Cuarto de invitados

Pedro Guerra, cantautor

“Todos somos tóxicos”

Por Esther Peñas

28/10/2011

Como tantos otros músicos, Pedro Guerra (Tenerife, 1966) ha optado por abandonar el navío de las discográficas multinacionales para jugarse el tipo fundando su propia compañía, Mansi Producciones.

El primogénito de este maridaje se llama ‘El mono espabilado’, su último trabajo que incluye dos interesantes cameos (Iván Ferreiro y Miguel Poveda) y múltiples referencias culturales (Stevenson, Perrault, Tarkovski…) A la guitarra, el canario que, hace la friolera de 16 años, nos sedujo con aquel ‘Contamíname’.

‘El mono espabilado’ es su décimo tercer trabajo y contiene, por cierto, trece temas. Dígame que no es supersticioso….
De hecho, no me había dado cuenta, de todos modos no soy supersticioso. Ya hice discos con trece canciones.

A propósito de lo que canta en ‘Caperucita roja’. El candor, ¿se pierde o nos lo quitan?
Nos lo arrebatan… no se pierde nada… nacemos con una configuración que está pendiente de cerrarse y se cierra en función de lo que recibes, lo que te proporciona la educación, el ambiente, el día a día, la sociedad en la que vives... Por lo general, cuando se cierra esa configuración, el candor ha desaparecido. La inocencia no es un valor muy apreciado en el mundo adulto.

¿Y puede recuperarse?
Se puede recuperar, por lo menos en parte. Aunque no conozco ningún adulto con el desparpajo de los niños, con sus mismas contrariedades, con ese sentimiento altruista tan puro… Por otro lado, afortunadamente que no hay adultos que se comportan como niños porque sería un desastre.

Esa configuración, que entiendo yo por personalidad, ¿se cierra o permanece abierta, por lo menos una parte, de por vida?
Últimamente me interesa la neurología, la psiquiatría y el estudio del cerebro. Según las últimas investigaciones, el cerebro tiene mucha plasticidad, lo que permite mutarlo en edades avanzadas. Hay cosas irrecuperables y otras no; en cualquier caso, sabemos a día de hoy que se pueden modificar conductas en cualquier etapa de nuestras vidas.

¿Se queda con un mono espabilado o con ser humano tóxico, como los que habla en otro de sus temas?
Sin duda alguna, con el mono espabilado. La toxicidad está impregnada a la personalidad, hay gente que llega a un grupo y genera algo hostil, negativo, gente que provoca conflictos constantes. Gente que propaga un virus de mal rollo allá por donde va. Todos somos tóxicos, unos en mayor medida que otros, y generamos toxicidad, tanto para el resto como para nosotros mismos.

¿Cómo se combate a la gente tóxica?
Huyendo de ella. Es lo mejor. Uno no puede hacer nada por modificar a los demás. Así que, si te quedas al lado de alguien tóxico será responsabilidad tuya.

¿Dónde hay mayor índice de toxicidad, en la política o en el arte?
En el mundo  de las personas. La corrupción es tóxica, altamente tóxica, pero hay personas que generan una altísima toxicidad en su vida de pareja, igual de intensa en escala. La toxicidad está en la personas, no en los oficios.

Es un disco muy animal, tenemos monos, mariposas, leones que no son el rey de la selva… ¿ha sido premeditado?
Tampoco me había dado cuenta, es otra casualidad.
 
‘El rey de la selva’ es una canción que aborda la necesidad de tener criterio. Cuando la cosa no queda claro, ¿es más fiable hacer caso al corazón o a la cabeza?
A las dos cosas. Supongo. La mente existe, el corazón no deja de ser una víscera; lo que llamamos corazón, está en la mente. Entre los impulsos primarios o los impulsos reflexionados siempre hay huecos para el equilibrio. 

Homenajea al directo de cine en el corte ‘Asteroide Tarkovski’. ¿Es posible disfrutar de la calma, de la lentitud de su imagen en una vorágine como la que vivimos?
Más que posible, es necesario. Es una labor de resistencia. Nos podemos parar y reclamar una vida más lenta. Es un homenaje al director de cine que me parece uno de los grandes porque, además, para mí lo que hace es auténtico  cine. Hay una cosa que es cine, arte, y otra cosa distinta que es el entretenimiento. Tarkovski, por desgracia, a muchos les parece aburrido. Un día leí en el periódico que una científica rusa descubrió un asteroide y le puso su nombre. Me gustó.

¿Por qué separar arte de entretenimiento? ¿El arte no puede divertir?
Si colocas a cualquier joven delante de una película de Bergman sentirá que lo estás torturando, no está configurado para ver eso. Para apreciar el arte te tienen que haber dado unas pautas, tienes que haber visto otras cosas, tienes que educar la mente. Sólo entonces te entretendrá. El cine de Tarkovski, como el de Bergman, busca la emoción a través de al imagen, no tanto contar una historia. Si tus referencias son ‘Harry Potter’ y ‘Crepúsculo’, si no has visto otro tipo de cine, no lo aguantas ni cinco minutos. Pero con otro tipo de educación podríamos –yo lo hago- disfrutar de Bergman y de Pixar. Por desgracia, la cultura de masas no sólo elimina sino que trata de denostar todo aquello que exige un esfuerzo por parte de quien consume.

Los cantautores ¿se han quitado el sambenito de pesados, de aburridos?
Bueno, es que cada vez se nos escucha menos, es un género arrinconado, con el que se cuenta muy poco. Y cada vez que se alude a él se hace desde estereotipos. Es curioso, porque sólo ocurre con los cantautores.

Acaso con la copla…
Sí. Lo que hubo con la copla fue una apropiación indebida por parte del franquismo.

Si vuelve la vista atrás, ¿qué echa en falta de aquellos tiempos en los que aún no había grabado un disco?
Nada. Quiero decir que todo lo que hice cobra sentido desde el presente, pero no echo en falta nada. Lo que entonces tuve, hoy lo tengo con creces.

¿Qué tiene el baúl imaginario de Pedro Guerra?
Canciones.