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viernes, 11 de noviembre de 2016cermi.es semanal Nº 234

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Abraxas

“Arresto domiciliario”

Por Arturo San Román Ferreiro

11/11/2016

Para Nacho Tremiño, luchador infatigable

 

Arturo San Román Ferreiro, Experto en Comunicación SocialEn nuestro país hay miles de personas en “arresto domiciliario”, sin haber cometido ningún delito, sin haber sido juzgadas. Y sin embargo ahí están.

 
Cosas tan cotidianas como ir a comprar el pan, bajar la basura o salir a dar un paseo, cosas que usted hace con total naturalidad, para miles de personas se convierte en una verdadera pesadilla, porque por si solas no pueden, necesitan la ayuda de otra persona y aun así genera situaciones esperpénticas que atentan contra la dignidad de la persona, y fundamental sobre un derecho tan básico como es poder salir de tu casa de una manera autónoma.
 
Hay miles de personas que, como usted, han pagado su hipoteca y pagan sus gastos de comunidad, y sin embargo habitan en un hogar, su casa de toda la vida, que se ha convertido en una verdadera cárcel. Una cárcel donde los barrotes son invisibles, pero existen. Están construidos de puro egoísmo e ignorancia, la de ese vecindario que constituyen la mal denominada comunidad de vecinos. 
 
La Real Academia Española da dos acepciones para la palabra comunidad:
“Conjunto de personas que viven juntas bajo ciertas reglas o que tienen los mismos intereses”. Esta primera acepción en las comunidades de vecinos es falsa porque ni las reglas son iguales para todos, ni todos tienen los mismos intereses. “Grupo social del que forma parte una persona”. Y esta segunda está adulterada porque la persona que vive una situación así, no forma parte del grupo social. Es desterrada del grupo. No es un destierro por un acuerdo de la junta de la comunidad, peor todavía, es un destierro por ignorancia. Simplemente se hacen invisibles para el resto de los vecinos.
 
Existen diferentes tipos de comunidades, y ninguna adecuada. Aquellas comunidades de edificios nuevos, con gente joven, para los cuales la discapacidad no está en su horizonte ni en el de sus hijos, porque ellos son “normales” y eso de sufrir una discapacidad les pasa a otros. Además, la vejez es algo muy remoto como para pensar en ella y en sus inconvenientes. Y por lo tanto hacer accesible el edificio es un gasto que no merece la pena, es más importante la piscina o la zona de juegos para los niños. Además, ese tipo de obras afea la estética (de nuevo la ignorancia). Otro modelo son las comunidades de 20 años de antigüedad, donde sus vecinos están en una media de 50 años, con hijos ya mayores, y que su gran preocupación es que los jardines y el resto de elementos comunes (que gracia tiene lo de los elementos comunes) estén perfectos para que las viviendas no pierdan valor, y su otra prioridad es arreglar y mantener los efectos de la antigüedad del inmueble. Y por último están las comunidades de más de 40 años, con vecinos mayores, jubilados y con pensiones que no dan para hacer las reformas que necesitan para seguir haciendo una vida independiente.
 
En definitiva, en el primer y segundo modelo las prioridades no pasan por pensar en accesibilidad, y si algún vecino necesita algún elemento, que se lo pague. Y en el tercer modelo, ya es tarde.
 
Lo dicho: Egoísmo e Ignorancia.
 
Ya pensaban que no iba a hablar del Gobierno y de las yeyes. Y es que he preferido empezar por las personas, porque las leyes se hacen para luchar precisamente contra el “egoísmo y la ignorancia”, se hacen para dar las mismas oportunidades y derechos.
 
La Ley de Propiedad Horizontal se promulga en 1960, con sus reformas posteriores. Desde entonces, y a pesar de las reformas, sigue siendo una Ley discriminatoria con las personas con discapacidad y los mayores. Y lo es porque precisamente deja en mano de los integrantes de la comunidad la potestad de hacer las reformas necesarias para que todos los vecinos ejerzan sus derechos de vida independiente desde la igualdad.
 
Desde hace muchos años los partidos políticos de cualquier color y los diferentes gobiernos han prometido una reforma en profundidad de la Ley que elimine barreras y discriminación. Si buscan en google “propiedad horizontal y discapacidad”, encontrarán miles de entradas y titulares con promesas de reformar la Ley.
 
Tenemos nuevo gobierno, por cierto, bienvenida ministra, y es el momento de cumplir promesas y hacer las cosas bien.  Además, se puede hacer por consenso porque todos parecen estar de acuerdo, y demostrar a los ciudadanos que las promesas políticas se cumplen, siempre hay una primera vez. 
 
Por cierto, hay que recordarle a la clase política que, aunque casi todo el debate está centrado en las necesarias adaptaciones para la accesibilidad física no pueden olvidar, en la reforma, la accesibilidad sensorial para las personas sordas y las personas ciegas.
 
Y mientras llega la reforma, no estaría mal que el resto de las administraciones impulsaran programas de subvenciones específicas para la adaptación de los inmuebles, igual que ya existen para otras rehabilitaciones. Todo ello apoyado por las entidades financieras, con unas líneas de financiación adecuadas.
 
Lo dicho siempre hay una primera vez para hacer las cosas bien desde el principio. Y estamos en nuevo principio.
 
@arturosanromanf

Experto en Comunicación Social

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