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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 11 de mayo de 2018cermi.es semanal Nº 301

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Reportaje

Una experiencia religiosa

11/05/2018

Blanca Abella

El alma y la naturaleza humana nos hacen iguales a todos. Nos asemejan en el reducto. Así se entiende desde la fe y en las Escrituras e interpretaciones que ofrecen las principales confesiones con arraigo en España: católica –especialmente-, evangélica, islámica y judía. La discapacidad forma parte de esa humanidad, de ahí que estas religiones se distancien de la actual tendencia al etiquetado, al afán por clasificar y expliquen la condición humana sin distinción, en su territorio genérico, porque todos somos iguales y tenemos una misma tarea.

Manos sustentan una vela“Solemos pensar en la persona solo como un componente bidimensional, donde el cuerpo toma el protagonismo acompañado de la razón, la mente. Buscamos un sentido racional a todo. Pero somos más que eso. Nuestro alma es la que nos da un sentido de trascendencia y significancia”.
 
Quizás esa afirmación, expresada por el rabino Mario Stofenmacher, de la Federación de Comunidades Judías de España, sea la esencia de lo que las principales confesiones con arraigo en nuestro país entienden por humanidad, en la que se encuentra incluida la discapacidad, sin duda.  
 
La discapacidad, como tal, no está contemplada en las principales religiones practicadas en nuestro país, al menos de manera explícita, aunque muchos pasajes de sus textos canónicos recogen referencias a personas ciegas o ‘paralíticas’, por ejemplo. “La Torá nos relata muchas historias donde las discapacidades fueron claves en el devenir del pueblo, muchas, relativas a personajes clave, como la ceguera de Isaac, la dificultad del habla en Moisés, la cojera en Jacob... todos- han sido, independientemente de sus limitaciones, ejemplo de superación y determinación. Superación y determinación que deberíamos poder aplicarnos para superar nuestros propios temores ante la enfermedad y la discapacidad”, relata Stofenmacher. 
 
El CoránEn el Corán, las referencias a la discapacidad son muy escasas. “Las discapacidades como la ceguera o la sordera, en el Corán tiene carácter real y figurativo, por ejemplo la ceguera del corazón o hacerse el sordo ante las enseñanzas divinas”, explica Riay Tatary Bakry, presidente de la Comisión Islámica de España.
 
Para la Iglesia Evangélica “Jesús era un avanzado, un revolucionario, ya que no tenía en cuenta la discapacidad, no ponía barreras ni fronteras. Se acercó a personas marginadas. Personas con discapacidad, en la Biblia, aparecen muchas. Y Jesús actúa ante esa discapacidad, pero en otros casos ni siquiera se fija y se centra en otro aspecto de la persona, por lo que su mensaje intenta normalizar y evidenciar los dones y capacidades de cada uno de nosotros. Jesús dignifica al ser humano, con independencia de sus rasgos añadidos. De hecho, se acercaba por igual a ricos y poderosos, que a pobres, personas con discapacidad, prostitutas, ladrones y otras personas que, en esa época, eran marginadas”. Así lo expresan Jordi Torrents y Lydia González, miembros de la Iglesia Evangélica Unida de Terrassa.
 
“Todos los seres humanos participamos de alguna forma de esa doble condición, frágil en la carne y a la vez débil, lábil, en el espíritu y todos nos vamos a ver o nos hemos visto ya limitados por la discapacidad o por la enfermedad en nuestra propia carne"
 
Del mismo modo lo entiende Víctor Márquez, sacerdote del Movimiento Adsis. Según su testimonio, las referencias a la discapacidad se suceden también en pasajes evangélicos de la Biblia dedicados a relatar curaciones milagrosas de Jesús, por ejemplo, y añade: “Todos los seres humanos participamos de alguna forma de esa doble condición, frágil en la carne y a la vez débil, lábil, en el espíritu y todos nos vamos a ver o nos hemos visto ya limitados por la discapacidad o por la enfermedad en nuestra propia carne, en nuestro propio cuerpo, o en el cuerpo de nuestros seres queridos, de las personas que de alguna forma son un cuerpo con nosotros, una carne con nosotros. Todos somos hijos de Dios, partícipes de una misma naturaleza y un mismo destino”. 
 
