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viernes, 30 de abril de 2021cermi.es semanal Nº 434

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Reportaje

Estudio 'Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020'

La violencia que no cesa

30/04/2021

Blanca Abella

De las 70 mujeres con discapacidad que han contado su experiencia sobre la violencia, cuatro de ellas afirman sentir un miedo constante en sus vidas, son siete las que han recibido patadas y diez un puñetazo. Son muchos más los detalles terroríficos que acompañan al estudio 'Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020', un trabajo que desvela sobre todo una realidad casi oculta, invisible, entre otras cosas porque muchas mujeres no son escuchadas, comprendidas o acompañadas, a veces ellas mismas no tienen conciencia del maltrato, o no saben dónde acudir, incluso porque los recursos no son accesibles o nadie cree en ellas.

Mujer que oculta su cara, en blanco y negro“Un puñetazo es obvio, porque deja marca, pero cuando es un abuso de otro tipo, que además se enmascara como una protección o preocupación por tu bienestar…”. Es lo que relata Belén Trianes tras escuchar algunos testimonios como trabajadora social y Coordinadora del Grupo de Trabajo de Mujer con Discapacidad de CERMI Extremadura. Fue quien se encargó en esta región del trabajo de campo para el estudio ‘Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020’
 
Es algo que ocurre a menudo, comenta, “algunas mujeres con las que hablé se mostraban convencidas de que eran unas privilegiadas porque la preocupación de su entorno era algo positivo, se decían, no solo no soy víctima de violencia, sino que además mi entorno me cuida y me protege”. Y pone como ejemplo el uso del móvil, cuando te lo controla otra persona y se justifica diciendo que no quiere que te engañen ni te tomen el pelo. 
 
Este trabajo de campo comenzó con una tarea en red, pues cada entidad de CERMI Extremadura se encargó de contactar con las mujeres con discapacidad que forman parte de su organización para solicitar su participación en el estudio. Finalmente, 70 mujeres valientes decidieron participar en este estudio, las que habían sufrido violencia y las que no. 
 
Eran entrevistas de 45 minutos, pero muchas se alargaron incluso hasta las tres horas. “Yo las dejaba hablar, y aunque era un cuestionario cerrado, muchas veces se salían del mismo y, en ese relato, a medida que iban contando detalles, se empezaban a dar cuenta de que alguna situación no era normal, efectivamente habían vivido momentos que vulneraban su derecho… Fue muy duro”, cuenta Belén Trianes. Esas mujeres habían pasado además por un confinamiento y las vivencias que escuchó en el trabajo de campo superaban cualquier ficción. El impacto psicológico acusado por esta experta durante el proceso ha dejado huella en ella, a pesar de que las entrevistas no pudieron realizarse de manera presencial: “Me encargué de hacerles las entrevistas en un periodo especialmente complicado porque si hubiera sido presencial tienes el lado humano, ves a la persona y se establece otro tipo de relación”. 
 
Aunque la entrevista era individual, es decir las mujeres debían acudir solas, algunas necesitaron la compañía de técnicos o representantes de sus entidades para sentirse menos vulnerable, pero otras no pudieron desprenderse de sus acompañantes, acudían con alguna persona de su entorno que siempre permanecía cerca, incluso en algunos casos pendientes de la conversación, vigilantes. 
 
“En el momento de terminar las entrevistas muchas de ellas manifestaban alivio y lo definían como algo terapéutico, algunas me dijeron que era muy duro, pero les parecía necesario porque si no esas situaciones permanecerían invisibles; aquellas que fueron conscientes de las situaciones vividas, se empoderaron, se dieron cuenta de que tenían que reaccionar de alguna manera y así no podían seguir”, explica la responsable de CERMI Extremadura. 
 

Recursos insuficientes 

 
Imagen de portada del estudio 'Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020'La trabajadora social de CERMI Extremadura insiste en algo que es prioritario, y es la dificultad de acceder a los recursos o servicios que existen para las mujeres que sufren violencia. “Algunas manifestaron que al ir a denunciar se encontraban con que no tenían credibilidad y se tomaban como veraces las declaraciones de la otra parte… los recursos están para todas, pero ellas no pueden acceder, no se siente incluidas en ese paraguas y por eso están desprotegidas, se sienten perdidas, desvalidas, vienen de una situación en la que emocionalmente están devastadas y enfrentarse solas a eso requiere de un empoderamiento casi sobrehumano”.
 
