Reportaje
De mal en peor, el impacto de la pandemia en el empleo de personas con discapacidad
25/09/2020
Rafael Olea
Las consecuencias de la pandemia han generado un sombrío impacto en uno de los colectivos con peor tasa de empleabilidad: las personas con discapacidad. Los datos son demoledores, pues un 12% de ellas ha perdido su empleo a consecuencia de la pandemia, mientras que tres de cada cinco (60%) temen perderlo próximamente, según se desprende de un estudio realizado por el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de la Fundación ONCE (Odismet).
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“Dada la situación actual, nos pareció necesario realizar una radiografía sobre los efectos y consecuencias de la Covid-19 entre las personas con discapacidad. Se hace imprescindible saber cómo les ha afectado el coronavirus y, sobre todo, de qué manera va a repercutir en su incorporación o mantenimiento en un mercado laboral castigado y arrastrado por la crisis sanitaria. Además, hay una particularidad: ya estaban en desventaja antes de que el virus trastocara el mundo”, precisó la secretaria general de
Inserta Empleo, Virginia Carcedo.
Si antes del coronavirus, solo una de cada cuatro personas tenía empleo y había una diferencia de más de 40 puntos porcentuales en la tasa de empleabilidad entre personas con discapacidad (25,5%) con respecto a la población en general (65,9%), todo parece indicar que esta brecha está aumentando significativamente a consecuencia de la pandemia.
Además, los datos del estudio de Odismet (realizado sobre 1.460 respuestas lo que le confiere un margen de error del 2,5%) reflejan que el 12% (aproximadamente una de cada ocho) personas con discapacidad ha perdido su empleo a consecuencia de la pandemia.
Más erte y menos prestaciones
Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) también ha tenido un impacto significativo sobre las personas con discapacidad, puesto que más de un tercio (el 37%) ha sido incluido en ellos dentro de sus diferentes variantes: reducción total o parcial de la jornada laboral.
Además, un importante aspecto que refleja el estudio de Odismet es la enorme diferencia del impacto de los ERTE entre las personas con discapacidad (que afectan al 37% de ellas) con respecto a la población en general (porcentaje que desciende al 3,1%). Una diferencia de 33,9 puntos porcentuales.
Ante la falta de empleo y las reducciones de los ingresos por trabajo, las prestaciones sociales se han constituido como una necesidad para mantener los ingresos en esta época de crisis causada por la pandemia. Sin embargo, el estudio evidencia que un 37% de las personas con discapacidad no reciben ninguna prestación. Esta falta de ingresos se agrava especialmente en el caso de las mujeres con discapacidad (44%) y los jóvenes (56%), dos de los sectores tradicionalmente más afectados por el desempleo y la falta de oportunidades.
Malos tiempos
Con este panorama en el que redoblan los ‘malos tiempos para la lírica’, que cantaba Golpes Bajos, el futuro no se presagia nada optimista, al menos sociolaboralmente. Prueba de ello es que tres de cada cinco (60%) personas con discapacidad creen que tardaremos más de un año en volver a la normalidad. Además, casi la mitad de ellas (47%) reiteran que “les resultará muy complejo encontrar un empleo” cuando, tras la pandemia, comience la ansiada reconstrucción.
Es más, la pérdida de trabajo e ingresos por la pandemia provocan a las personas con discapacidad el temor de no poder pagar sus hipotecas o créditos (algo que alarma al 22% de los encuestados), no abonar los suministros básicos (el 10%), privarse de actividades de ocio y servicios (el 24%) o tener que vender bienes o propiedades (el 5%).
Además, es pavoroso que el 12% de las personas con discapacidad temen un apesadumbrado futuro en el que no poder, ni siquiera, comprar alimentos a consecuencia de la crisis originada tras el Covid-19.
El vicepresidente ejecutivo de
Fundación ONCE, Alberto Durán, lamentó, al conocer estos datos, que las personas con discapacidad sean “las últimas en acceder al ejercicio de muchos de sus derechos básicos” pero también “las primeras en verse expulsadas cuando se producen situaciones de crisis e incertidumbre”. Asimismo, admitió la urgencia de “actuar” para garantizar los derechos de las personas con discapacidad y “alertar sobre su situación”.
