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viernes, 12 de octubre de 2018cermi.es semanal Nº 318

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Opinión

Inteligencia Artificial y Discapacidad

Por Miguel Ángel Valero Duboy, Director del Ceapat (Imserso)

12/10/2018

Miguel Ángel Valero Duboy, Director del CEAPATParece que está de moda últimamente lo de la Inteligencia Artificial (IA) y quizás merezca la pena reflexionar un poco sobre este concepto y sus aplicaciones en el ámbito de la discapacidad y la capacidad funcional.
 
La primera vez que pensé en el concepto de hogar inteligente yo afirmaba que “si no es accesible, no es inteligente”. La inteligencia tiene que ver con la empatía y si un hogar, una vivienda domótica por ejemplo, no es capaz de interactuar accesiblemente con una persona, entonces no es inteligente. AI por tanto podría ser también un acrónimo para Accesibilidad Interactiva, es decir, la capacidad de una máquina para adaptarse de forma inteligente a las necesidades específicas de accesibilidad de una persona.
 
El primer ejemplo que se me viene a la cabeza sería la silla de ruedas inteligente, es decir, una silla que se adapta por sí sola a las capacidades y necesidades de interacción variables de la persona que la usa. En un momento dado, hago poco esfuerzo con las manos; en otro, la manejo yo solo; en un tercero, ella me lleva a mí mismo por esa rampa tan empinada, tan inaccesible.
 
Esta idea de la máquina que se adapta a mis capacidades y necesidades ya viene del viejo concepto de Interfaz Adaptativa Inteligente (IAI), una idea que conocí en los años 90 cuando pretendíamos hacer interfaces de usuario que se adaptasen a las necesidades y conocimiento de cada persona. La idea era muy simple: según yo usaba el ordenador, así iba mostrándome las pantallas que yo necesitaba de forma inteligente. Pero, ¿qué quería decir eso de inteligente? Muy sencillo: según lo que yo esperaba y podía comprender. Si yo empezaba a escribir una carta, me sugería el encabezamiento apropiado y sólo ese. Si yo nunca escribía un encabezamiento formal, entonces no volvía a proponérmelo. La máquina estaba por tanto al servicio de la persona, se adaptaba a sus necesidades y capacidades sin molestar, sin ser una especie de secretario listillo que propone pesadamente lo que yo no quiero ni necesito.
 
La idea de IAI podría aplicarse al desarrollo de un comunicador alternativo evolutivo conforme a las capacidades y necesidades de lenguaje de una persona con dificultades en la comunicación verbal. Este sueño lo imaginamos un amigo y yo hace tiempo pensando en las necesidades cambiantes del lenguaje de un adolescente con un trastorno generalizado del desarrollo (TGD). Por cierto, según escribo este artículo me voy dando cuenta del creciente número de siglas que voy añadiendo, convirtiéndolo cada vez más en un texto no muy accesible desde el punto de vista cognitivo. Una aplicación de la AI incorporaría también la vieja idea de ofrecer por sí mismo textos automáticamente adaptados a lectura fácil (LF) para las necesidades específicas de comprensión lectora de cada persona. ¿Es esto posible? ¿Lo queremos? ¿Anularía el trabajo de los validadores de LF?
 
Este tema es también uno de los miedos tradicionales al respecto de las máquinas y la IA, en inglés AI, Artificial Intelligence. La máquina quita trabajo a las personas, los condena al desempleo. Si el planteamiento de implantación de la IA es al servicio de la sociedad, su impacto habrá de ser analizado pormenorizadamente desde una perspectiva ética colectiva. La máquina al servicio del ser humano y no al revés. Si el desarrollo de la IA no es inteligente, apaga y vámonos; ¡desenchufe usted la máquina!, como en aquella famosa película de 2001.
 
Este artículo sobre IA y Discapacidad no pretende ser un vasto ensayo filosófico a este respecto sino más bien despertar nuestras capacidades reflexivas sobre un tema de bastante actualidad. Elija usted por favor para qué querría la IA a su servicio. ¿Pensamos en un producto de apoyo inteligente? ¿Soñamos con un entorno inteligente? Si es inteligente, es accesible. ¿Y el así llamado teléfono inteligente? Si no es accesible, no es inteligente. ¿Es su smartphone smart? Hace años, cuando era profesor en la universidad, empecé a traducir el término smart como listillo. No me atrevía a decir que una smart TV, un smart phone, un smart car, una smart city o una smart home fueran realmente una televisión, un teléfono, un coche, una ciudad o un hogar inteligente. ¿Será accesible el futuro smart car? ¿Podrá utilizarlo una persona autónomamente con independencia de su capacidad funcional? ¿Y una televisión?
 
Insisto: si no es accesible, no es inteligente. Inteligencia implica empatía y también capacidad de resolución de problemas complejos y también aprendizaje, deseablemente no supervisado si es que la máquina aprende correctamente aquello que deseamos. La IA nos trae estos sueños, estas realidades. El potencial de la IA para hacernos la vida más fácil es superlativo. Si la IA nos complica la existencia, no es inteligencia. No queremos chismes que nos hagan perder el tiempo. Un producto de apoyo inteligente es algo que verdaderamente contribuye a mi autonomía personal incorporando adaptación autónoma a mis capacidades, expectativas y necesidades cambiantes según el entorno y otros factores.
 
El número de ejemplos de aplicación de la IA al ámbito de la discapacidad  y de la capacidad funcional es tanto como el número de personas. Preguntémosle a un niño con parálisis cerebral sobre su comunicador ideal o sobre su silla ideal. Nos dará las mejores ideas, soñará sin limitaciones de pensamiento o tecnológicas. Querrá volar con su silla, subir él solito las dichosas escaleras, superar las barreras de espacio y tiempo. La IA debe estar a nuestro servicio. Ser cómplice en la creación de nuevas soluciones que efectivamente contribuyan a la autonomía personal de todos y de cada uno. Entornos inteligentes, productos inteligentes, diseños inteligentes, ¡soluciones inteligentes! Soluciones efectivas para ti y para mí, para todos, para cada uno.
 
Quisiera concluir con una reflexión también antigua: la tecnología como exoesqueleto. Un producto de apoyo extiende nuestras capacidades. Es una especie de exoesqueleto real o metafórico que mejora nuestra visión, nuestra audición, nuestra movilidad, nuestra capacidad de comprensión. ¿Cómo será el exoesqueleto inteligente? ¿Una especie de cerebrillo adicional? ¿Una máquina que piensa para nosotros complementando así nuestra capacidad de razonamiento? La IA, aplicada desde un concepto siempre ético de búsqueda del bienestar para cada persona, nos abre muchas puertas, puertas desconocidas, puertas que no siempre sabemos adónde conducen. Necesitamos una inteligencia colectiva para recorrer este apasionante camino de la mano. Necesitamos saber identificar a priori las consecuencias directas e indirectas que esta verdadera transformación digital puede traer a nuestras vidas. Transformación digital sí, pero transformación inteligente, transformación accesible. IA al servicio de la persona, catalizadora y multiplicadora de capacidades. IA diseñada para todos y desarrollada para cada uno, para cada capacidad funcional. IA accesible y asequible. IA inteligente.
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