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viernes, 12 de octubre de 2012cermi.es semanal Nº 50

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Reportaje

Mujer y madre con discapacidad intelectual

Un acto de desafío al mundo

09/10/2012

Blanca Abella

Viven la maternidad con mucho miedo. Todas conocen a una compañera a la que le han quitado el hijo. Las mujeres con discapacidad intelectual quieren ser madres y tienen derecho a serlo. Sin embargo a menudo se disparan las alarmas en su entorno, incluso en sus familias, se cuestiona su capacidad sin tener en cuenta sus derechos, reconocidos legalmente por la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU. Y nadie debe escamotear el amparo de un derecho recogido por la ley.

Quizás no llegan a nuestros oídos los casos más tristes, los de mujeres que han parido como cualquier otra y que, no obstante, no han llegado a acunar a sus hijos, o acaso sólo lo han podido hacer apenas unos días. En Granada ocurrió hace unos meses. Tras haber dado a luz, por decisión de las autoridades competentes en la Junta de Andalucía, una mujer con discapacidad intelectual sintió el terror de ver cómo se llevaban a su hijo sin previo aviso. Así lo explica Torcuato Recover, asesor jurídico de FEAPS: “La Junta de Andalucía conocía la situación de embarazo de la chica, ya que desde la consulta médica se había transmitido la situación al departamento de menores, a la Consejería de Salud. Estaban pendientes de que se produjese el parto y, a los pocos días, sin previo aviso, se llevaron al niño en una actuación humanamente dura”.

Muy dura, como cuentan las propias mujeres que se enfrentan a este acto de desafío al mundo, como lo define Pilar Cid, miembro de la Comisión de Mujer del CERMI y directora del Servicio de Apoyo a la Vida Independiente de AFANIAS: “ser mujer con discapacidad y quedarse embarazada es un acto de desafío al mundo”.

“¿Todas las mujeres son buenas madres?, ¿todos los hombres son buenos padres? Pues depende. En la discapacidad pasa lo mismo, cada uno y una son personas diferentes y únicas”

Una de estas mujeres, ya con 40 años, le comentaba a Pilar Cid su inquietud: "He hecho todo lo que me habéis mandado, conservo un trabajo desde hace veinte años, gano un sueldo, tengo una pareja, me he casado, vivimos en un piso propio, ¿por qué me decís que no puedo tener hijos?, ¿que no sé cuidarlos? He cuidado a mis sobrinos, ¿por qué no puedo cuidar a los míos?, no lo entiendo".

La propia Pilar Cid se hace preguntas parecidas: “¿Todas las mujeres son buenas madres?, ¿todos los hombres son buenos padres? Pues depende. En la discapacidad pasa lo mismo, cada uno y una son personas diferentes y únicas”. Y se pone incluso de ejemplo: “cuando me quedé embarazada nadie, ni yo misma, cuestionó si debiera o no ser madre”.

En Granada están a la espera del juicio. Torcuato Recover asegura que en este caso se recurrió a la última de las posibilidades, separar al niño de sus padres: “Legalmente podría considerarse incorrecto, porque los servicios sociales de la Junta se justifican en que esta familia ya había tenido un hijo y se le había retirado la custodia; estaba en acogida en la familia extensa (la hermana de la madre) y considera que la resolución de desamparo que permitió el caso anterior al quitarles el primer hijo es la misma, pero no es correcto, cada caso es distinto y cada momento es diferente. Tenían que haber hecho un estudio nuevo de la situación, aunque seguramente lo hicieron, pero partiendo de la situación anterior, y eso es discutible. Además, tampoco se buscó posibles apoyos de la familia extensa, y me consta que podían contar con el apoyo de varios miembros de la familia, y no hubiera sido necesario retirar al niño. No se hizo esto ni tampoco ningún otro tipo de apoyo institucional, la retirada del niño tiene que ser la última de las posibilidades”.

