“No nos pueden echar de las aceras”, ahora que parecía que se alcanzaba ese espacio público en las calles, ese derecho a transitar, a pasear y compartir la ciudad con el resto de ciudadanos, como uno más, ahora que las personas con discapacidad circulaban libres, se encuentran con un obstáculo en movimiento que amenaza su seguridad. “El otro día iba por la calle y tuve que frenar la silla porque se me echaban encima dos jóvenes que iban en sendos patinetes y en lugar de frenar ellas, tuve que echarme yo a un lado”, relata Ramón Hernández, usuario de silla de ruedas. 

 

De ahí algunos de los lemas del CERMI en su protesta contra esta nueva realidad que invade las ciudades, como son ‘No atropelles nuestros derechos’, ‘La acera, para peatones’ o ‘Por unas calles libres y seguras’. Y es que, como explica Alberto Durán, secretario general del CERMI y Vicepresidente 1º Ejecutivo de Fundación ONCE: “Uno no puede tener miedo a quienes ocupan con nosotros los espacios públicos y hay que pedir un uso responsable del patinete por las aceras, porque hay mucha gente que no tiene capacidad de esquivar un patinete y además no tenemos que estar a ello. Hemos pasado de pedir semáforos acústicos para poder cruzar las calles, a que no nos maten por las aceras”.

 

 

El pasado lunes 10 de diciembre el CERMI Estatal y CERMI Comunidad de Madrid convocaron en Madrid, frente al edificio que alberga su ayuntamiento, una concentración de protesta por esta nueva realidad que convierte las aceras de las ciudades en zonas de peligro. Y así lo explica el presidente de CERMI Comunidad de Madrid, Óscar Moral: “Esta concentración es por la proliferación anárquica que expropia las zonas peatonales y aceras por parte de elementos de movilidad como patinetes, bicicletas y motocicletas de alquiler, que deambulan por donde les parece oportuno y sobre todo son abandonados, más que estacionados, y supone un grave riesgo, primero por la seguridad y, además, por otra parte la falta de accesibilidad que creíamos haber conseguido en cierta medida en las ciudades”. 

 

No es una protesta específica contra el ayuntamiento de Madrid, según afirma a su vez el presidente del CERMI Estatal, Luis Cayo Pérez Bueno: “Estamos en la capital del Estado y reclamamos que haya una regulación estatal, aquí miramos al Gobierno de España, al ministerio del Interior, que no deje al albur, al criterio de cada ayuntamiento si sí o si no, sino que haya una regulación mínima que diga que todos los elementos de movilidad tienen que estar fuera de las aceras, en la calzada, que para eso son vehículos; y las aceras dejarlas para los viandantes, que sea un lugar cómodo, seguro y donde no haya amenazas a la integridad y no nos haga tener miedo a salir a la calle”. 

 

Y eligen tal día como este, el Día Internacional de los Derechos Humanos, por una razón evidente, según explica Pérez Bueno: “Hemos querido pisar la calle y conectar un derecho humano esencial, que es la movilidad, la libre circulación, para la persona con discapacidad solo se puede realizar ese derecho si hay accesibilidad universal y diseño para todas las personas”. 

 

En este sentido, si se trata de reclamar un derecho antes las autoridades competentes, resulta crucial el papel del CERMI. Según Miguel Carballeda, presidente de la ONCE y de su fundación: “Estoy convencido de que la unidad del CERMI en todas las ciudades con problemas de este tipo va a ser imprescindible para defender de nuevo nuestros derechos. Habíamos conseguido muchas cosas, tratando de buscar una igualdad adecuada en las aceras para poder sentirnos peatones de primera y resulta que ahora es más fácil cruzar una calle con coches, tengamos o no semáforos acústicos, que poder disfrutar como ciudadano de las aceras. Y antes de que nos juguemos la vida, puesto que ya hemos tenido varios percances de nuestra gente, creo que tenemos que decirle a los ayuntamientos que sean conscientes de que las aceras son para los peatones y que ya basta”. 

