A lo largo de su carrera profesional ha estado siempre en contacto directo con el mundo de la educación, ¿cómo cree que aborda la nueva ley, la LOMCE, la educación inclusiva?

 

En principio, la educación inclusiva es todo un proceso que se ha ido dando a lo largo de los años, los primeros programas de integración escolar fueron más o menos en los 80, el momento en el que se consiguió que la escolarización obligatoria no fuera solo una declaración sino que fuera efectiva, y se empezó enseguida con programas de educación inclusiva. Y eso se ha mantenido a lo largo del tiempo. Yo estuve trabajando mucho en la elaboración de la Ley Orgánica de Educación y quisimos que tuviera un rasgo muy importante de ser una ley a favor de la equidad en materia de educación y, por tanto, todo lo que era educación inclusiva estaba tratado de una manera comprensiva y bien planteado.

 

Es verdad que la LOMCE ha mantenido la LOE, y la mantiene en buena parte de ella y es verdad que la mayor parte del título que se dedica a la equidad de la educación se mantiene tal cual; desde ese punto de vista podríamos decir que no supone una ruptura. Pero lo que hay que ver es cómo se lleva a la práctica porque es verdad que la LOMCE, respecto a la LOE tiene algunos cambios de cierta importancia, por lo menos tentativa en ese tema, como es una concepción de que cada persona tiene sus talentos y los tiene que desarrollar, lo cual, depende cómo se entienda, puede estar bien o no. Y, por otro lado, el modo de desarrollarlo, a la hora de la verdad, parece que es encauzarles por vías distintas, y por vías, me atrevería incluso a decir, divergentes entre sí, a partir de un momento más temprano que lo que venía siendo hasta ahora. Ese es un riesgo para la educación inclusiva, porque es fácil decir que determinadas personas tienen determinadas dificultades y no van a poder desarrollarse del mismo modo y, por tanto, tenemos que buscarles otra salida. Y eso, que en algunos casos es así, en otros puede rebajar las expectativas, y rebajar las expectativas es el mejor modo de no conseguirlo. 

 

 

¿Es posible que la formación cada vez esté más orientada a la cultura de la competitividad, a crear futuros empleados y no a formar ciudadanos?

 

Sí, es un riesgo. Creo que a veces tampoco hay que ponerlo como una dicotomía muy fuerte. Hay determinadas materias o competencias instrumentales que son muy importantes, no solo para ser buen trabajador, sino para ser buen ciudadano; la competencia lingüística o la competencia matemática o científica, es decir, el hecho de tener una buena comprensión científica del mundo no es solo para ser un buen trabajador, es también para ser un buen ciudadano porque es un componente muy importante de nuestra formación. Sin agudizarlo, lo que sí es verdad es que la desaparición de la educación para la ciudadanía, y de la ética, que venía estando vigente en cuarto de la ESO desde hace muchísimos años, y su sustitución por un procedimiento transversal, como ya intentó la LOGSE pero sin añadir novedades respecto a eso, lo más probable es que derive en un descenso de una reflexión sobre qué significa ser ciudadano, etc. Más allá de que haya habido debate sobre algunos contenidos concretos, creo que en general hay un grado de acuerdo bastante grande acerca de la necesidad de formar ciudadanos y que eso no es algo que se transmita por arte de magia sino que hace falta trabajarlo. El hecho de que eso desaparezca es una mala noticia, no quiero juzgar que sea mucho más, pero es un riesgo. 

"No siempre el medio universitario ha sido tan facilitador del acceso y de la transición como debiera haberlo sido"

Hasta hace pocos años los estudiantes con discapacidad no llegaban a determinados niveles por un problema de acceso, o de falta de acceso. Una de las primeras universidades que acogió a estudiantes con discapacidad fue la Uned, en principio por su facilidad para derribar algunas barreras físicas, ¿qué papel tiene ahora la Uned frente a los universitarios con discapacidad?

