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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 21 de junio de 2013cermi.es semanal Nº 84

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Entrevista

José Miguel Vila, periodista

“La cultura no es una obligación, sino una manera de concebir la vida, de conocerla y entenderla”

Por Esther Peñas

19/06/2013

Moda. Dícese del uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo. Infame. Que carece de honra, crédito y estimación. Si se trata de unir los términos, podemos invitar al periodista José Miguel Vila, entre otros adeudos, responsable de Comunicación de la Corporación empresarial ONCE, que acaba de presentar ‘Modas infames’ (Huerga & Fierro), un libro que compila más de un centenar de artículos publicados en los últimos tres años en el periódico digital ‘Diario crítico’. Ética, estética, política, espiritualidad, deporte, economía, cultura... casi cualquier tema pasa por su particular trilla. Pero dejemos que él mismo nos lo cuente.

¿Todas las modas son infames?

No sé si todas las modas son o no infames pero, desde luego, sí muchas de ellas pueden llegar a convertirse en ello, y no está de más pararse a considerarlas para, precisamente, intentar averiguar su carácter y naturaleza. Alguien me dijo que en vez de ‘Modas infames’ tenía que haber titulado el libro ‘Un país infame’; no sé si llegamos a tanto, pero me gustaría que entre todos evitásemos esa posibilidad.

¿Cuál es la más infame de todas las modas?

La corrupción política, seguramente.

Una manera de analizar un país es a través de sus iconos literarios. Dos de los más representativos, la Celestina y el Lazarillo, son modelos de pillaje, de trapicheo y escamoteo, como los que refleja en su libro, y otro el Quijote, idealista, soñador. ¿Cómo andamos los españoles de uno y otro, de valores y ética?

Las cosas no se pierden de la noche a la mañana y somos un país con unos cuantos siglos, hay personas, literatos que han sabido recoger el alma española en unas cuantas páginas y quiero creer que tenemos más de quijotes que de bribones pero en cada época pesa más una faceta. En estos momentos somos más bien prácticos, preocupados por la economía, por lo material, pero necesitamos un alma de Quijote, lo uno sin lo otro no se sustenta.

La situación actual ¿es reversible?

No es la mejor de las posibles pero estoy seguro de que se va a enmendar. Muchas veces lo negativo es lo que más presencia toma en el cuerpo social por el interés que se le da en los medios de comunicación; es la obligación de los periodistas, fijarnos en aquello que no funciona bien, detectarlo, apuntar hacia ello, dar argumentos y decir qué se puede hacer mejor.

¿Se ha relajado la labor periodística?

Sí, pero no debería hacerlo; el periodismo, junto con la política, se ha vilipendiado. Quizás hayamos tenido parte de culpa, entrando en connivencia con el poder y haciendo que terceros nos hayan suplantado realizando actividades que no les correspondían. Esto se vio perfectamente en la Feria del Libro cuando, entre los escritores y periodistas que firmábamos se escuchaban nombre de presentadores de televisión, toreros... gente advenediza, en fin.

Gente advenediza que son los que más vendieron....

Es que el morbo vende muchísimo, y ha llevado a la gente a interesarse por temas poco edificantes, pero explotar esas tendencias bajas no me parece bien. Nunca he escrito con fines lucrativos, aunque creo que lo conseguiría si me lo propusiera, y tengo derecho a decir lo que no me gusta, y a señalarlo. Y ciertos libros no son, desde luego, literatura, aunque así se nos quiera vender. 

Quizás tenga algo que ver el prejuicio asentado de que lo bueno, si es bueno, será también aburrido.

Es que la ignorancia es muy atrevida. Creo que las obras de arte, un libro, una película, una pintura, lo son por lo que dicen, y dicen cosas, y muchas, y buenas, a quienes no tienen formación y al erudito; eso es obra maestra, la que dice algo a cualquiera que se acerque a ella, con independencia de su formación, su origen o estatus social.

Hay temas cuya trascendencia es casi indiscutible pero ¿cómo se detectan esos asuntos menores que contienen un enorme –aunque discreto– interés?

Los temas menores son los mayores, la cotidianidad refleja el modo de ser, de vivir, de valorar las cosas, cómo las detecta... no lo sé... me han dicho de todo, y quizás lo más raro que me han dicho probablemente sea algo que apuntó mi amigo y compañero Félix Madero en el prólogo de ‘Modas infames’, es que soy un poeta, cuando creo que soy lo más lejano a un poeta, pero él ha detectado algo en mí que me acerca a esa categoría. Lo agradezco. Quizás de ahí venga el modo de detectar esos temas a los que te refieres... sencillamente no cerrando los ojos ni los oídos a nada.

¿Qué le dirá al lector este libro?

Cómo eran los españoles de finales del siglo XX y de principios del XXI, los españoles y el hombre el general, porque uno ya no se puede abstraer a otras reales culturales económicas, etc.

¿Qué retribución anímica le ha reportado ‘Modas infames’?

Dijo Félix Madero en la presentación, citando a Muñoz Molina, que el hecho de leer es de los pocos actos soberanos que le quedan al hombre en estos momentos; tiene más razón que un santo. Yo necesito saberme dueño de algo desde la primera letra hasta el punto y final, absolutamente de todo, y no es fácil de conseguir con cualquier otra actividad fuera de la escritura. Este libro, como los otros, me ha reportado un espacio íntimo, único, de libertad. Por eso escribo, es lo que me mueve a hacerlo. Y por el cariño de lectores y amigos, por sus palabras de aliento, que me sitúan en el Parnaso. Un cura, por ejemplo, me dijo que envidiaba de mí la capacidad de hacer cambiar la percepción de la realidad a la gente que me leía. Eso emociona. Por ejemplo, el día de la presentación alguien comentó que después de haber leído un buen libro había que acariciarlo, para que le llegase al autor nuestro cariño. Esa misma noche sé que alguien acarició mi libro.

¿Cree que el interés de los españoles por los temas que usted aborda en el libro es real, que de veras les importa la economía, la política, etc., o es una pura impostura?

No soy quién para juzgar la curiosidad de los españoles, pero tengo mi propia intuición al respecto; creo que la curiosidad, en términos generales, es inducida por terceros. La mía sí que es una curiosidad tan real como anárquica porque no tengo intereses creados. Me interesan muchos temas, muchísimos, y me meto en ellos de manera poco ordenada, improviso, me divierte; al fin y al cabo, la cultura no es una obligación, sino una manera de concebir la vida, de conocerla y entenderla.

¿Cuál es el último libro que le ha emocionado?

‘Ampliación del campo de batalla’, de Michel Houellebecq. En general, me gusta muchísimo el ‘Nuevo periodismo’, Gay Talese, Emmanuel Carrère... La verdad es que tendría que hacer lecturas más reposadas y más intensas. Eso sí, leo con fruición.

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