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viernes, 26 de enero de 2018cermi.es semanal Nº 287

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Reportaje

Proyecto de orientación e intermediación laboral dirigido a personas con DCA

También empleo, la inclusión laboral en la discapacidad sobrevenida

26/01/2018

Blanca Abella

Existe una creencia generalizada, a modo de leyenda urbana, según la cual las personas con Daño Cerebral Adquirido (DCA) no quieren trabajar, o no pueden. Y al igual que esas leyendas, que carecen de fundamento y no tienen conexión con la realidad, las personas con DCA tienen su propia verdad, y es que “es muy raro que una persona con DCA te diga que no quiere trabajar”, según afirma Raquel Montes, responsable del programa de inclusión sociolaboral de Fedace. Lo cierto es que los problemas a los que se enfrentan estas personas a la hora de plantearse la opción laboral son, más que complicados, desconocidos y a menudo muy particulares, de ahí que sea necesario un abordaje individualizado.

Gráfico sobre las personas con Daño Cerebral Adquirido que buscan trabajoLas principales barreras detectadas para la vuelta al empleo de las personas con DCA son: la aceptación de la nueva situación, el ajuste de expectativas y la relación entre pensión percibida y sueldo al que se puede optar. Es por eso que el 72,64% de las personas con DCA tienen especial dificultad para volver a trabajar debido a su discapacidad y la primera consecuencia es que hasta el 59,10% de las personas con DCA en edad laboral, no trabajan ni buscan empleo.
 
En nuestro país viven 138.026 personas con DCA en edad laboral y una gran parte de ellas no ha recibido ninguna ayuda en su proceso de búsqueda de empleo. La alarma a menudo no procede de las mismas personas con DCA, sino de su entorno familiar, de las personas con las que conviven o de los centros a los que acuden con regularidad en su proceso de rehabilitación. Son ellos los que trasladan a las entidades del DCA la inquietud por esa inclusión en el empleo que, finalmente, favorece a su vez la necesaria inclusión social.
 
Por eso el Proyecto de orientación e intermediación laboral dirigido a personas con DCA de Fedace en realidad debería calificarse como sociolaboral, tal y como explica la experta, Raquel Montes, que asegura que “no es una intermediación laboral al uso porque es muy importante el factor social”. 
 

Heterogeneidad y código diagnóstico

 
“El colectivo es muy heterogéneo en sus características y en sus necesidades de inclusión”, asegura Raquel Montes. Con otras palabras expresa una idea similar Inmaculada Gómez, directora del Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral (Ceadac): “el daño cerebral adquirido no es una discapacidad al uso por la variedad y complejidad de sus consecuencias". Por lo tanto, en Fedace, entendiendo que “la variedad de secuelas en el DCA y su distinta gravedad dependiendo del caso, abre un abanico de perfiles de usuarios y necesidades que requieren un abordaje individualizado”, decidieron poner en marcha un nuevo proyecto.
 
Había mucho trabajo avanzado con otros programas o servicios y con otras discapacidades pero era necesario que fueran reinterpretadas y adaptadas al DCA y en abril de 2017 por fin se pone en marcha el proyecto piloto de Fedace, un proyecto único con el objetivo genérico de la inclusión sociolaboral de las personas con DCA.
 
Finalmente, se detallaron las cinco fases de las que se compone el protocolo de intervención en empleo, que serían:
 
  • 1. Derivación de la persona con daño cerebral al proyecto.
  • 2. Acogida y análisis de niveles de empleabilidad.
  • 3. Elaboración de un plan personalizado de empleo.
  • 4. Prospección de empresas y preparación laboral de las personas con daño cerebral.
  • 5. Incorporación al puesto de trabajo.
 
En la primera fase el trabajo se coordina con los centros de rehabilitación, especialmente, y con el servicio de atención a familias, del que proceden finalmente el 40% de los casos que han atendido en este proyecto. Y así lo explica la responsable del proyecto: “Se trabaja muchas veces en comunicación con la familia, porque a veces estas personas con DCA no tienen conciencia del propio déficit”.Ilustración de varias personas reunidas en torno a una mesa, a modo de taller de trabajo
 
Este primer paso quizás parezca sencillo pero puede ser el más importante y decisivo dada la dificultad que rodea a la persona con DCA y los servicios que necesitan en todo su proceso de inclusión. Para empezar, todo se complica por la ausencia de un ‘código diagnóstico’, como explica Raquel Montes: “Al no existir un código diagnóstico, no es fácil la canalización a un servicio específico y las personas con DCA acaban a menudo en recursos específicos para personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de ahí que gran parte de nuestro esfuerzo ha sido canalizar e informar de sistemas específicos de apoyo para este colectivo”.
El código diagnóstico es una de esas reclamaciones históricas del sector, como explica el presidente de Fedace, Luciano Fernández: “Reclamamos que se fije un criterio diagnóstico de DCA al alta hospitalaria, que sirva para prescribir y garantizar la rehabilitación funcional, cuando sea necesaria, en un marco de continuidad asistencial y con recursos especializados suficientes”. 
 
Y es que el DCA se caracteriza por causar discapacidad de forma repentina a más de 100.000 personas al año. Tras una lesión en el cerebro, como un ictus o un traumatismo craneoencefálico, las consecuencias pueden ser tan variadas como las propias funciones cerebrales, causando problemas físicos, cognitivos, en la comunicación, alteraciones sensoriales, emocionales y en la personalidad.
 
De ahí también que una de las ideas que manejan los responsables de este nuevo programa sociolaboral sea la de contactar con los centros base donde se certifica la discapacidad, para ofrecerles la información necesaria sobre este recurso y puedan trasladársela a las personas con DCA que identifiquen. 
 