 

Lo que ha ocurrido en la universidad es el reflejo de lo que ha ocurrido en momentos anteriores en las etapas previas del sistema educativo. Cuando, a mediados de los 80, se empieza un plan de integración de la escuela, que en principio es de los alumnos con las discapacidades más evidentes, pero que poco a poco se va extendiendo para orientarse en una dirección inclusiva más amplia, y en la medida en que ha tenido éxito, han ido llegando más personas con discapacidad y con una buena formación a niveles más altos del sistema educativo, y han llegado a la universidad. El problema es que no siempre el medio universitario ha sido tan facilitador del acceso y de la transición como debiera haberlo sido. Las primeras dificultades que se plantearon eran casi físicas pero eso se fue abriendo. La UNED, lo que ha tenido de positivo es que, primero, por estar tan diseminada por el territorio lo ha acercado mucho más, en segundo lugar, en sus centros asociados ha podido ir superando estas barreras, y enseguida se dio cuenta de que eso no bastaba sino que era necesario hacer otro tipo de accesibilidad, o los propios estudiantes con discapacidad nos hicieron darnos cuenta. Hoy en día cuando hablamos de accesibilidad ya no pensamos solo, y ni siquiera principalmente, en barreras arquitectónicas, estamos pensando en cómo hacer accesibles las plataformas de aprendizaje, la realización de exámenes, las prácticas curriculares. Es verdad que la Uned ha hecho un esfuerzo muy grande, y también ha encontrado grandes aliados en esa tarea. Ha encontrado fundaciones, asociaciones, entidades... que han apoyado esa tarea. Y eso ha provocado un efecto de reforzamiento de tal manera que no solo ha crecido el número de estudiantes con discapacidad sino la proporción de estudiantes universitarios con discapacidad que vienen a estudiar a la Uned. En un par de años ha subido del 40 a casi el 50 por ciento. 

 

Aunque también sería deseable que la Uned no fuera un centro ‘especial’ para universitarios con discapacidad y que estos estudiantes pudieran acceder con normalidad a las universidades que ellos eligieran.

 

Obviamente. No pretendo decir que la Uned deba ser eso, pero es cierto que el esfuerzo de la Uned se ha reflejado en eso y es verdad que todas las universidades debieran realizar esa oferta realmente inclusiva.

 

 

Entre las principales herramientas de la universidad a distancia se encuentran las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, que en los últimos tiempos evolucionan con cierta celeridad y excesivos problemas de acceso universal, ¿complica esto la labor de la Uned?

 

Lo complica, obviamente, porque vamos avanzando pero las necesidades se plantean de manera permanente, no se frena, al revés. La verdad es que contamos con algunos buenos apoyos. Aunque un asunto que me molesta es que creo que en el fondo todavía no hay un reconocimiento de lo que eso supone en general en el sistema universitario español, o sea, los estudiantes con discapacidad tienen derecho a tener matrícula gratuita o parcialmente gratuita como los becarios, sin embargo el ministerio devuelve a todas las universidades el dinero de la matrícula que los becarios dejan de pagar porque tienen derecho, sin embargo no devuelven el de los universitarios con discapacidad. Entonces, esto me suscita la pregunta ¿cuánto de verdad hay de apuesta en esto? La Uned no ha puesto ninguna pega y sigue ofreciendo matrículas gratuitas, pero lo pagamos de los fondos generales que recibimos sin poder dedicarlo a otras cosas. Lo hacemos a gusto, porque obviamente entendemos que la nuestra es una responsabilidad social en eso, pero nos gustaría sentirnos apoyados en algo que de verdad genera gastos, porque tenemos los sistemas de accesibilidad, los de adaptación de exámenes, y unos costes adicionales que uno no puede ahorrarse porque si no, no estás prestando el servicio. 

 

La creación de Unidis (Centro de atención a universitarios con discapacidad) supuso también una nueva etapa en la Uned, ¿qué tipo de seguimiento y apoyo se realiza a estos estudiantes desde este centro?

 

Nosotros tenemos registrados a los estudiantes que han declarado la discapacidad y prestamos servicios a los que acuden a nosotros, y normalmente Unidis les sigue a lo largo de toda su trayectoria. Este curso académico tenemos más de 9.000 estudiantes con discapacidad.