Otros casos

Como asesor jurídico de FEAPS, Recover ha vivido ya situaciones similares, una de ellas, es muy parecida a la de Granada: “hubo otro caso en Cádiz que generó una actuación de este tipo y protestas ante la consejería, que se mantuvo impasible. Una pareja con discapacidad intelectual reconocida a la que quitaron el niño nada más nacer. Lo único que hizo la consejería fue admitir que desde algunas organizaciones del sector de la discapacidad se le ofreciese colaboración a la madre. Al final, el niño está acogido en un centro y la madre puede verle con más facilidad, no hay una privación total y absoluta. Este hecho ha tranquilizado un poco la cuestión pero la madre no puede desempeñar su maternidad totalmente”.

 "El posible gasto que ocasiona todo esto es el problema de fondo y donde se lesionan más derechos. La Convención de la ONU reconoce el derecho de las personas con discapacidad a la maternidad, pero tiene que estar en un contexto de ofrecimiento de apoyos y ahí es donde los servicios sociales fallan" 

Es difícil encontrar ejemplos felices, porque que, al final, lo que cuenta son las cuentas. Así lo entiende al menos Torcuato Recover: “El posible gasto que ocasiona todo esto es el problema de fondo y donde se lesionan más derechos. La Convención de la ONU reconoce el derecho de las personas con discapacidad a la maternidad, pero tiene que estar en un contexto de ofrecimiento de apoyos y ahí es donde los servicios sociales fallan, porque puede ser más caro o más complicado, pero esa es la función de la administración, ofrecer apoyos a las personas para que puedan ejercitar su derecho”.

La situación de estas personas es especial. Según Recover “este tipo de resoluciones administrativas se produce en grupos de personas relativamente marginales, que no tienen medios”. Y queda de manifiesto en el libro del CERMI “Maternidad y discapacidad”, de Ana Peláez Narváez, Beatriz Martínez Ríos y Mercé Leonhardt Gallego, donde una de estas madres con discapacidad intelectual expresa así sus temores e inseguridades: “Estoy muy cansada, mi marido y yo tenemos que levantarnos muy temprano para ir a trabajar, dejamos al niño en casa de mi madre para que ella lo lleve al colegio. Lo difícil no es porque nosotros tengamos discapacidad, si no que lo que ganamos en el trabajo casi no nos llega para terminar el mes. Pensar que me puedo quedar sin dinero para darle de comer, que me puedan cortar la luz, el agua… me hace sentir muy mal”.

La Convención de la ONU, en su el artículo 23 (Respeto del Hogar y la Familia), reconoce el derecho de las personas con discapacidad a fundar una familia, a decidir sobre el número de hijos que desean tener, a tener acceso a la información sobre la planificación familiar y reproducción, y a mantener su fertilidad al igual que el resto de seres humanos. Se insta además a que los Estados Partes tomen las medidas efectivas y pertinentes para poner fin a la discriminación que sufren en todas estas cuestiones y a que se ofrezcan los medios necesarios para ejercer estos derechos.

"Estas mujeres tienen problemas como madres porque son pobres, porque sus salarios no alcanzan para pagar a alguien que les recoja a sus niños en el colegio, porque no pueden elegir horarios de trabajo compatibles con la atención de sus hijos"

Tras escuchar los testimonios de algunas madres con discapacidad intelectual y conocer sus vivencias, Pilar Cid explica que no es capaz de ver la discapacidad intelectual en ellas: "son mujeres fuertes, que están dispuestas a hacer lo que sea para darles a sus hijos e hijas lo mejor. Hay mucho sentido común en sus dudas, sus miedos y temores, pero también mucho orgullo cuando hablan de sus niñas y niños. Y la conclusión que saco es que estas mujeres tienen problemas como madres porque son pobres, porque sus salarios no alcanzan para pagar a alguien que les recoja a sus niños en el colegio, porque no pueden elegir horarios de trabajo compatibles con la atención de sus hijos. Pensad honradamente y con el corazón en la mano, con sus historias de vida, ¿cómo reaccionan las madres que no tienen discapacidad intelectual?".