Proceso de reajuste

 
En el segundo paso del programa de inclusión sociolaboral se trabaja la ‘Acogida y análisis de niveles de empleabilidad’. Como explica Raquel Montes: “Trabajamos el ajuste de las capacidades preservadas y el ajuste de expectativas ante el mercado laboral”. Y entre otras cosas, aunque parezca inaudito, es de vital importancia “quitar el miedo al nombre del DCA”. Cuando una persona con DCA se encuentra ante la pregunta sobre su discapacidad o sobre las adaptaciones que necesita, surge una enorme inquietud y a menudo no saben cómo contestar.
 
Arturo tiene 35 años y sufrió un daño cerebral hace cinco. Nos cuenta detalles de su vida en estos últimos años y entre risas explica cómo calificaba su DCA cuando alguien le preguntaba por la discapacidad: “Yo les decía que tenía el cerebro estropeado”. Risas. “Cuando se lo conté a Raquel se quedó horrorizada”. 
 
Y es por eso que en las primeras fases de este proyecto hay que dedicarse especialmente al propio conocimiento, “hay que perder el miedo a nombrar su discapacidad y que aprendan a decir que son personas con DCA que quieren trabajar y tienen competencias preservadas que quieren desarrollar”, explica Raquel Montes.gráfico sobre la actividad de las personas con Daño Cerebral Adquirido antes y después de la lesión
 
Así pues, el primer aprendizaje de Arturo fue asimilar cómo explicar el DCA: “Te hacen entender lo que te pasa y luego aprendes a comunicarlo tú a su vez. El primer problema es aceptar lo que tienes, yo no lo aceptaba, he intentado retomar mi trabajo donde lo había dejado y después de siete intentos, ya que gracias a que tengo un buen currículum encontraba trabajo enseguida aunque me costaba conservarlos, y de sufrir una gran frustración, empecé a hablar con Fedace y ellos me hicieron entender”. 
 
Es entonces cuando se atiende a su formación, a sus capacidades conservadas y otras características para elaborar un nuevo currículum, “hay que hacer ajustes importantes porque hay diferentes niveles de empleabilidad”, explica la responsable del programa. Y una vez que se han definido los objetivos y comprobado que la persona puede trabajar, se contacta con empresas o entidades en la fase ya propia de intermediación laboral. 
 
Según Raquel Montes, la empresa tampoco está formada y no sabe que las personas con DCA pueden trabajar y necesitan a menudo algunas adaptaciones, de ahí que sea importante también que las explicaciones que la propia persona con DCA ofrezca al futuro empleador sean auténticas porque como dice Arturo: “Hay que saber relatar el DCA en esas entrevistas, hacerles ver que no eres un bicho raro y que sobre todo no asocien el DCA con otros problemas porque hay mucha confusión, el DCA es el gran desconocido, a pesar de lo frecuente que es”. 
 
Una vez comprendida la propia discapacidad, asimilada la adecuada explicación a los demás y ajustados los objetivos de empleo, se pone en marcha el proceso de búsqueda. Arturo era un informático con grandes posibilidades en esa especialidad antes del DCA, pero ahora, por fin ha reconocido sus nuevas capacidades y las que ya no tiene y posee un currículum que le ofrece una nueva visión y distintas oportunidades: “Eché la vista atrás para observar todo lo que había aprendido y así recuperar ciertas habilidades que desarrollé en los trabajos, no relacionadas directamente con mi formación, y pude reconducir la búsqueda de empleo". Arturo destaca la importancia de los análisis que llevó a cabo para buscar nuevas fortalezas o capacidades, algo que finalmente "ha cambiado totalmente mi disposición en la búsqueda de empleo". Ya no se empeña en recuperar esa faceta de informático y explora otra relacionada con el inglés y su capacidad de interlocución y mediación. Sabe qué puede hacer y qué no puede hacer.
 
“Hay que hacer mucho seguimiento de asistencia, de pautar, sobre todo para que la persona no se desmoralice y continúe el itinerario”, explica Raquel Montes, que añade: “La metodología de trabajo en este colectivo debe estar centrada en la persona y por itinerarios y así facilitas incluso a la empresa la adaptación y el conocimiento por parte de la empresa de las posibilidades de ese trabajador”. 
 

Objetivo alcanzado

 
Jornada de inclusión sociolaboral y daño cerebral adquiridoTras apenas unos meses de pilotaje, gracias a este proyecto se ha logrado la inclusión laboral de 4 personas con DCA, todo un éxito, pero también se conseguido trabajar con unas 50 personas que han participado en este proyecto y que al menos han adquirido unas habilidades nuevas y necesarias para hacer frente al empleo. Ahora toca seguir avanzando: “Ya no es un programa piloto, se ha reactivado y ahora está tomando forma de itinerario personalizado para la inclusión sociolaboral de personas con DCA, vamos a hacer especial hincapié en elevar el nivel de empleabilidad y ajustar objetivos”, explica Raquel Montes.
 
Arturo, por su parte, conserva un gran recuerdo de su paso por este proyecto. Logró un empleo gracias al mismo y consiguió importantes momentos de feclidad en los talleres: “De lo que más contento estoy es que después de escuchar mi historia, otras personas con DCA han decidido hacer lo mismo y se animan, asumen sus nuevas capacidades y buscan otro tipo de empleo… es muy común y lo he visto en estos talleres, nos pasa a todos, queremos volver al punto donde lo dejamos, pero aprendemos que no tiene que ser así”.  
 
Pero todavía queda mucho por hacer ya que es necesario que las entidades se impliquen en este nuevo programa y que se divulgue este trabajo, hay que dar a conocer las posibilidades reales que tienen las personas con DCA y para eso hay que llegar a todos los rincones: asociaciones, centros de rehabilitación, centros base de certificación de discapacidad, familias…
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