 

Una parte muy importante de los recursos de Unidis es la que se dedican a todos los procesos de adaptación, ya sea de exámenes, de materiales, etc., requiere un trabajo muy intensivo en mano de obra, es laborioso, son recursos de trabajo; y últimamente se requieren muchos recursos más de tipo económico en lo que es toda la accesibilidad de las tecnologías de la información y la comunicación. Algunas modificaciones para conseguir la accesibilidad son muy costosas. 

 

 

Hablando de dinero y de recursos, ¿ha sufrido la Uned algún tipo de recorte?

 

Sí. En estos últimos años, en tres años, ha caído la financiación pública de la Uned del orden de un 20 por ciento, sobre una cantidad ya pequeña, porque la Uned recibe más dinero de las matrículas de los estudiantes que lo que recibe del Estado o del Ministerio de Educación.

 

¿También han caído las matriculaciones?

 

No, se han mantenido. Si no, hubiéramos tenido una situación muy complicada. El volumen, los ingresos por matriculación se ha mantenido. Quizás haya aumentado algo el número de estudiantes pero bajado el número de créditos de los que se matriculan. Esto ha ocurrido en todas las universidades, ha habido un acomodo porque, al ser la segunda matrícula y posteriores más caras, los estudiantes miden más sus fuerzas antes de matricularse. 

 

La universidad tiene también su función de promoción laboral, ¿tienen algún programa especial para los estudiantes con discapacidad en la Uned?

 

Tenemos dos unidades que están muy vinculadas entre sí, que son el COIE (Centro de Orientación, Información y Empleo) y Unidis. Los dos están ubicados en el mismo Vicerrectorado, que es el Vicerrectorado de Estudiantes, y tienen una interacción importante, hay programas conjuntos, en unos casos los desarrollan unos y en otros, otros. Son dos unidades que, en el caso de los estudiantes con discapacidad, trabajan muy conjuntamente. No sé si podemos dar toda la respuesta que gustaría encontrar de nosotros, pero al menos hacemos lo mejor que podemos con los recursos de que disponemos.

 

¿Cuenta la Uned con acciones de Investigación e innovación en relación a la discapacidad? 

 

Sí. Hay distintos trabajos, o algunos financiados. Otros existen porque entre nuestro profesorado hay gente que se ha interesado por esa realidad. Unidis es una unidad técnica y tiene personal técnico, pero normalmente quien la dirige es un profesor o profesora de la Uned. Las personas que están al frente de Unidis en muchos casos es porque ya vienen trabajando e investigando sobre esa realidad y, en otros, si no lo han hecho antes, su paso por ahí les anima a hacer más cosas. Tenemos un nivel razonable de trabajo y de investigación en esos campos. Es un campo muy amplio, las discapacidades son de orden muy diferente y, por tanto, tampoco es todo idéntico, pero tanto en la facultad de Psicología, como en la Educación, como en otras, hay gente que trabaja específicamente en este campo.

 

Recientemente firmó un convenio con el CERMI y la Fundación ONCE, ¿qué tipo de colaboración existe?

 

La colaboración con el CERMI es grande y viene de tiempo atrás. Las líneas que se marcan en los convenios que firmamos con el CERMI y la Fundación ONCE son de accesibilidad universal, de sensibilización, concienciación y formación, y el tercero, de inclusión laboral. Y esto se va concretando en un montón de actuaciones más específicas. 

 

¿Cómo es esa tarea de sensibilización interna?

 

Normalmente durante todos los cursos hay un conjunto de acciones dirigidas al profesorado general, y otras específicas para aquéllos que tienen estudiantes con discapacidad. Los tipos de discapacidad son tan variados que las adaptaciones pueden ser tan sencillas como cambiar el formato de examen o más complicadas como adaptación de ritmos, duración de exámenes, y otras cosas, de ahí la importancia de sensibilizar a los profesores. Y percibo entre el profesorado de la Uned que esa sensibilidad se ha ido desarrollando.