El presidente del
CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno, añadió que este estudio ha “levantado acta y atestado de qué ha ocurrido con las personas con discapacidad durante la pandemia” y ofrece una “imagen sombría” pero también “amplia, fiel y actualizada de lo que la pandemia ha provocado a las personas con discapacidad” y de una realidad “nada halagüeña, pero que tenemos que encarar necesariamente con toda su crudeza”.
Por su parte, Carcedo puntualizó la necesidad de “hacer que las personas con discapacidad no sean las últimas, sino que estén en la puerta de salida de todos los derechos y de todas las decisiones que se tomen a partir de ahora”.
Analizadas ocho variables
Carcedo explicó que “el informe ha analizado el impacto de la pandemia sobre ocho variables: hogar y confinamiento, consecuencias físicas y psicológicas sobre la salud, atención médica, actividades para prevenir el contagio, empleo, actividades para sobrellevar la cuarentena, medidas de protección social, y perspectivas de futuro y sugerencias”.
El
informe no solo desvela un panorama sombrío en relación al empleo, sino también en la incidencia de la enfermedad causada por la pandemia, puesto que una de cada veinte personas con discapacidad (el 5%) se ha infectado con el Covid-19. Además, un 8% adicional lo desconoce al no haberse podido realizar test.
“La pandemia ha tenido gran incidencia en las personas con discapacidad. El motivo es debido a que muchas de ellas, a consecuencia de una menor renta, viven en pisos más pequeños y acompañados de más personas", explicó el coator del estudio y coordinador de Odismet, Luis Enrique Quífez.
El estudio de Odismet desvela también que el 36% de las viviendas de las personas con discapacidad viven en menos de 75 metros, en las que suele haber una media de 3,1 personas por hogar. Además, el 13% tienen unos ingresos inferiores a los 500 euros mensuales.
El confinamiento, la enfermedad y la crisis económica también están incidiendo en la salud de las personas con discapacidad. El 34% de ellas asegura que ha empeorado su salud física, el 50% su salud psíquica e, incluso, un 34% ha consumido ansiolíticos y/o antidepresivos durante el confinamiento. De hecho, se han incrementado emociones negativas como tristeza, aburrimiento, miedo, baja autoestima, soledad. Son otros daños colaterales causados por el coronavirus.
Formación en el confinamiento
Con el desalentador panorama laboral previamente descrito, gran parte de las personas con discapacidad no han perdido el tiempo y han tratado de adaptarse a la situación. En este sentido, el informe de Odismet refleja que “la formación emerge como herramienta relevante para afrontar el complejo futuro socioeconómico al que nos ha abocado la Covid”, tal y como valoran el 79% de los encuestados. De hecho, uno de cada tres (el 28%) afirma estar invirtiendo su tiempo de confinamiento en actividades de formación.
Para ayudar a las personas con discapacidad a formarse y encontrar un empleo, Inserta Empleo, a través del portal
Por Talento y de
manera telefónica, ha seguido prestando servicio a empresas y usuarios. De hecho,
ha atendido a cerca de 7.000 personas con discapacidad desde el confinamiento. Además, desarrolló el Plan ‘#QuédateEnCasa’, que consiste en una serie de cursos, cofinanciados por el Fondo Social Europeo, que permiten mejorar conocimientos en materias importantes para encontrar empleo (habilidades para la inserción en el empleo), idiomas (inglés, alemán, francés, euskera, catalán, gallego, portugués y chino) y herramientas tecnológicas, como los programas Office de Microsoft.
Reacción del CERMI
El presidente del
CERMI destacó que los datos del estudio “ayudarán a orientar, adecuar y formular mejores políticas, estrategias público privadas, sociales, cívicas, empresariales y de las administraciones para ir atenuando el impacto desmedido que la pandemia ha tenido en las personas con discapacidad”.
“Ahora es la hora de la respuesta pública y el sector de la discapacidad ha hecho sus deberes desde el primer momento y ha planteado cuáles son sus necesidades”, indicó, convencido de que, “solo sobre unas bases sociales, sobre unos cimientos firmes, sólidos, que tienen que ver en una clave social e inclusiva podremos afrontar el enorme reto y desafío de la reconstrucción”, precisó Luis Cayo Pérez Bueno.