
"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Cuarto de invitados
Carlinhos Brown, músico
“Necesitamos un guía, no un guión”
Por Esther Peñas
02/09/2016
La sonrisa siempre al quite y la mirada campante. Considerado con el otro, risueño, conversa despacio pero con entusiasmo. De música, también de solidaridad. De cualquier cosa. Antônio Carlos Santos de Freitas (Salvador de Bahía, 1962). Es decir, Carlinhos Brown, en honor de Henry ‘Box’ Brown, un esclavo afroamericano.
No es la primera vez que está en España, ¿qué es lo que más le gusta de nuestro país?
La gente, cómo es de cercana. Siempre digo que en España no tengo público, tengo una familia. Nunca olvido que soy un artista mundialmente reconocido gracias al reconocimiento primero que me ofreció España, que fue quien me impulsó. Cuando empecé, en Brasil sufrí un exilio cultural, nadie en mi país comprendía mis labores sociales; hoy, gracias a Dios, todos lo comprenden, ya llevamos tiempo viviendo un momento muy especial en mi país, sobre todo con los niños. Además, llevo participando seis temporadas en un programa de máxima audiencia, ‘La voz Brasil’ y ‘La voz Brasil kids’.
¿Y qué tipo de música le gusta de España?
Conozco de la profunda música española, el Pescadilla, Camarón de la Isla, Paco de Lucía… y, claro, hago en mi música un desarrollo incesante e infinito de la rumba. La rumba está anclada en la tradición musical del Pacífico, el Caribe sigue aglutinando mezcolanzas que permiten inspirarse para seguir creando novedades rítmicas, pero la clave está en la rumba. Soy percusionista, y la defiendo. ¡Viva España!
Su música está cargada siempre de energía, de luminosidad, de alegría, ¿se siente un hombre afortunado?
Sí, muchísimo, porque las condiciones de vida que tenía cuando niño no me permitían ni imaginar un futuro como el que tuve. Cuando era niño siempre tenía miedo de que llegase la policía para arrestarme, mis amigos estaban fuera de la ley, y pensaba que podía morir por el simple hecho de ir con ellos, aunque yo nunca me involucraba en robos ni nada que fuera delito. Tenía mucho amigos que robaban y no podía rechazarlos por eso, eso me ponía en situaciones de peligro; de hecho, muchos de ellos murieron y yo estoy aquí haciendo música, pero soy consciente de que ellos también fueron ángeles que me enseñaron a no seguir ese camino y buscar una forma distinta, a encontrar un camino para la belleza y la alegría, a pesar de las dificultades del mundo.
¿De qué depende que uno escoja el buen o el mal camino?
Es decir, cualquiera puede reformarse…
Sí, hay que rezar para que las energías positivas del mundo neutralicen la cantidad de problemas que estamos teniendo. Lo importante es sentir que el hombre que pasa a tu lado por la calle, el que vive en la casa de al lado, cualquier hombre es tu semejante, no hay que sentirlo como enemigo. Esto tiene verdadera importancia, porque sus dolores son mis dolores, su hambre es mi hambre. Esto sucede desde lo individual, pero también como colectividad, cada pueblo, cada ciudad, ha de ayudar a quienes están en sufrimiento, los africanos, las personas desplazadas, las personas que viven en países en guerra… hay mucha gente que cree que todo se arregla con dinero, pero gran parte de esa gente que sufre lo que necesita es un abrazo, una palabra, una atención. Una palabra buena puede evitar la guerra.
¿En qué ha cambiado su barrio, Candeal, desde que decidió trabajar en él?
Ha cambiado a muchos seres humanos, eso es la mejor de las cosas. En Candeal ahora tenemos todo lo que hemos soñado, todo se concretó, las escuelas, las casas… hay dos mil alumnos en clase. Incluso el ministro de Exteriores español, García Margallo, lo visitó, siendo testigo importante para que los españoles sepan de qué modo su colaboración está funcionando.
Erradicar la pobreza en las favelas de Brasil, ¿es cuestión de voluntad política, económica, de compromiso social..?
Todos los ciudadanos estamos involucrados, los políticos a su manera también, pero ellos tienen inseguridad, falta de diálogo. Lo que parece malo, en realidad esconde miedo; trato, con mi música, que la gente no tenga miedo, que se olvide de él, porque las armas no sólo son armas de fuego, el miedo es un arma también. Sabemos que hay una parte del mundo que se muere, y no podemos permanecer ajenos a ella. No hay que perder de vista el camino de Dios.
Pero Dios ya no tiene crédito en nuestras sociedades…
Como el compositor brasileño Hermeto Pascoal, usted convierte en instrumentos musicales objetos cotidianos, ¿la música está en cualquier parte?
Todo lo que vive tiene son, ritmo, guarda música en su interior, si los oídos están atentos, si perseveran en las cosas, escucharán la música de las cosas. Un plato y una cuchara, por ejemplo. Cualquier cosa puede provocar una música para la alegría porque todo sonido es convocatorio.
Le pondré en un aprieto. Quédese con alguno de estos nombres: Caetano Veloso, Gal Costa, María Bethania, Djavan, Gilberto Gil.
Es imposible escoger, todos están dentro de mí, los serví a todos, compuse para Caetano, Bethania, Costa… con Djavan vine por primera vez a España, a Sevilla, me encanta Sevilla, cualquier persona allí es amable, profesional, y ¡tienen una comida deliciosa! La verdad es que aprendí muchísimas cosas, y descubrí que hasta la mejor comida Tailandesa se come en España… creo que cocinan tan bien los españoles por su alegría, están siempre motivados para la vida, son los mejores del mundo…