En el año 2017 el CERMI se planteó la necesidad de revisar y redefinir su propuesta política en relación a la Atención Temprana (AT). Habían pasado más de 10 años desde que había expresado su postura en relación a este asunto y era necesario enfrentarse al nuevo panorama provocado por los efectos de la aplicación de la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y atención a las personas en situación de Dependencia, y al replanteamiento necesario por la existencia de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (recordemos que es derecho positivo en España).

 

La creación de un Grupo de trabajo específico para esta tarea y el consiguiente debate posterior rápidamente desembocó en la necesidad de ampliar la visión y proponer una actuación en el ámbito de todo el desarrollo infantil temprano, cubriendo todos los procesos implicados desde el diagnóstico a la derivación a servicios de apoyo y a la implicación y empoderamiento de las familias, abarcando a toda la infancia en situación de necesidad, a una actuación sistémica socio-educativo-sanitaria que comprometa eficazmente a todos los sectores de la Administración implicados, y una implicación de todas las instituciones y organizaciones (asociaciones de discapacidad, ONG de infancia, asociaciones de profesionales, Centros de AT, Centros Base, Escuelas, Centros de Salud, Administraciones autonómicas y estatal,… y por supuesto a las familias del menor en situación de necesidad).

 

El CERMI ha hecho ya una propuesta global de breve lectura con el preciso nombre “Por el Derecho primordial de la infancia a la salud y a su pleno desarrollo”. En ella, el CERMI y sus entidades asociadas exponen su idea de que el fundamento de cualquier actuación debe pasar por hacer efectivo el Derecho de toda infancia a un pleno desarrollo, no solo por razón de justicia social o igualdad de oportunidades, sino también por cuestiones más prácticas de retorno social (la inversión en el desarrollo infantil conlleva uno de los mayores retornos económicos, sociales, humanos de los que una sociedad puede dotarse) y por la creciente importancia que dan nuestras actuales sociedades al valor y capital que tiene para ellas la infancia y el apoyo a una nueva generación (indudablemente el hecho de que las familias estén formadas por menos niños y niñas, está cambiando la mentalidad y dando más peso a su formación, salud, desarrollo y mejora de vida). Basta con recordar que posiblemente el mayor drama personal al que puede enfrentarse una familia hoy día es la desaparición de uno de sus hijos menores de edad.

 

Para ello el CERMI propone aprobar una Ley Orgánica de universalización de la Atención Temprana y el Apoyo al Desarrollo Infantil. Ley fundamentada en las Convenciones de Derechos de Infancia y de Personas con Discapacidad. Ley que promulgue las condiciones básicas de promoción y defensa del derecho de la infancia con alteraciones de su desarrollo y riesgo de padecerlas a un apoyo integral para su pleno desarrollo. Ley que garantice una Atención Temprana universal, pública, gratuita, integral y sectorizada; como derecho subjetivo de toda niña y niño de 0 a 6 años con alteraciones del desarrollo. Ley que ponga las bases para la puesta en marcha de un sistema completo Y EFICAZ de servicios, apoyos y protocolos de actuación de AT y Apoyo al Desarrollo Infantil. Y por último (que no menor) una Ley que se acompañe de una financiación suficiente para dotar y facilitar la existencia de esa Red sistémica de Atención Temprana, sin la cual esa opción por el pleno desarrollo temprano de la infancia en situación de vulnerabilidad no será más que retórica vacía, cuando no un mero producto de cinismo político.

 

¿Es utópico pensar que este tipo de actuación sistémica y garante de Derechos de la infancia en necesidad de pleno desarrollo podrá conseguirse? Sí, si partimos de una visión enfocada a lo inmediato o en las necesidades del día a día. Si en cambio, centramos nuestra mirada en lo mucho que podemos obtener, en el enorme impacto que tendría una potente actuación en pro del desarrollo infantil temprano, y en la mejora de vida que podemos asegurar a un gran número de niños y niñas y a sus familias, está claro que este tipo de política de claro Desarrollo Humano debiera ser primordial y prioritaria, y enormemente ventajosa a largo plazo. Tan sólo necesitamos creérnoslo un poco más y encontrar acompañantes y liderazgo político para poder llevarlo a cabo… en el fondo no es tan difícil.