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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 01 de febrero de 2013cermi.es semanal Nº 65

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Concesión del premio Franklin Roosevelt sobre discapacidad a España en 2012

Un premio para España

Por Eva Mendoza Giraldo, diplomática de la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores

28/01/2013

A España le han dado un premio. No es irónico. A pesar de que a veces no seamos conscientes, sobre todo en este momento repleto de noticias desalentadoras, en nuestro país hay muchas cosas que hacemos bien.

En este caso se trata de las políticas que se han llevado a cabo en los últimos años en materia de derechos de las personas con discapacidad. Con carácter internacional, se nos ha reconocido como el Estado más avanzado del mundo en la aplicación de estas políticas. ¿Sabía que los derechos de las personas con discapacidad forman parte, de manera preeminente, del elenco de derechos humanos?

Nuestra administración, de la mano, firme, enérgica e ilusionante de nuestra sociedad civil, en la que puede destacarse a una entidad llamada CERMI (el Comité español de representantes de personas con discapacidad), no sólo es consciente de que se trata de una cuestión de derechos humanos, sino que ha desarrollado unas políticas innovadoras y a veces inéditas en el ámbito internacional que han llevado al Instituto Roosevelt y a la Fundación Lantos, dos de las asociaciones más prestigiosas en el mundo de la discapacidad internacionalmente, a otorgar a España un reconocimiento en forma de premio y que en algunos ámbitos llega a conocerse como el Nobel de la discapacidad. Es el “Premio internacional sobre discapacidad Franklin D. Roosevelt.”

El día del anuncio de la concesión del galardón en España, el 3 de diciembre, día internacional de las personas con discapacidad, se estaba produciendo en Madrid un hecho histórico. Por primera vez, desde la llegada de la democracia, se producía una manifestación de todas las organizaciones del mundo de la discapacidad organizada. Desde todos los rincones del Estado español llegaron miles de personas. La protesta, SOS discapacidad, llenó la plaza de Colón y sus aledaños, movilizando a miles de personas que reivindicaban la aplicación efectiva de los derechos de este colectivo en estos tiempos de crisis.

Puede parecer que la coincidencia en fechas del anuncio de la concesión del premio y de las primeras manifestaciones en España de las personas con discapacidad y sus representantes sea desafortunada. No obstante, creo que no lo es. Precisamente la fuerza de este activismo, la capacidad de movilización de estas organizaciones son las que han permitido mejorar en España las políticas públicas de inclusión a lo largo de los años. Si no hubiese sido por la existencia de estas organizaciones, que inspiran el trabajo de las administraciones y de los funcionarios y trabajadores que tienen la suerte de trabajar en estas cuestiones, este reconocimiento internacional no hubiese sido posible.

Y digo suerte porque somos unos afortunados los que tenemos la posibilidad de trabajar con las personas con discapacidad y sus representantes. Somos muchos, pero deberíamos ser muchos más. El mundo de la discapacidad aun no es lo suficientemente visible. Desde hace años las políticas en este sector se enfocan hacia la inclusión, hacia la visibilización de este colectivo y de sus derechos.

Con frecuencia se percibe que las personas que no han tenido la suerte de trabajar o tener contacto cercano con personas con discapacidad pueden tener una reacción poco informada, fruto de la ignorancia y de la insensibilidad, al conocer a una persona con discapacidad que les lleva a considerarla como menos válida, como minusválida. Este término está obsoleto. Y ese término refleja una situación que está a un abismo de la realidad.

La minusvalía, quizá, podría en realidad predicarse de las personas que no son capaces de comprender que todas las personas tienen los mismos derechos. Es decir, que una persona con discapacidad, o con una diversidad funcional como ha señalado el activista Javier Romañach, es un sujeto de derechos como cualquier persona sin discapacidad.

Decía, los que hemos tenido la suerte de tener contacto cercano con personas con discapacidad descubrimos a personas maravillosas y nos quedamos con cara de asombro, no por el descubrimiento de la persona, ni mucho menos, ya que súbitamente ese hecho es una evidencia que produce sonrojo, sino por percatarnos de haber vivido en esa ignorancia que nos había cerrado tantas puertas a tantas personas. Y que había contribuido a cerrar tantas puertas a tantas personas.

En este punto se vuelve al lugar, ya común, de que todos somos iguales. Lamentablemente, la igualdad no acontece por sí sola, la igualdad hay que practicarla. Y para practicarla mejor, el conocimiento y la sensibilización son esenciales.

