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viernes, 27 de marzo de 2020cermi.es semanal Nº 384

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Mujer

Las mujeres con discapacidad y el coronavirus

Por Ana Peláez Narváez, vicepresidente ejecutiva de la Fundación CERMI Mujeres

25/03/2020

La crisis generada por el coronavirus es ya una pandemia social en todo el mundo que ha obligado a las autoridades de muchos países a tomar decisiones restrictivas, pero necesarias, de aislamiento forzado, actuación sanitaria y medidas económicas para controlar el contagio que nunca imaginamos que pudiera llegar a pasar.

Ana Peláez, vicepresidente ejecutiva de la Fundación CERMI MujeresEn estos momentos de desesperanza para tanta gente, desde la Fundación CERMI Mujeres nos sentimos, más que nunca, orgullosas de la unidad interna y del trabajo que se está haciendo por parte del CERMI y del movimiento organizado de la discapacidad y sus familias y otras organizaciones afines de derechos humanos y ayuda humanitaria que no nos olvidan; todos trabajando para que los líderes políticos y autoridades nacionales y europeos sean conscientes de la gran vulnerabilidad a la que el Covid-19 de repente nos ha sometido a la gente con discapacidad y a nuestras familias; todos trabajando para que esas mismas autoridades públicas europeas, nacionales y locales tengan presente las necesidades que deben satisfacer para no dejarnos al final de la cola. Gracias a la unidad y voluntad conjunta del movimiento CERMI, ¡lo conseguiremos!
 
Pero hoy, más que nunca, pienso en las muchas mujeres y niñas con discapacidad que estarán viviendo situaciones terribles de violencia doméstica y sexual, como consecuencia del aumento de las tensiones en el hogar surgidas por el aislamiento de la población; pienso en esas mujeres cuidadoras de familiares dependientes, casi siempre madres, confinadas en sus casas con cuadros de ansiedad por la sobrecarga de tareas tras el cese de servicios de apoyo durante la cuarentena; pienso en esas mujeres mayores con discapacidades agravadas por el deterioro de los años institucionalizadas en residencias o centros de asilo aisladas y olvidadas; pienso, en suma, en el precio que estarán pagando las mujeres, y muy especialmente las que tienen una discapacidad y las que asisten a sus familiares con discapacidad, durante y tras esta pandemia global. Nuestro mensaje, nuestro trabajo, debe servir para estar al lado de todas ellas.
 
El pasado día 17 de marzo, ONU Mujeres publicaba el informe Covid-19 en América Latina y el Caribe: cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis. El informe –que se encuentra disponible en inglés, francés y español en el siguiente enlace https://lac.unwomen.org/es-, analiza el impacto del Covid-19 en la violencia contra las mujeres y niñas, y alerta de que en un contexto como el actual de emergencia el riesgo a sufrirla en el hogar es mayor, como también es mayor el riesgo de aislamiento de las mujeres. También alerta de que las personas sobrevivientes de violencia “pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas, debido a factores como las restricciones de la circulación o la cuarentena”. Además, señala que “el impacto económico de la pandemia puede generar barreras adicionales para dejar una pareja violenta así como mayor riesgo de explotación sexual”.
 
He de reconocer que me ha decepcionado ver que la única mención que ONU Mujeres hace de la discapacidad sea para referirse a las cuidadoras, cuyo papel en la gestión de la crisis es, desde luego, fundamental; pero, ¿dónde están las mujeres y niñas con discapacidad, ese 19,20% de la población femenina?
 
Por eso, y porque también nosotras somos mujeres, inspirándonos en las recomendaciones que ONU Mujeres ha ofrecido a los gobiernos sobre cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis generada por el Covid-19, os ofrecemos a continuación algunas orientaciones para que desde el trabajo que estáis haciendo en vuestras organizaciones para la protección de las personas con discapacidad en estos momentos incorporéis también una atención diferencial por razón de género a las mujeres y niñas con discapacidad y a las cuidadoras, generalmente madres, de familiares con discapacidad:
 
1. Asegurar la disponibilidad de datos desagregados por sexo y por discapacidad en la compilación de información que estáis haciendo desde vuestras organizaciones, y efectuar un análisis de género, incluyendo cuando sea posible las tasas diferenciadas de infección, los impactos económicos y la carga de cuidado diferenciados, las barreras de acceso de mujeres a la ayuda humanitaria disponible, y la incidencia de violencias doméstica y sexual.
 
2. Asegurar la dimensión de género en la respuesta que estéis ofreciendo a las personas con discapacidad. La respuesta debe considerar de manera diferenciada las necesidades particulares de las mujeres y niñas a nivel general, pero también las diferentes necesidades que pueden plantear dentro de una misma discapacidad. No se trata de prestarles a ellas mayor apoyo, sino de garantizar que todas las personas con discapacidad que lo precisen sean beneficiadas por la asistencia sin discriminación.
 