Somos responsables los unos de los otros, parecen clamar en una sola voz los representantes de estas cuatro confesiones, y lo expresa así Mario Stofenmacher: “Dice el Levítico: “No maldigas al sordo, ni le pongas tropiezos al ciego”.  Nos enseña que debemos proteger al desprotegido, cubrir al descubierto, alimentar al hambriento, atender al indefenso, cuidar de todos y cada uno de nosotros. Así pues, estamos aquí incluidos bendiciendo nuestras diferencias”.
 

Etiquetas para un mundo moderno

 
BibliaLa normalidad es la más absoluta de las anormalidades, aseguran los representantes de la Iglesia Evangélica. “Como creyentes, tenemos claro que Dios no usa en ningún momento un concepto como el de la discapacidad. No deja de ser un convencionalismo moderno y creado por el hombre, una frontera para distinguir lo que consideramos ‘normal’ y lo que no. En el fondo, una especie de mentira que nos hemos inventado para clasificar a las personas”.
 
En definitiva, “todos somos diferentes, anormales”, aseguran Jordi Torrents y Lydia González, que explican: “Lo que hacemos es poner fronteras, estadísticas, para etiquetar o estigmatizar”. Y si algo es cierto en su fe es que todos “hemos sido creados a imagen de Dios, tal como nos dice la Biblia”. Sin embargo, esa afirmación no debe llevar a confusión y menos en el mundo actual: “Esa imagen de Dios nada tiene que ver con unos ideales de belleza y perfección que hemos ido creando toda vez que nosotros no somos los que debemos juzgar dónde llegan las capacidades de los demás, aunque sí que podemos ser instrumentos de ayuda mutua para potenciarlas”. 
 
"La Torá y el Talmud explican que todos aprendemos de todos, y ninguno está exento de ayudar a la tarea. Aun cuando el esfuerzo sea titánico, nuestro deber es el de acompañar y borrar cualquier barrera que impida la integración y el cumplimiento de ‘mitzvot’ (mandamiento) por parte de los miembros de la comunidad”
 
Stofenmacher habla de la responsabilidad compartida de los miembros de la sociedad en los tiempos que corren, en un mundo en el que entendemos la discapacidad “desde lo limitante o humillante”. Y explica: “Lo que deberíamos considerar como limitante es la indiferencia de la cual puede hacer gala una sociedad al completo de las necesidades de todos sus miembros. La Torá y el Talmud claramente explican que todos aprendemos de todos, y ninguno está exento de ayudar a la tarea. Aun cuando el esfuerzo sea titánico, nuestro deber es el de acompañar y borrar cualquier barrera que impida la integración y el cumplimiento de ‘mitzvot’ (palabra hebrea que significa mandamiento) por parte de los miembros de la comunidad”.
 
“El Islam ve la discapacidad como una condición moralmente neutral"
 
El Islam ve la discapacidad como “una condición moralmente neutral”, según el presidente de la Comisión Islámica de España: “No es considerada ni una maldición, ni tampoco una bendición, sino como parte inevitable de la condición humana. La vida humana debe ser valorada dentro del Islam y todos los seres humanos han de ser considerados iguales independientemente de sus capacidades”. Y señala, a su vez, algunas evidencias de ese valor humano para esta religión: “En la sociedad musulmana se han dado ejemplos de personas con discapacidad que han tenido un papel importante en la vida científica y especialmente en las ciencias de religión islámica, no suponiendo su discapacidad falta de aprecio social a su valía. En lo real hay muchos textos jurídicos que cuidan las personas con discapacidad y reciben incluso apoyo económico del Estado desde tiempos muy antiguos, en la época del Califa Omar Ibn Abdul·Aziz (Omar II, 717 – 720), asumiendo la responsabilidad de la sociedad y llegando a designar en dicha época un asistente por cada persona con discapacidad”. 
 
"La discapacidad tiene mucho que ofrecer, como es un hondo sentido de la humanidad, de la fragilidad y la riqueza de la condición humana, de las posibilidades escondidas"
 
A juicio del sacerdote Víctor Márquez, la reflexión sobre nuestro mundo actual y la concepción de la discapacidad parte de una visión errónea difundida y fomentada por los medios de comunicación y las grandes multinacionales: “Se esfuerzan por presentarnos como modelo a personas atractivas y capaces, que son en realidad irreales, y nuestra admiración y fascinación por aquellos a los que queremos parecernos crea frustración y desencanto, ansiedad, que es la plaga del siglo XXI, el estrés por llegar, por poder, por consumir, por ser alguien en la vida, por ajustarse a una norma artificial”. Por eso, entiende que “en un mundo tan irreal la discapacidad tiene mucho que ofrecer, como es un hondo sentido de la humanidad, de la fragilidad y la riqueza de la condición humana, de las posibilidades escondidas”. En definitiva, asegura: “El equilibrio en ese mundo nos lo da la conciencia de nuestra propia fragilidad”. 
 