"En otro caso, en los argumentos que justificaban la retirada del menor estaba la discapacidad intelectual de la madre, lo cual mereció el reproche del propio juez en la sentencia, diciendo que no se puede cometer una ilegalidad en una resolución administrativa, no puede saltarse una ley como la Convención internacional"

Felices madres

Pero en nuestro país también podemos hablar de algunos finales felices, de ocasiones en las que la justicia se impone y los derechos humanos resultan protegidos. Uno de ellos lo relata el experto de Feaps: “he tenido algún caso similar que se ha cerrado y, en uno de ellos, en los argumentos que justificaban la retirada del menor estaba precisamente la discapacidad intelectual de la madre, lo cual incluso mereció el reproche del propio juez en la sentencia, diciendo que no se puede cometer una ilegalidad en una resolución administrativa, no puede saltarse una ley como la Convención internacional y decir que es causa de privación la discapacidad intelectual de la madre, cuando lo que está diciendo la Convención es que una persona con discapacidad intelectual tiene derecho a su maternidad, pero hay que facilitarle los apoyos; y el juez obligó a la administración a devolver el niño a la madre y que se estableciese un sistema de apoyo periódico, de apoyo o vigilancia, una ayuda, que no fuese una situación de inspección sino de colaboración”.

Otra de esas madres que pueden ejercer como tales resume en pocas palabras sus sensaciones en el libro de la maternidad antes mencionado: "Es lo mejor que te puede pasar. Sin ayudas es un poquito difícil, pero sigue siendo muy bonito".

“Estas mujeres viven la maternidad con mucho miedo, todas conocen a una compañera a la que le han quitado el hijo; constantemente, profesionales y familias, su entorno habitual, les estamos diciendo que la maternidad es algo muy complicado y que ellos pueden ser mucho más felices si no optan por ella”

También son felices las madres que suelen reunirse mensualmente en FEAPS Madrid para compartir su experiencia, conocer algunos temores de otras madres, comprenderlos y verse reflejada en su misma inquietud, con igual pasión, con miedos parecidos y dudas más que razonables. Estos encuentros de madres con y sin discapacidad con hijos menores de 7 años potencian las habilidades de cada una de ellas y eliminan esos miedos y dudas, que son tan comunes en ellas, muchas veces por la presión que viven también en su entorno. Y así lo entiende Pilar Cid: “estas mujeres viven la maternidad con mucho miedo, todas conocen a una compañera a la que le han quitado el hijo; constantemente, profesionales y familias, su entorno habitual (la mayoría se relacionan con la familia o con personas a las que nos pagan para que nos relacionemos con ellas), les estamos diciendo que la maternidad es algo muy complicado y que ellos pueden ser mucho más felices si no optan por ella”. Y añade: “Para las familias, sobre todo para las madres, un nuevo nacimiento les retrotrae al principio de la discapacidad de su hija. La trayectoria de las madres con un hijo/a con discapacidad es muy dura, es un camino, casi siempre en soledad, de lucha por conseguir recursos no existentes o no accesibles, el acostumbrarse a la negativa al “usted es su madre pero su hijo no puede...”. Les da pavor volver a empezar, porque asumen que han de hacerse cargo del nuevo niño/a.”

Y eso no debe ocurrir. No tiene que ser así. Tan solo sería necesario facilitar a esos padres los apoyos necesarios para poder sacar adelante a su familia, para ejercer un derecho que tiene reconocido todo el mundo. ¿Quién se atreve a juzgar al resto de padres y madres, los que aparentemente no tienen discapacidad? ¿Son buenos todos? ¿Están capacitados para cuidar de sus hijos? ¿Quién sería capaz de arrebatarles un niño?

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