En estos 29 años, los proyectos de IRPF gestionados por nuestras organizaciones han tenido muchos y variados frutos: han dado apoyos a miles de personas y familias que lo necesitaban; formación, asesoramiento, respiro familiar, conciliación... Han puesto el foco en realidades olvidadas y en la atención a colectivos en riesgo de exclusión, la salud, la educación, etc. Todo ello incorporando además muchísima innovación en modelos de calidad de vida, centrados en las personas, transparencia y compromiso ético, accesibilidad... y potenciando los roles de ciudadanía,  la autorepresentación de las personas,  los derechos de las familias, el acceso a la justicia, el papel de las personas voluntarias. Se han realizado grandes inversiones en servicios y equipamientos en muchas de nuestras organizaciones. Y cómo no, ha servido para articularnos como una potente red de promoción de derechos, provisión de apoyos y palanca de cambio social en toda España.

 

Si hiciéramos una foto de hace 20 años, y hoy nos hiciéramos un selfie, veríamos como hemos cambiado a mejor, y una parte importante se la debemos a esa estrategia de política social mantenida por la asignación de los contribuyentes y sostenida en el tiempo que llamamos el 0,7. Esos logros se han alcanzado en Plena inclusión y en gran parte del Tercer Sector español. 

 

Ahora nos toca adaptarnos rápidamente a un nuevo contexto más complejo y retador ¿Pero a qué parte de la sociedad no le está pasando algo similar? Quedarnos en la lamentación melancólica de esos felices años no nos ayudaría. Nos toca lanzarnos a los rápidos de esta corriente y confiar en nuestras fortalezas, que a nuestro entender se fundamentan en cuatro elementos: nuestros valores y dimensión ética, nuestra base social y su participación, nuestro proyecto común asentado en los derechos, el conocimiento y la innovación. Todo ello en código abierto, desde una actitud solidaria y un trabajo en red. Y por último, nuestra apertura a la comunidad desde lo local hasta lo internacional. Esas claves marcaran nuestra nueva articulación como respuesta a una sociedad en profunda transformación. Hoy nos toca ser más digitales, más ágiles en los cambios, más disruptivos en las soluciones… Pero a cada adjetivo post moderno tendremos que sumar otros profundamente humanos: más cercanos, más reivindicativos, más transparentes, más diversos. Ahora que hemos celebrado el 40 aniversario de nuestras primeras elecciones democráticas tras la dictadura, manifestamos nuestra verdadera creencia en un Estado Social y de Derecho. Tomamos el guante de este cambio de modelo de gestión, pero estemos vigilantes para que no haya dimisión de lo social en el proyecto de Estado que hoy se empieza a dibujar. No hay proyecto estatal si no hay dimensión y políticas sociales, que hoy desbordan el antiguo concepto de asistencia social, y apuntan a cuestiones irrenunciables como los roles de ciudadanía, los apoyos personalizados de calidad y las oportunidades en la comunidad. En otras palabras: ciudadanos y ciudadanas cada vez más libres en comunidades inclusivas y justas.