Soledad, exclusión forzosa
La pandemia, una pesada losa sobre la soledad y la discriminación de las mujeres con discapacidad
13/11/2020
Rafael Olea
La soledad no deseada y la discriminación con la que viven mujeres y niñas con discapacidad se ha incrementado durante la pandemia, según se evidenció en el webinario “La soledad no deseada de las mujeres con discapacidad”, organizado por el CERMI y el Real Patronato de la Discapacidad. En él, diversas expertas y mujeres con discapacidad narraron en primera persona cómo la pandemia se ha convertido en una asfixiante losa que ahonda el sentimiento de soledad.
“La soledad es muchísimo mayor y se acusa más en el caso de las mujeres y niñas con discapacidad”, subrayó la nueva presidenta de la Fundación CERMI Mujeres (FCM), Marta Valencia.
Esta mayor incidencia en la soledad de la mujer se ha incrementado durante la pandemia, a consecuencia del aislamiento que esta ha agudizado. La presidenta de la FCM destacó “las mayores dificultades a la hora de acceder a los recursos” como causa de esta importante brecha que acrecienta la soledad. Además, recordó que “el 74% de las personas con discapacidad que viven solas son mujeres”.
“Siempre decimos que la cara de la pobreza es la de la mujer con discapacidad, lo cual provoca menor acceso a recursos y oportunidades para evitar tanto la discriminación como la soledad no deseada”, añadió Valencia. En este sentido, recordó el último informe Olivenza, donde se evidenció que un 37% de las mujeres con discapacidad están en situación de pobreza, y, de ellas, un 17% viven en pobreza extrema.
Asimismo, la presidenta de la FCM recordó que “no podemos olvidar el entorno rural, donde el heteropatriarcado es más acusado y las mujeres tienen menos oportunidades para desarrollar su vida de manera autónoma”.
“No podemos perder la empatía”
Por su parte, la vicepresidenta de la ONCE y miembro del Patronato de la FCM, Patricia Sanz, detalló las situaciones de soledad que viven las mujeres ciegas o con discapacidad visual severa, y cómo estas se han ampliado durante la pandemia.
“No podemos perder la empatía”, advirtió Sanz, quien añadió que “hemos avanzado” en la lucha contra la discriminación y la soledad, pero recalcó que es necesario “seguir combatiéndolas, porque si nos quedamos como estamos, retrocederemos por la propia inercia”.
Asimismo, la vicepresidenta de la ONCE describió situaciones como el cambiante ruido en las calles, a consecuencia del aislamiento y las restricciones por la pandemia, lo cual dificulta la orientación y la interacción de personas con algunas discapacidades. Esto, junto con las barreras ya existentes, ha provocado que muchas mujeres y niñas ciegas o con discapacidad visual opten por no salir de sus casas, lo cual es un error porque “te vas quedando en casa, más sola y pierdes movilidad y orientación”.
Somos seres sociales
“A lo largo de nuestra vida, hemos oído hablar que el ser humano es social por naturaleza, y que todos quieren ser valorados y queridos. Sin embargo, este derecho a formar parte de la comunidad se niega a muchos colectivos, por ser distintos de la minoría o personas”, indicó Carmen Molina, una de las tres mujeres que participaron en el apartado de testimonios de mujeres con discapacidad del webinario.
“Pensamos que la socialización es un derecho garantizado, y no es así”, expuso Molina, quien destacó la incidencia en la soledad no deseada dentro de las mujeres con trastorno del espectro autista (TEA).
Asimismo, Molina subrayó cómo las mujeres y niñas con discapacidad con TEA buscan “activamente la participación social” y muchas de ellas “son activistas y quieren dar a conocer su condición”, ante los prejuicios existentes. “Necesitamos ser queridas como somos”, puntualizó.
Almas en pena
La soledad y el aislamiento han tenido una gran incidencia durante la pandemia en uno de los colectivos que más depende de los guías e intérpretes, como es el de las mujeres sordociegas.
Marina Martín, mujer de este colectivo, expuso la existencia de mujeres que “han perdido su sistema de comunicación durante la pandemia y no han podido comunicarse con nadie, y estas mujeres, hasta que llega el intérprete o el mediador de ONCE, viven como almas en pena”, PUES
Martín indicó su creencia de que la sordoceguera “es la Cenicienta de las discapacidades”, y denunció la soledad que sufren, porque hay “mujeres que no se pueden comunicar con nadie, ni siquiera con sus vecinos” y algunas de las cuales “solo se comunican con sus familias”.
Además, Martín denunció que situación, de discriminación y soledad, ha motivado que “haya personas que no encuentran sentido a su vida y que se han intentado suicidar”.
"Mejor que se muriera"
Madre de una niña con parálisis cerebral, Carola López reflejó cómo profesionales de la sanidad la decían que “para llevar una vida así, era mejor que se muriera”. “Eso significa que no la aceptan”, lamentó.
Afortunadamente, su hija, que solo tiene siete años, ha tenido el apoyo incondicional de su familia y de entidades de la discapacidad, pero López no olvida, y por ello no deja de puntualizar “el abandono y la soledad que ha tenido por parte de la sociedad, pues percibía que era –para ellos– un estorbo”. “Tengo que pelear cada recurso cada ella”, añade, “y lo último ha sido un monitor para el comedor y que pueda tener ese servicio como el resto de los niños”.
Durante la pandemia, la situación de soledad y aislamiento se ha incrementado. La hija de Carola López se ha visto privada de su terapia y visitas médicas por el confinamiento, algo que, explica su madre, “ha afectado a su salud”.
El webinario ‘La soledad no deseada de las mujeres con discapacidad’ fue el quinto de una serie de seis webinarios organizados por el Real Patronato sobre Discapacidad y el CERMI, con el fin de abordar desde diferentes vertientes el binomio soledad y discapacidad. Fue moderado por la jefa de Servicio del Real Patronato sobre Discapacidad, Elena Jariod.