Todos los recursos e informaciones necesarios, sin ser excluyentes para las mujeres con discapacidad, no son incluyentes, según explica Belén Trianes, “porque no están enfocados o previstos para atender a mujeres especialmente vulnerables, que parten de una situación complicada, como es afrontar una discapacidad, y una sobreprotección mal entendida que se sigue dando, no tienen un apoyo, acompañamiento, alguien que las vaya guiando…”
 
Por eso es tan importante este trabajo, los datos y la realidad que refleja, porque servirá de fundamento para un trabajo posterior, y ya en marcha, como es “la creación de una figura de apoyo, o mediación, un profesional de referencia para todas las mujeres con discapacidad que estén sufriendo una situación de violencia, una persona en la que puedan confiar y les acompañe en todo el procedimiento y les explique las cosas, no sirven solo las aplicaciones o programas informáticos, porque son mujeres que necesitan humanidad, alguien con empatía que sin implicarse entienda su situación”, explica Trianes.
 
Alfonso Cortés, gerente de CERMI Extremadura, también insiste con vehemencia en la necesidad de trabajar en esta línea: “Nuestra ambición fundamental es que este estudio de violencia ayude a desplegar la figura del asistente personal, mediador, personal de apoyo, veremos qué nombre le damos y cómo lo negociamos con la administración, pero que esa figura exista, que se vea qué formación debe tener, cuándo debe actuar, que trabaje incluso concienciando al cuerpo judicial; una persona que ayude a estas mujeres con discapacidad ante la administración, los cuerpos judiciales, incluso la policía o guardia civil, pues a menudo el relato de ellas no es comprendido ni se tiene en cuenta, ni está adaptado... una figura que ayude a que el relato sea escuchado”.
 
La evidencia de la violencia, a menudo invisible, que han descubierto estas mujeres que participaron en el estudio, refuerza aún más la firma apuesta de CERMI Extremadura por empoderar a la mujer con discapacidad y hacerlas visibles y partícipes en sus propias vidas. “Las políticas relativas a mujer y discapacidad no están suficientemente visibilizadas y queremos revertir esto”, explica Alfonso Cortés. Una de las medidas primeras fue reforzar el grupo de trabajo que coordina Belén Trianes, otra de ellas, fundamental, “implicar a las administraciones y convencerlas de la necesidad de estos estudios e involucrarlas en esta lucha”, explica Cortés. Por eso, una vez terminado el estudio de violencia, “a la vez que lo presentábamos y dábamos a conocer los datos que ofrece, fuimos reivindicando la figura mediadora, asistente o ayudante, y estamos a la espera de sentarnos con la consejera de Igualdad para hablar de esa figura”. 
 

El miedo y el silencio

 
Presentación del estudio 'Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020'El estudio 'Situación de la violencia contra las mujeres con discapacidad en Extremadura 2020', elaborado por CERMI Extremadura y financiado por el Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEX) con cargo a los fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género de 2020, es el primero de estas características a nivel nacional que analiza la gravedad de la situación de las mujeres con discapacidad que sufren violencia.
 
Un total de 70 mujeres con discapacidad en Extremadura han participado en este trabajo que, entre otras conclusiones, recoge que el 68,6 % de ellas ha sufrido alguna vez en su vida situaciones de abuso y violencia, ya sea pasiva o activa; el 58,6 % de las mujeres encuestadas ha sufrido abuso emocional; el 10 % económico y también el 10 % abuso físico; el 32,9 % violencia física y el 22,9 % violencia sexual. Además, el 47,1 % ha sufrido abandono emocional y el 20 % abandono físico. 
 
A 15 mujeres, entre las encuestadas, las han abofeteado o tirado algo que pudiera hacerles daño; también son 15 las que declaran que las han empujado, agarrado o tirado del pelo; diez de ellas han recibido un puñetazo y siete han recibido patadas, han sido arrastradas o han recibido una paliza; a tres mujeres las han intentado asfixiar o quemar... Los agresores suelen pertenecer al entorno familiar (padre, pareja de la madre u otro hombre de la familia; y también algunas amistades y compañeros de clase o trabajo) y las mujeres, al menos cuatro de ellas, sienten un miedo constante en sus vidas.
 
Según el estudio, más del 50 por ciento de las mujeres con discapacidad que sufren violencia de género "nunca cuentan su situación a nadie", ni a los servicios de protección ni a su entorno más cercano.
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