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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 16 de noviembre de 2018cermi.es semanal Nº 323

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Obituario

Gracias, Javier

Por Ana Sastre

Javier Romañach Cabrero, comprometido activista por los derechos humanos, falleció en la madrugada del pasado martes día 13 de noviembre. Javier era disruptivo en el sentido más positivo de la palabra; provocador calculado, curioso y retador capaz de generar conocimiento gracias al cual siempre permanecerá vivo.
 
Nació en Manresa (Barcelona) en 1962 y se Licenció en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid en 1987. Pasó sus primeros años de recién licenciado experimentando en el campo de la ingeniería del “software”, en sectores del espacio y las comunicaciones. Su inquietud por innovar le mantuvo siempre a la vanguardia trabajando en la Organización Europea para la Investigación Nuclear o en Telefónica I+D. 
 
En 1991 Javier llegó a la “diversidad funcional”, con orgullo utilizo este término que él acuñó junto a su querido amigo Manuel Lobato. El uso del término "diversidad funcional" como sustituto de "discapacidad" es un claro ejemplo de lo que era Javier, capaz de desafiar lo establecido, en este caso para romper con la percepción negativa que la situación de discapacidad mantenía, y que lamentablemente todavía perdura en la sociedad, aunque hemos avanzado mucho. 
 
Entre 1994 y 2000 contribuyó activamente al conocimiento vinculado a la tecnología y la diversidad. Numerosas publicaciones lo situaron como un referente de la accesibilidad y las nuevas tecnologías o el diseño para todas las personas.
 
Conferenciante nacional e internacional no dejaba a nadie indiferente; todavía recuerdo una vez que hizo girarse a todo un anfiteatro para escucharle hablar desde el fondo de la sala, porque, aunque lo habían invitado como ponente, no pudo subir al escenario que no era accesible, “creo que los que estaban allí no van a olvidar la experiencia y con suerte tampoco la importancia de la accesibilidad”, me dijo. 
 
En el 2006 Javier configuró junto a su gran amiga Agustina Palacios un nuevo paradigma de la discapacidad, el modelo de la diversidad un marco ético orientado, en sus propias palabras, a luchar por dar el mismo valor a las vidas de todos los seres humanos (…) donde cada persona sin importar lo capaz, o inteligente, o productiva, o útil, o con independencia de su capacidad de andar y correr, de hablar o de oír (…) tenga la oportunidad de vivir y disfrutar de la vida a cualquier edad.
 
Su inquietud por encontrar respuestas le embarcó en muchos y diversos proyectos. Así surgió por ejemplo el Foro de Vida Independiente o SOLCOM. Dos organizaciones que vio crecer y de las que se alejó después. Javier era un constructor de redes sociales y profesionales, capaz de asegurar que sus proyectos estuvieran en permanente crecimiento y que fueran ganando adeptos que lo convertían en su propia misión, más allá del propio Javier. 
 
Fue precursor de la autonomía personal y trasladó su conocimiento como profesor de la Filosofía de Vida Independiente, Bioética y Derechos Humanos en módulos de formación reglada en las universidades de Vigo, Salamanca, Menéndez y Pelayo, Zaragoza, La Coruña o la Carlos III. En cada una de ellas, fue dejando grandes amistades. 
 
Yo conocí a Javier en un curso de la Universidad Complutense de Madrid, si no recuerdo mal en el verano del año 2000 en El Escorial. Yo casi acababa de llegar a este sector de la diversidad social, primero desde la Fundación ONCE y después en el CERMI, y le acribillé a preguntas sobre accesibilidad y nuevas tecnologías. Tuve la suerte de tenerle de compañero desde entonces, compartiendo sueños disruptivos que hoy se han hecho realidad, como el voto de las personas con discapacidad intelectual. Nos enredábamos en debates enriquecedores; aunque llegáramos a conclusiones distintas, he de confesar que pocas veces sucedía esto, por más que en muchos momentos nuestras organizaciones, el Foro y el CERMI, parecieran perseguir distintos objetivos. En realidad nunca fue así, y nosotros lo sabíamos, quizá divergíamos en las estrategias, pero compartíamos el mismo punto de llegada. Nos aliamos en muchas batallas para ganar esa guerra, ¡qué placer!, cómo voy a echarte de menos Javier.
 
En lo personal me quedo con muchas cosas, gracias Javier. Con tu generosidad para abrirme la puerta de tu enriquecedor mundo y compartirlo sin escrúpulos; con tu lealtad, pocas personas han sido tan francas conmigo y me han ayudado más a crecer que tú, gracias; con tu apoyo incondicional, siempre hacia delante, siempre tenías tiempo cuando sentías que eras necesario, buscabas en seguida un hueco en tu apretada agenda y entonces podíamos compartir divertidas y cálidas sobremesas. Gracias por haberme unido a tanta gente, a Pablo, a Agustina, a Nacho, a Rafa, a Patricia, a Alejandro… a todos los que nos sentimos afortunados por haberte disfrutado. Vas a estar siempre con nosotros.
 
Ana Sastre Campo, Exdelegada del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención de la ONU
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