Naciones Unidas ha decido que este año el Día Mundial del Turismo haga hincapié en el concepto de “turismo para todos” y la “promoción de la accesibilidad universal en el turismo”. Unos títulos y unas nociones muy oportunas y acertadas, ya que en la actualidad miles de personas en nuestro país y millones de personas en el mundo tienen muchas dificultades, cuando no imposibilidad, para realizar turismo, y de esta manera ven vulnerados sus derechos de acceso a los bienes culturales y a la movilidad geográfica. Hay muchos motivos causantes de esta situación y en este artículo vamos a analizar alguna de estas causas, quizá las más importantes.

 

Estamos en un momento en el que están conviviendo dos modelos que han pretendido o aspiran dar solución a los problemas de las personas con discapacidad: el modelo rehabilitador pseudocaritativo, basado en un concepto de atención y que no acaba de encajar muy bien que las personas con discapacidad quieran viajar, quieran conocer otras ciudades, otros países y otras culturas; un modelo que no acaba de entender que las personas con discapacidad  pueden formar parte de las dinámicas del conjunto de una sociedad frente a un modelo social basado en la Convención para la defensa de los derechos de las personas con discapacidad de Naciones Unidas que pondera el derecho que acoge a las personas frente a otras actitudes. Las personas con discapacidad y las entidades sociales tenemos muy claro hace tiempo con qué modelo queremos seguir avanzando, el problema es que aún hay responsables políticos y administrativos a los que les cuesta entenderlo. Recuerdo, cuando hace 25 años  luchábamos para que los autobuses urbanos fueran accesibles, cómo un concejal llegó a respondernos que cualquier día querríamos montar en un avión. Tan solo es un ejemplo de la involución que está instaurada en algunas personas.  Por cierto, todavía hay compañías aéreas que no permiten a una persona usuaria silla de ruedas viajar sola en un avión. 

 

Otra cuestión paradójica que se da con especial énfasis  en nuestro país es que existe un exceso de normativa relativa a la accesibilidad en general y muy laxa e injusta relativa a la accesibilidad en el turismo. Existen leyes de accesibilidad de rango estatal, a nivel de comunidad autónoma e incluso a nivel local aparte del Código técnico de edificación. Esta situación que en principio pudiera pensarse que va en beneficio del que la accesibilidad se contemple de forma transversal, trasmite mucha confusión, y a veces va en contra del rigor con que se ha de contemplar el cumplimiento de la normas. En el ámbito meramente turístico, las normativas solo obligan a tener habitaciones adaptadas y todos sus servicios al alcance de cualquier persona, incluidas las personas con discapacidad, a los hoteles de cuatro estrellas en adelante. Esta situación obliga a las personas con discapacidad a tener que viajar bajo unas condiciones económicas muchas veces no asumibles por la persona. Pero, por ejemplo, ¿cuántas veces se ha encontrado una persona con discapacidad intelectual información en un hotel de cuatro estrellas en lectura fácil? Laxitud en el cumplimiento de los criterios de accesibilidad universal.

 

Hay un problema de confusión en el concepto de gasto frente al concepto de inversión cuando hablamos de accesibilidad. Las personas que están ancladas en el modelo rehabilitador hablan de gasto, nosotros hablamos de inversión. El sentido común y la justicia social nos dicen que hay que invertir para que las personas puedan hacer uso de sus derechos, pero es que además es también muy importante invertir para ser cada vez más competitivos en un sector tan importante como el turismo. No seamos complacientes con las actuales cifras de turistas que visitan nuestro país que es verdad que son muy buenas pero que también responden a la inestabilidad política y social que se vive en otros países competidores como Egipto, Turquía Israel, Siria etc. Tenemos que aprovechar estos años de bonanza para mejorar un sector vital en nuestro país y que no dependa de situaciones coyunturales.

 

Es verdad también, como no puede ser de otra manera, que es estos últimos años se ha mejorado la accesibilidad en los destinos turísticos gracias, principalmente, a que las personas con discapacidad y las entidades sociales estamos haciendo valer nuestros derechos y nos estamos visualizando como un colectivo al que hay que tener muy en cuenta como cliente. En España más de ocho millones de personas eligen su destino turístico basándose en criterios de accesibilidad: personas con discapacidad, personas con movilidad reducida, turismo senior, turismo familiar, etc. En Europa somos más de 50 millones de personas. El sector turístico nos tiene que tener muy en cuenta porque vamos a ser un sostén fundamental del sector a lo largo del todos el año  y no solo en las temporadas altas. En España hay destinos turísticos que están alcanzando niveles óptimos en materia de accesibilidad y que son ejemplos de buenas prácticas. En Castilla y León podemos decir que estamos trabajando bien en El Camino de Santiago o en las Rutas del Vino. A nivel nacional cabe destacar Barcelona o Valencia que están desarrollando planes estratégicos de turismo accesible; las playas de Málaga, Cádiz o Arona, las rutas urbanas de Madrid, Oviedo, San Sebastián o Logroño, el acceso a los bienes patrimoniales de Mérida, etc. Lo que no estamos haciendo bien es dar a conocer a nivel nacional e internacional a través de canales de información fiables los niveles de accesibilidad que tienen nuestros destinos turísticos. En este sentido no es que lo estemos haciendo mal, es que apenas lo estamos haciendo. Las personas que exigen accesibilidad en sus destinos turísticos tienen que planificar muy bien su viaje y si una persona de Reino Unido no sabe que puede pernotar en Carrión de los Condes, no se va a animar a hacer el Camino de Santiago que pasa por Castilla y León, o si no sabe que además de visitar una bodega puede comer en un restaurante no se va a convencer ni va a animar a las personas que le acompañen a  tener una experiencia turística en una Ruta del vino. 

 

Este año Naciones Unidas nos recuerda que el turismo no es un lujo o no debiera serlo. Qué el turismo ayuda, y de qué manera, a que conozcamos otras culturas, otras formas de entender la vida y a que nos conozcamos a nosotros mismos. El turismo nos permite ser más tolerantes y más felices. Cuando hacemos turismo estamos más receptivos, nos interesamos por todo y por todos. Cuando nos transformamos en turistas casi podemos decir que nos transformamos en mejores personas, estamos más dispuestos a serlo. Permitamos que todas las personas puedan ejercer su derecho a mejorar como personas.