‘Yo soñaba’ se compone de dos audiovisuales, el primero de ellos es la historia de una mujer que adquiere una discapacidad tras una brutal paliza, y a causa de ella, y el segundo es un relato también desgarrador de una mujer con discapacidad que sufre maltrato en su vida cotidiana, en su hogar, por su discapacidad, porque es una mujer vulnerable. La importancia de esta campaña, a juicio de su creadora, es que a nadie se le ocurre pensar en esta realidad, en la discapacidad ante la violencia, en que algunas mujeres sufren violencia porque presentan una discapacidad y otras, tras el maltrato al que son sometidas, adquieren una discapacidad.

 

¿Cómo surge la idea de esta campaña?

 

De mi relación con Fundación ONCE, sobre todo con un gran amigo, Jesús González, y por Teresa Palahí, a la que admiro y amo. Había colaborado con ellos en diferentes ocasiones, cuando para conmemorar el 25 de noviembre hicieron accesibles mis películas contra la violencia de género. Teresa y yo hablábamos con mucha frecuencia de la posibilidad de hacer la campaña ‘Yo soñaba’ porque nadie habla de esas mujeres que son víctimas de palizas y maltrato, de violencia, y que por ese motivo adquieren una discapacidad, es que ¡¡nadie habla de esto, nadie habla de esto!! Y eso es muy serio, una mujer víctima de violencia que adquiere una discapacidad es una mujer doblemente discriminada y ¡nadie habla de este tema!

 

¿Qué más te sorprende cuando conoces la realidad de la violencia en las mujeres con discapacidad?

 

Hay mujeres que pierden la movilidad de un brazo, o que se rompen la cadera, otras se quedan ciegas… son lesiones a veces irreversibles, y esto es muy serio. En largas conversaciones con Teresa Palahí y en Fundación ONCE, me comentaban que muchas mujeres con ciertas discapacidades son muy vulnerables y que en gran parte de los casos son sus propios cuidadores, su entorno más cercano, los que hacen que esas mujeres sufran una violencia extrema, precisamente por esa doble condición, mujer y con discapacidad.

 

¿Por qué la campaña alude a un sueño?

 

Porque al final una mujer que sufre violencia siempre sueña con que eso va a acabar, porque ese hombre, esa persona que le ha dado una paliza, luego le dice que le quiere y que no va a volver hacerlo, entonces esa mujer sueña que un mundo mejor es posible y que esa persona cambiará de actitud. Sueña con un mundo sin violencia, una violencia que ejerce a menudo la persona a la que amaba y que, también con frecuencia, es el padre de sus hijos. 

 

¿Cómo abordas este trabajo a la hora de describir el maltrato en los vídeos?

 

Nunca hago pornografía del sufrimiento, nunca utilizo la violencia, en uno de los vídeos, una mujer queda ciega tras el maltrato y ella dice una frase que me parece brutal, pone los pelos de punta: “Ahora no sé cómo ver por mí y por mis hijos…” Eso es tan duro, que sobran los golpes, sobra la violencia explícita. Esa frase de ella, en situación de desamparo… En el otro vídeo es el padre, esa persona que tiene que cuidarla, acompañarla, de máxima confianza, es su padre quien ejerce la violencia, la viola. Pero en ambos solo se las ve a ellas, hablando. Nunca hago pornografía del sufrimiento, tengo mucho rigor en el cine que hago.

 

Ya son muchos los años y los trabajos dedicados a temas de mujer y de maltrato, a la explotación sexual, sobre todo, ¿por qué iniciaste este camino de denuncia?

 

Somos mujeres del primer mundo, estamos empoderadas, por eso, en mi caso, utilizo el cine como una herramienta de transformación social, porque lo que no se cuenta, no existe y a través de esta campaña ‘Yo soñaba’ hemos contado cosas que existían pero que no se conocían, porque nadie se ha planteado nunca que después de una paliza, una mujer pueda adquirir una discapacidad para toda la vida. Nadie piensa en eso o se lo cuestiona y si no lo cuentas, no existe, por eso el cine, lo que hago, es una herramienta magnífica de llegar a la ciudadanía, para lograr lo que hemos intentado con esta campaña, informar y sensibilizar.

 

¿La alianza con Fundación ONCE contribuye a esa necesidad de transformación social?

 

Yo hago un cine social y por tanto quiero que llegue a todo el mundo y gracias a la Fundación ONCE muchísimos de mis trabajos son accesibles. Esa conciencia social la tengo hace mucho tiempo pero estoy profundamente agradecida a la ONCE, un agradecimiento infinito, porque casi todos mis trabajos están audiodescritos y mis películas las puede seguir más gente, más personas con discapacidad. Hacer cine para todos es imprescindible, de justicia social, de compromiso. 

 

¿Cómo valora el premio cermi.es en la categoría Fundación CERMI Mujeres - Acción en beneficio de las Mujeres con Discapacidad, que el CERMI le ha concedido de manera compartida junto al Pacto de Estado contra la Violencia de Género?

 

Estoy absolutamente agradecidísima y, como ocurre en todos los premios, detrás de los mismos están las personas que han pensado que tú lo mereces y eso por un lado te llena de alegría pero a su vez te va subiendo el listón y te hace trabajar con más seriedad, con más rigor, compromiso… Es un premio que me hace muy feliz y que voy a recibir rodeada de amigos, como Teresa Palahí, a la que quiero y adoro, la admiro profundamente y me ha abierto los ojos a este mundo. Insisto, lo que no se cuenta no existe y yo misma nunca me había planteado algo así, una mujer que es maltratada luego puede adquirir una discapacidad, o al revés, las mujeres con discapacidad son maltratadas y a menudo por sus entornos más inmediatos, incluso sus cuidadores. Son personas más vulnerables y hay que protegerlas, no al contrario.

 

¿Llegan tiempos de mujer?

 

Hay un antes y un después del 8M del año pasado, ha marcado una inflexión en todo esto, por algo muy importante y que está en el diccionario, la sororidad, que dice que nos cuidemos, nos protejamos entre nosotras, ese hermanamiento entre mujeres. Es decir una mujer que lo tiene todo, que vive en el primer mundo no puede olvidar y mirar para atrás sin coger la mano de las más vulnerables. Y ese 8M ha sido además un NO tajante a la violencia hacia las mujeres, un NO a los asesinatos, un NO a la prostitución, NO a la trata, NO a la mutilación genital femenina… ese 8M marcó una diferencia también porque generacionalmente era maravilloso, había mujeres de todas las generaciones y de todas las edades, en connivencia, mujeres de 70 y 80 años dándose la mano en hermandad con niñas de 14 y 15 años, esa hermandad, esa solidaridad, esa sororidad que se produjo entre todas ha marcado un hito, un antes y un después.

 

Soy feminista pero vivo el feminismo desde la alegría de pensar que el mundo en igualdad es posible y eso lo vamos a hacer de la mano de los hombres, a los que amamos. Lo que no amo son los asesinos, prostituyentes, violadores…  soy humanista por encima de todo, amo profundamente al ser humano, hombre, mujer, niño… pero hoy por hoy, todavía, las más vulnerables son las mujeres y las niñas.