 

 

La protesta fue respaldada por una nutrida representación del tejido asociativo de la discapacidad y por algunos representantes públicos, además de numerosos ciudadanos enojados y en lucha por sus derechos, que hicieron uso de globos aplaudidores y silbatos para contribuir al ambiente de reprobación y reivindicación. Además, se instalaron tres réplicas de gran tamaño de los patinetes para ilustrar el acto y algunas personas portaron carteles con advertencias del tipo: “Soy una persona sordociega. No oigo, no veo. Necesito seguridad al caminar por la acera”. O bien: “No atropelles nuestros derechos” y “Tu imprudencia es mi accidente”. 

 

Enrique Galván, director de Plena inclusión, calificaba el acto como una “reivindicación justa” ya que se trata de “generar los espacios de convivencia, para la vida independiente de todas las personas y eso significa que tengamos una ordenación suficientemente clara para que las personas con discapacidad tengan espacios libres, seguros, donde poder transitar sin peligro a ser atropellados o vivir con inseguridad sus traslados por un exceso del uso de medios de transporte que no tienen ninguna regulación y que se han demostrado que son peligrosos. Es un problema de la falta de conciencia de que las personas son lo primero, las personas y sus espacios donde vivir y relacionarse”. Entiende Galván, además, que a menudo “los criterios mercantilistas invaden todas las esferas de los derechos de las personas y espacios de convivencia y hay que hacer una llamada a la reflexión a la administración pública, los políticos, para que pongan a las personas, sus derechos y su calidad de vida por encima de otros intereses”. 

 

En ese mismo sentido, Álvaro Galán, trainer paralímpico, afirmaba “reivindicar el uso cívico de las aceras” e insistía en la necesidad de mayor civismo a la hora de depositar estos vehículos, “que no se dejen bicicletas y patinetes apoyados en los edificios o en medio de la acera, que haya un sitio para cada cosa”. 

 

También se acercaron hasta Cibeles, al pie del ayuntamiento de Madrid, Paco Vañó, y Borja Fanjul. “Venimos a hacer una llamada de concienciación de la problemática, para solidarizarnos y para poner sobre aviso a los ciudadanos que utilizan el patinete, que hay gente que va en silla de ruedas, que hay gente mayor, que hay gente que tiene dificultades de deambulación y que conviene tener precaución”, afirmaba Vañó. 

 

“No estamos en contra de los patinetes ni de la movilidad y la convivencia”, aseguraba Óscar Moral, pero tampoco se puede tolerar esta situación anárquica que, incluso, podría empeorar si no se regula de alguna manera este nuevo panorama urbano. Y es que, explicaba el presidente de CERMI Comunidad de Madrid: “Según reconoce el ayuntamiento, 14 empresas de estas características han pedido tener elementos de movilidad en la ciudad y queremos conocer ese dimensionamiento, dónde van a estar ubicados, en qué zonas y qué número de patinetes, y participar en ello para garantizar la accesibilidad y la seguridad de las personas con discapacidad, mayores, infancia y en general la ciudadanía”.

 

Y aunque la protesta concentrada en este punto neurálgico de la capital era enérgica y reivindicativa, los organizadores quisieron aportar una nota fantástica y al mismo tiempo dramática con una performance que emulaba a la película ‘Pesadilla antes de Navidad’. Varios actores se infiltraron entre los concentrados amenizando la protesta y en un momento dado los ‘encerraron’ a todos tras una cinta donde se leía ‘No pasar’. “Es la metáfora, el símil de que estamos impedidos de circular, con los patinetes y otras formas de movilidad anárquica”, explica el presidente del CERMI, que añade: “Los patinetes han sido la última pesadilla”. 

 

Según Luis Miguel López, secretario general de CERMI Madrid: “No podemos permitir que en un espacio que las personas con discapacidad habían conseguido, como es el espacio para deambular por las aceras, por nuestras calles, para ir a trabajar, a disfrutar del ocio, se nos quiera expulsar. Las personas con discapacidad, mayores y  otros colectivos están preocupados por el riesgo de sufrir un accidente grave. La solución pasa por sensibilizar a la ciudadanía, no se pueden poner en marcha este tipo de elementos sin antes educar a la ciudadanía que va a utilizarlos y formarles, incluso que tengan conocimiento de las vías por las que circular y las garantías de seguros, permisos, etc. y llegado el caso, si alguien no cumple con la norma, que haya un régimen de sanciones eficaz”.