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más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
La comunicación en tiempos del Covid
Por Lourdes Gómez, persona sorda, maestra y especialista en A.L. (Audición y Lenguaje)
25/09/2020
Como PERSONA soy muy expresiva, muy “latina”, y he vivido siempre acomodada en un alto porcentaje de comunicación no verbal. Me desconciertan las personas excesivamente comedidas que controlan o esconden sus emociones tras un rostro imperturbable.
Como SORDA y por mis circunstancias, que no son las de TODAS las personas sordas por supuesto, soy en un alto porcentaje dependiente de la LECTURA LABIO-FACIAL. No soy “lectora de labios”, soy más bien “adivinadora de la lengua española” (algo menos de la lengua catalana) y “juego” constantemente a adivinar lo que dicen mis interlocutores aunando varias informaciones: la de los movimientos de los labios, la de la expresión facial, la de algún resto auditivo, la del contexto y la de mis conocimientos de la lengua en la que me estoy comunicando. Me desconcierta que alguien pretenda que yo entienda algo viendo únicamente unos labios moverse.
También, como SORDA que soy, vivo, desde que la descubrí en mi juventud, acomodada en la seguridad y la riqueza que me ofrece la LENGUA DE SIGNOS. Soy pues igualmente en alto porcentaje dependiente de la Lengua de Signos, una lengua que toma cuerpo, precisamente a través del CUERPO, valga la redundancia. Me desconcierta que haya gente que todavía piense que hablar en Lengua de Signos es “hablar con las manos”. Las manos pueden formar un signo… incompleto. El signo completo y la construcción de frases completas en Lengua de Signos sólo es posible con el concurso de la EXPRESIÓN FACIAL e incluso de ciertas VOCALIZACIONES.
Como MAESTRA entiendo la escuela como aquel lugar en el que, con el “pretexto” de trasmitir conocimientos (que también) enseñamos y aprendemos a conocernos, a conocer al otro, a interaccionar y descubrir los valores que nos permiten crecer como personas firmes, seguras, bellas, BUENAS PERSONAS, en definitiva. Para lograr eso, para cumplir con mi trabajo sencillamente, con mi ALUMNADO SORDO, necesito como es lógico, COMUNICARME con ellos con fluidez. Necesito que puedan COMUNICARSE entre ellos con eficacia, pero…
…Como ESPECIALISTA EN AUDICIÓN Y LENGUAJE, tengo que cumplir esa función con un alumnado que TODAVÍA NO TIENE SUFICIENTE COMPETENCIA NI EN LENGUA ORAL NI EN LENGUA DE SIGNOS. Precisamente vienen a nuestra escuela para eso, para ayudarles a construir el lenguaje. Me desconcierta que pretendan que haga mi trabajo sin abrazos de ánimo, sin sonrisas visibles, oyendo poco, mal o nada, con una lengua de signos reducida a las manos. La escuela, mi escuela, era el lugar donde, por fin, se abría paso el lenguaje (oral y de signos) ¿qué está pasando ahora?
Puede parecer una exageración, pero tengo la sensación de que la mitad de mi mundo ha desaparecido detrás de las MASCARILLAS. Como persona y como profesional me encuentro constantemente con situaciones que cuando menos, me bloquean. Teníamos en casa un cartel que decía “SI USTED NO APORTA SOLUCIONES, ENTONCES FORMA PARTE DEL PROBLEMA” Me he aplicado el cuento y, tras exponer mis desconciertos y agobios, quisiera aportar alguna idea.
En lo que hemos podido averiguar (no soy la única implicada en esta búsqueda, muchas instituciones y particulares llevan mucho tiempo buscando alternativas) NO HAY TODAVÍA MASCARILLAS TRANSPARENTES HOMOLOGADAS y que cumplan su función:
- Las de tela están homologadas, pero NO SON TRANSPARENTES. Son translúcidas, por más que intenten justificar que hay varios grados de transparencia. Por supuesto permiten algo de visibilidad del rostro en su totalidad y eso es preferible a las mascarillas quirúrgicas habituales.
- Las que incorporan una ventanita que deja ver los labios, sólo dejan ver los labios y enmascaran el resto del rostro dificultando la expresión facial. Por supuesto la visibilidad de los labios es perfecta y eso es también preferible a las mascarillas quirúrgicas habituales.
- Las de plástico tipo “aviador” se empañan y tampoco son realmente transparentes.
Se están haciendo esfuerzos para dar con la solución más idónea y confío en que salgan adelante a la mayor brevedad posible, pero mientras tanto, y espero que se me disculpe mi ignorancia en términos de seguridad sanitaria, propongo que SE CONSIDERE LA DISCAPACIDAD AUDITIVA COMO “SITUACIÓN EXCEPCIONAL” CON RESPECTO AL EMPLEO DE LAS MASCARILLAS.
Las instrucciones de Sanidad incluyen excepciones para su uso (deporte al aire libre, comer-beber-fumar en sitios públicos, niños menores de 6 años, problemas respiratorios…) no sería muy complicado, pienso yo, establecer algo así como:
EXCEPCIÓN: “Para garantizar la comunicación (y por ende la necesaria accesibilidad a la que tienen derecho) con y entre personas sordas, ya sea en legua oral o en lengua de signos se establecerán pautas compatibles con la necesaria seguridad sanitaria: marcar claramente la distancia de seguridad, mediante las señalizaciones que ya se están empleando (marcas en el suelo, mobiliario…) colocar mamparas adecuadas a la función que se vaya a desarrollar (de mesa, con tres caras, de techo, tipo biombo con ruedas…) y una vez colocados los interlocutores en los lugares señalados, podrán QUITARSE LAS MASCARILLAS. Fuera de los espacios señalados la mascarilla seguirá siendo obligatoria tal como está establecido”.
Si estas directrices las asume Sanidad y las difunde como está difundiendo el resto de las normas COVID, tiendas, servicios públicos… ¡!y las escuelas!!! podrían establecer sus ZONAS DE COMUNICACIÓN SEGURA para alivio de las personas sordas y con la tranquilidad de no estar contraviniendo ninguna norma.
¿SERÍA POSIBLE?
