
"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
Conferencia de Mujer
Por el principio de equidad
Ana Peláez Narváez, Comisionada de Género del CERMI
05/07/2012
Reposada ya la emoción de los primeros días y recuperado el ánimo para seguir adelante, creo que es momento para detenernos TODOS, aunque sólo sea unos instantes, para pensar en las lecciones aprendidas de este importante esfuerzo colectivo, surgidas de una conferencia que buscaba plantear los retos para las mujeres con discapacidad en el nuevo milenio. Para ello, trabajamos intensamente para definir con precisión un programa que mostrara y convenciera de que los asuntos olvidados desde siempre de mujeres y niñas con discapacidad tenían que tener en su tratamiento y consideración, al menos, la misma importancia que tradicionalmente tienen otros temas en la Agenda Política de la Discapacidad, ofreciendo contribuciones realizadas por el ámbito académico, por las administraciones públicas y por la sociedad civil; aderezado, todo ello, con los testimonios directos de mujeres con diferentes discapacidades. Un programa, en suma, en el que hemos trabajado durante algo más de un año, interlocutando con más de un centenar de personas de todas las partes del mundo para conseguir la mejor propuesta y los mejores resultados.
Pero creo, sinceramente, que también hemos buscado algo más que abordar los asuntos importantes que afectan y preocupan a las mujeres con discapacidad. Por primera vez, el CERMI ha salido a la calle para expresar nuestra más rotunda condena a una discriminación flagrante de derechos humanos, como es la esterilización forzosa o el aborto coercitivo; por primera vez, le hemos dado la palabra a una niña con discapacidad, y, también por primera vez, mujeres con discapacidad intelectual o psicosocial han hablado por ellas mismas. Complementariamente, hemos presentado un manual para ofrecer asesoramiento para la incorporación del género en las políticas de discapacidad, además de haber podido contar con el apoyo de la comunidad internacional para asegurar la participación de otras mujeres con discapacidad del mundo. En suma, cuestiones todas ellas de la suficiente trascendencia política y de justicia social, como para haber formado parte de las agendas de trabajo de esos días de líderes y lideresas de nuestro movimiento global, en donde han sido LOS GRANDES AUSENTES.
Porque, ¿no hay, acaso, motivos para PREOCUPARNOS de que el 75% de las mujeres con discapacidad a nivel mundial y hasta el 100% en algunos países de renta baja están excluidas de la fuerza de trabajo, aunque la mayoría contribuyen al trabajo familiar cocinando, limpiando, y cuidando de sus hijos y familiares?; ¿no tendríamos que estar PREOCUPADOS de que, como informa el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la tasa de alfabetización de las mujeres y niñas con discapacidad sea del 1%?; ¿no tendríamos que sentirnos CONCERNIDOS por el hecho de que La discapacidad produzca un mayor riesgo de violencia y abuso?, ¿de que CONSINTAMOS la mutilación de los derechos de las mujeres con discapacidad por un ligamento de trompas?...
Y es que, en el fondo, El Género sólo forma parte de algunos principios estatutarios de nuestro movimiento, aunque sin base real de aplicación; el género sólo está considerado en los discursos más políticamente correctos y en los programas de trabajo de las comisiones más desahogadas de nuestras organizaciones. Sin embargo, dista todavía mucho de considerarlo herramienta fundamental para comprender los aspectos culturales que explican las diferencias y la situación de desigualdad, de discriminación y la falta de derechos en que tradicionalmente ha vivido la mujer; más aún, de la mujer con discapacidad.
Por eso, resulta esencial, fundamental, inaplazable que LUCHEMOS por incorporar el principio de equidad dentro de todas nuestras organizaciones, exigiendo otorgar a hombres y mujeres igualdad de oportunidades y de trato, impulsando acciones estratégicas y operativas de forma transversal orientadas a transformar las políticas y prácticas que generan discriminación en los diferentes ámbitos de la vida y, CONCEDIENDO a los asuntos de mujeres con discapacidad la importancia en la agenda política que nos merecemos.
Creo que ésta es la principal lección que deberíamos aprender TODOS y TODAS.