Hay otras cuestiones que también han quedado en evidencia de carácter menos noble como que a las personas con discapacidad aún nos queda mucho camino por recorrer para alcanzar una plenitud máxima en cuanto a reconocimiento y el ejercicio de nuestros derechos y que hay que revisar algunos modelos de atención a las personas que en esta crisis están saliendo a la superficie. 

 

Muchos de nuestros servicios han tenido que echar el cierre por razones obvias, centros de día o centros de fisioterapia, por ejemplo, pero al día siguiente seguían ofreciendo estos servicios de forma telemática a la personas con discapacidad. Un ejemplo de dinamismo. Otros centros como residencias o servicios de asistencia personal han seguido su actividad de forma presencial a riesgo de que los profesionales fueran alcanzados por el terrible COVID-19, como en muchos casos ha ocurrido, pero nuestro compromiso con las personas con discapacidad y sus familias es inquebrantable. Un ejemplo del sentido del deber. Otros compañeros se han tenido que acoger a ERTES siendo conscientes de que se trata de una circunstancia transitoria y de que pronto estarán de nuevo con nosotros. Solidaridad y comprensión. 

 

Los primeros días de esta crisis han sido muy duros, particularmente en Madrid, estando escasos de material de protección nuestros profesionales y usuarios hasta casi el mismo día de hoy. De nuevo la fraternidad de muchas de nuestras entidades ha sido fundamental para conseguir mascarillas, guantes y EPI y ahí quiero destacar a la Fundación ONCE. También hemos sentido situaciones inquietantes en cuanto a los protocolos de atención en los hospitales en función de ciertas patologías derivadas de nuestra discapacidad. Esta cuestión me sirve de ejemplo junto con la incomprensión que han mostrado algunos ciudadanos al hecho de que algunas personas con discapacidad puedan hacer “paseos terapéuticos” para darnos cuenta de que aún tenemos que hacer mucha pedagogía desde nuestras asociaciones para que el conjunto de la sociedad conozca nuestras particularidades y puedan empatizar más desde un mayor conocimiento. 

 

Otra cuestión que ha sobresalido estos insólitos días es que hay que apostar decididamente por figuras como el asistente personal para que las personas, con independencia de su edad, puedan vivir y contribuir al progreso de la sociedad desde sus hogares o sus entornos familiares con los apoyos necesarios y solo acudir a los modelos residenciales cuando por cuestiones de salud sea aconsejable. Una última cuestión que quiero resaltar en este artículo, otras muchas las comentaré en sucesivas publicaciones, es la posibilidad de que de nuevo nuestro sector sufra recortes económicos al albur de esta crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo. Lo hemos visto en épocas no tan lejanas como la última crisis financiera que el primer sector en sufrir los recurrentes recortes fuimos nosotros y aún nos estamos levantando. Si esta circunstancia se produjera de nuevo, quizás ya no podremos levantarnos echando por tierra muchos de los logros conseguidos hasta ahora.  

 

No obstante, mucha salud para todos que es lo primordial en estos momentos.