un problema serio y a la vez delicado y supone por un lado tener un conocimiento mucho más directo y que no esté cruzado por los prejuicios que hay con respecto a la salud mental. 
 
¿Por qué cree que hay tanto prejuicio hacia las personas con problemas de salud mental?
 
Los prejuicios nacen y se alimentan de la ignorancia y las personas con discapacidad psicosocial están invisibilizadas. En muchos casos, se vinculan los problemas de salud mental con la presunción de riesgo o incluso de peligrosidad. De hecho, se han justificado restricciones a un derecho fundamental como es la libertad, en la presunción de ser un riesgo para sí o para otras personas, algo que ya debería estar superado desde el prisma de la Convención de los Derechos de la Personas con Discapacidad. Sólo desde un enfoque de derechos humanos estaremos en condiciones de tratar con los problemas de salud mental. Se trata de poner de relieve la dignidad de las personas con trastornos mentales y desterrar prácticas que atentan contra sus derechos tales como el internamiento forzoso o el tratamiento involuntario. Ha llegado el momento de pasar de los medios exclusivamente coercitivos al desarrollo de medidas terapéuticas alternativas.
 
Precisamente en tiempos de pandemia, cuando llevamos más de año y medio en esta pesadilla, se está logrando una mayor concienciación con la salud mental y la importancia de contar con buenos servicios, ¿puede contribuir esto a la lucha del CERMI?
 
Gregorio Saravia, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONUOjalá. En España estamos debatiendo qué lecciones vamos a aprender con respecto a lo que estamos todavía pasando como sociedad y, efectivamente, las cuestiones vinculadas a la salud mental ya no pueden seguir ocultándose detrás de los muros de las instituciones que tienen una lógica carcelaria. Hay una tarea muy importante de desinstitucionalización y, dentro de ella, una de las más importantes es poner fin a los tratamientos forzosos y garantizar que se respeten los derechos humanos de todas las personas con discapacidad.
 
En temas de mujer, aunque la Fundación CERMI Mujeres cumple una función importantísima en este aspecto, ¿qué cuestiones cree que deben abordarse por parte del CERMI?
 
El ámbito de la discapacidad también participa de tendencias que se dan a nivel social y la falta de igualdad que hay todavía entre mujeres y hombres sigue siendo la gran tarea para una sociedad justa y decente y todos los ámbitos de la vida social tienen que llevar adelante una reflexión de las condiciones en las que se manifiesta esta desigualdad, pero también, sobre todo, los hombres tenemos que llamarnos un poco más al silencio. No solo se trata de una cuestión de visibilidad, en el ámbito público la voz de los hombres es, más que una voz, una verborragia; entonces, sería necesario un llamado al silencio, un llamado a desmontar estas estructuras de poder, algunas muy visibles, otras más sutiles e implícitas, pero creo que una de ellas tiene que ver con el tráfico de la palabra en el ámbito público.
 
El manifiesto del CERMI en el Día de la Convención de la ONU sobre Discapacidad de este año 2021 reivindicaba, una vez más, el derecho de las personas con discapacidad a una vivienda accesible, asequible e inclusiva, ¿qué nos falta para alcanzar ese derecho?
 
Tiene difícil solución porque a veces tenemos una visión cortoplacista, aunque todos y todas en algún momento necesitamos apoyos y vamos a tener problemas de movilidad y a veces pensamos que esto afecta a un porcentaje pequeño de la sociedad. Esto conecta directamente con una cuestión muy importante, con la vulnerabilidad, y es un ejercicio que hay que hacer a nivel social. La vulnerabilidad es un rasgo de la propia condición humana y hay que pensar en la vulnerabilidad social, también en la interdependencia, porque lo que no da más de sí es pensar en una sociedad como un conjunto de sujetos individuales donde cada uno persigue su interés, su máximo beneficio y no presta ningún tipo de atención a su vecino, su conciudadano… Esa visión alentada por ciertos sectores ideológicos, no se condice con la realidad, hay un divorcio con la realidad. 
 
La cuestión de la vivienda es esencial para las personas, es el lugar en donde pasan algunos de los hechos más importantes de la vida, donde transcurre la reunión, el ámbito en el que las familias llevan adelante su vida, donde comemos, donde descansamos, nuestro ámbito privado, cómo puede ser que una comunidad de vecinos crea que es un gasto superfluo asegurar que uno de los vecinos pueda acceder a su vivienda igual que acceden las demás personas.
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