3. Implicar a las mujeres con discapacidad en todas las fases de la respuesta y en la toma de decisiones que se estén tomando desde vuestras organizaciones. Dado que, por suerte, muchas organizaciones de personas con discapacidad ya contáis con comisiones o grupos de trabajo de mujeres, podéis utilizar esos mecanismos como consulta efectiva. Además, también podéis crear redes informales de mujeres que están recibiendo mayormente el impacto de la crisis (como las mujeres institucionalizadas, las mujeres mayores, las mujeres cuidadoras...), para quienes la posibilidad de interactuar entre ellas por whatsapp o redes sociales puede llegar a ser verdaderamente un balón de oxígeno, un salvavidas.
 
4. Asegurar que las mujeres con discapacidad que trabajan en el sector sanitario o en instituciones residenciales u otros centros de provisión de servicios sociales, muchas de ellas en servicios de limpieza o cocina, estén adecuadamente atendidas y protegidas ante un posible contagio. Para ello, debemos ofrecerles apoyo para mejorar su acceso a la información, a los equipos de protección personal y a los productos de higiene menstrual, y promover modalidades de trabajo flexibles.
 
5. Impulsar consultas directas con organizaciones de mujeres con discapacidad sobre la situación de las mujeres y niñas con discapacidad, en particular sus necesidades y las medidas adecuadas para enfrentar la pandemia, asegurando que sus opiniones, intereses, contribuciones y propuestas sean incorporadas en la respuesta. Pese a que no existen muchas organizaciones de mujeres con discapacidad, contamos con algunas ya muy consolidadas que pueden ofrecer apoyo si fuera necesario. Desde Fundación CERMI Mujeres nos ofrecemos para colaborar con todas vosotras. 
 
6. Las organizaciones locales de mujeres con discapacidad o, en su defecto, los grupos comunitarios de mujeres con discapacidad deben ser apoyados para garantizar que los mensajes sobre estrategias de prevención y respuesta sean accesibles y comprensibles, y que lleguen a todas esas mujeres. Asimismo, es clave aumentar las capacidades de estas organizaciones locales y grupos informales de mujeres con discapacidad que son fundamentales para identificar y apoyar a mujeres y niñas con discapacidad víctimas de violencia en el entorno comunitario.
 
7. Garantizar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la atención sanitaria prenatal y postnatal de las mujeres con discapacidad. Es importante que en colaboración con ONG especializadas, ofrezcamos información veraz y contrastada a las mujeres con discapacidad embarazadas, a sus parejas y familias, para que puedan tomar decisiones responsables sobre su salud y la de sus hijos en torno al parto y nacimiento en tiempos de coronavirus, así como sobre su derecho a dar su consentimiento libre e informado sobre cualquier tratamiento quirúrgico vinculado al parto, como la cesárea o el ligamento de trompas. 
 
8. Adoptar medidas directas de compensación a trabajadoras informales con discapacidad, incluyendo trabajadoras sanitarias, domésticas, migrantes y de los sectores más afectados por la pandemia, a fin de que sea posible mantener la generación de ingresos y los medios de subsistencia de las mujeres más afectadas. En ese sentido, es preciso que desde nuestro tejido asociativo identifiquemos especialmente a familias monoparentales de madres con discapacidad con hijos a cargo para que sean prioritarias en el acceso a la ayuda económica, de alimentación, de vivienda o de cualquier otro tipo.
 
9. Impulsar medidas de política que permitan reconocer, reducir y redistribuir la sobrecarga de trabajo no remunerado que se produce en el interior de los hogares por cuidados de salud y cuidado de personas con discapacidad, y que es absorbida mayoritariamente por las mujeres. Además, sería muy oportuno que desde las organizaciones de la discapacidad se pongan en marcha servicios telefónicos gratuitos de apoyo psicológico a estas mujeres que son, generalmente, las madres.
 
10. Asegurar la continuidad de servicios esenciales para responder a la violencia contra las mujeres y niñas con discapacidad o ponerlos en marcha en caso de no existir; desarrollar nuevas modalidades inclusivas y accesibles de brindar servicios en el contexto actual, y aumentad el apoyo a organizaciones especializadas de mujeres con discapacidad para brindar servicios de apoyo a nivel local y territorial. 
 
Desde la Fundación CERMI Mujeres nos tenéis a vuestro lado para trabajar por las mujeres y niñas con discapacidad, ahora que tanto nos necesitan, y siempre.
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