Reparar el mundo

 
La estrella de Davis junto a un libro de lectura de la religión judíaNo se trata de ser perfectos, pero sí de ser todos uno, al menos conformar de alguna manera esa imagen de la que hablan casi al unísono estos creyentes. Porque todos hemos sido creado según imagen y semejanza con Dios. Así se enuncia en Génesis 1:27: “Y Dios creó al ser humano a su imagen”. 
 
Según entiende el rabino Mario Stofenmacher: “Las capacidades personales nos permiten enfrentar la vida y la tarea que nos toca con unas determinadas herramientas. Al fin y al cabo, estamos capacitados para ciertas cosas y poco para otras. Lo cual nos compromete como sociedad a trabajar en conjunto para lograr la tarea que es común. ‘Letakém Olam’ (reparar el Mundo)”.
 
Y el cometido que nos interpela a cada uno de nosotros, como parte de ese mundo, está definido por esa idea de humanidad que expresa este representante del judaísmo: “Somos responsables los unos de los otros. Esto hace a la humanidad humana. La capacidad de conectarnos más allá de la supervivencia animal, hace manifiesta nuestra diferencia con lo animal y por tanto de lo que como conjunto debemos hacer”.
 
“Hablamos más de inclusión que de integración. Es decir, más de tener en cuenta a la persona, sus capacidades y su participación que no una mera aceptación dentro de un grupo" 
 
La reparación, ese esfuerzo compartido en pro de la humanidad, debe ser obra conjunta, aseguran Jordi Torrents y Lydia González, porque “para Dios todos somos imperfectos y, como cristianos, no podemos cargar el peso del sufrimiento en las personas con discapacidad, no limitarnos a ser compasivos; Dios no usa esas etiquetas, y la discapacidad debería ser una característica más de cada persona, no ‘la característica’. Por eso, expresan: “Hablamos más de inclusión que de integración. Es decir, más de tener en cuenta a la persona, sus capacidades y su participación que no una mera aceptación dentro de un grupo. El objetivo es superar visiones paternalistas y proteccionistas y normalizar entornos”.
 
Persona postrada ante el sol sobre el horizonteDesde su responsabilidad en la Comisión Islámica de España, Riay Tatary apunta la importancia de los avances sociales en los últimos tiempos, asegurando que “en todo el mundo ha habido grandes cambios en todos los ámbitos, desde la época del Califa Omar II hasta la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidades”.
 
Volviendo a la esencia de la humanidad, del ser humano, Víctor Márquez recuerda y revela: “la categoría más amplia, la de ser, la categoría metafísica por excelencia, somos seres, en lo más íntimo, en lo más grande, en lo más esencial”. Y de nuevo, desde la fe, se apela a esa esencial referencia: “Todos somos hijos de Dios, somos partícipes de una misma naturaleza, un mismo destino”. 
 
Y en este mundo tan irreal, “en el que más que vivir, malvivimos a veces”, este sacerdote agradece el papel fundamental de la Iglesia a la que representa: “La  aportación del cristianismo y de la fe cristiana y católica a la sociedad,  nada menos que la sensibilidad cada vez más desarrollada a los derechos y las necesidades de las personas con discapacidad”. Y explica: “Nuestro mundo es más sensible quizás más que nunca antes, a este tema y eso es una aportación del cristianismo a la sociedad y de lo que la propia Iglesia se enriquece, lo que permite superar toda frontera entre Iglesia y sociedad, porque en ese terreno trabajamos juntos los profesionales, hombres de buena voluntad, creyentes y todos aquellos que quieren colaborar para que las personas con discapacidad tengan una calidad de vida digna”.
 
Por eso, con el paso del tiempo: “Hemos pasado, Iglesia y sociedad, de una referencia paternalista, de un trato paternalista, a un trato fraterno, de una sociedad jerarquizada a una visión más igualitaria y más ‘comunional’, de comunión. Hemos avanzado en la misma dirección. Quizás el mayor logro de las democracias occidentales sea éste, ser conscientes de que necesitamos unos de otros y nadie es más que nadie”.
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