"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
En la buena dirección
Un verano para soñar
José Manuel González Huesa, director cermi.es semanal y director general de Servimedia
05/06/2020
Llega el verano, un tiempo para soñar, para pensar en un mundo nuevo. Da la casualidad de que esta temporada estival coincide con un mayor control de esta pandemia que ha asolado nuestra vida. Nadie pensó que el coronavirus tuviera tanta fuerza como para acabar con la vida de miles de españoles, que generara tal crisis económica y social que nos ha cambiado la forma de vivir y de relacionarnos con los demás.
Después de los momentos tan duros que hemos padecido, toca pensar en ese nuevo mundo en el que tenemos que vivir. Para empezar, todos valoramos mucho más esas pequeñas cosas que no hemos sabido apreciar hasta ahora. En primer lugar, la salud. Siempre he dicho que la salud es lo que más importa a los españoles, así lo hemos vivido con las diferentes crisis sanitarias y, especialmente, con el coronavirus. También ahora apreciamos más el mundo que nos rodea: nuestros padres, hermanos, hijos, familiares o amigos, sobre todo cuando no hemos podido despedirnos de ellos.
Y qué decir de los tenderos de nuestro barrio, nuestros limpiadores de las calles, nuestros médicos y enfermeros, nuestros farmacéuticos, nuestros científicos, nuestros bomberos, nuestros profesores, etc. Muchos de estos gremios no están suficientemente valorados por la sociedad ni en su imagen ni en su remuneración económica.
Es hora de pensar qué modelo de sociedad queremos, qué podemos estimular, qué podemos sacrificar. Y a eso tienen que dedicarse nuestros políticos, no a enfrentarse por un puñado de votos. Necesito que nos cuenten a los españoles cómo nos vamos a recuperar, hacia dónde vamos a caminar, qué sueños podemos cumplir y qué precio vamos a pagar. Que reflexionen sobre las residencias, donde han fallecido el mayor número de personas; que piensen siempre en las personas con discapacidad, ya que, una vez más, han quedado relegadas en todas las decisiones (médicas, políticas, sociales, e incluso en el nuevo ingreso mínimo vital); y que apoyen la investigación, determinante en el futuro.
En este escenario se ha demostrado que todos somos vulnerables, nadie está libre del sufrimiento, y por eso, el Estado nos debe amparar y proteger para que nadie quede sin protección. El ciudadano debe sentir cerca el apoyo de su país y de su empresa, como ya lo recibe de su familia, porque lo más fácil es el abandono de cientos de miles de personas, como ya pasó en la crisis de 2008. Tenemos que aprender de nuestros errores para crear una sociedad más justa, más igualitaria, más responsable, más concienciada. Si no somos capaces de hacerlo, volveremos a fallar. Está en juego nuestro futuro, nuestro sueño. Se lo debemos a nuestros hijos, a nuestros mayores, a nosotros mismos. Ya vale de buenas intenciones, de legislaciones sin cumplir, de presupuestos por alcanzar. ¡Ojalá estemos a la altura de las circunstancias!