Volviendo a la esfera internacional, debe hacerse saber que a España se le considera un referente y que muchos países, de cualquier lugar del mundo pero sobre todo de Iberoamérica, se vuelven hacia nosotros para conocer mejor cómo aplicamos los derechos de las personas con discapacidad. Desde la entrada en vigor de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, el 3 de mayo de 2008 en España, que fue el primer país occidental en ratificar dicho instrumento, se han sucedido numerosas leyes de aplicación de la misma.

Igualmente, España fue el primer Estado en presentar el informe obligatorio ante el Comité de los derechos de las personas con discapacidad, que se encarga de verificar si los Estados cumplen con sus obligaciones jurídicas en esta materia y realizan recomendaciones para mejorar su cumplimiento. Fuimos el segundo Estado en ser sometido al examen de este Comité, que no dejó de llamar la atención sobre muchas cuestiones que aun deben mejorarse en nuestro país. A pesar de todos los avances aun necesarios, somos uno de los países modelo dado el desarrollo de nuestras políticas en la materia. Así, resulta desalentador ver cómo en muchos otros Estados la cuestión de los derechos de las personas con discapacidad no suscita siquiera el interés de sus más activas organizaciones de derechos humanos. Queda mucho trabajo por hacer.

50.000 dólares es la cantidad concedida en virtud de este premio, que será entregada al CERMI. No es demasiado, es sobre todo un reconocimiento. Pero un reconocimiento importante si se tiene en cuenta que este sector se ha visto, como otros, muy afectado por el momento de crisis actual. Muchas ayudas no acaban de llegar, otras se han reducido, y sin embargo, los derechos de este colectivo no han disminuido, están ahí y por ellos se debe seguir trabajando desde el sector público.

Este premio no es el final de un camino ni una meta superada. Es un apoyo más. Porque  hay que seguir trabajando en la aplicación efectiva de los derechos humanos. De la mano del CERMI, decía al inicio de este artículo, y de otras organizaciones asociadas a éste o no, las administraciones públicas pueden y deben seguir mejorando cada día las políticas y servicios de apoyo para el cumplimiento de los derechos de las personas con discapacidad. En el ámbito de las relaciones exteriores, que es el que compete a la Oficina de Derechos Humanos, esta labor se realiza promoviendo estos derechos en terceros países. Y todo ello de forma permanente. Es por ello que me permitiré señalar mi único desacuerdo con el excelente libro “Hoy empieza todo, breve aproximación histórica al CERMI como motor de cambio social (1997-2012)”, de Esther Peñas, en el que la autora aspira a que el CERMI no exista dentro de 15 años porque ello significaría que su razón de ser habría triunfado.

Creo, al contrario, que organizaciones como el CERMI deben permanecer en el tiempo. Su labor de vigilancia, de manera continuada, del trabajo de las administraciones, constituye un valor inestimable y un termómetro muy fiable sobre las acciones y políticas que se desarrollan sobre la cuestión.  El trabajo de esta entidad ha ayudado además al impulso de acciones en el ámbito internacional, en el que hay que destacar igualmente la labor incombustible de la ONCE, que este año celebra su 75 aniversario. Entre otros actos, tendrá lugar un evento para celebrarlo en Nueva York, en el marco de una Reunión de Alto Nivel sobre discapacidad y desarrollo que quiere ligar los derechos de las personas con discapacidad con los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de la que España es cofacilitadora.

A España le han dado un premio. Desde esta tribuna agradecemos a la Fundación Lantos y al Instituto Roosevelt su reconocimiento. Pero sobre todo, es de agradecer el trabajo anónimo de miles de personas que se esfuerzan por que nuestra sociedad sea cada día más inclusiva, una labor que ayuda al cumplimiento efectivo de los derechos de millones de personas con discapacidad. Gracias, porque este trabajo hace que desaparezcan, poco a poco, la ignorancia y la falta de sensibilización de muchos otros que, probablemente, quedarán un día felizmente sorprendidos al descubrir a personas maravillosas a la vuelta de la esquina, personas que deben poder disfrutar de sus derechos en igualdad de condiciones tanto en España como, es nuestra aspiración, en muchos otros lugares de la tierra.

Nota final: el premio se entregará por el Secretario de las Naciones Unidas en mayo/junio de este año a una alta autoridad española y a la Presidencia del CERMI, organización receptora de la cantidad concedida.

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