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Reseña
La llama es bella. Antología de escritos, de Antonio de Hoyos y Vinent (Cinca) Edición de Julio Monteverde
Antonio de Hoyos y Vinent. Ocultación y desvelamiento
Por Juan Jiménez García
05/10/2020
Emilia Pardo Bazán fue su madrina literaria. A los dieciséis años escribe su primera novela, Cuestión de ambiente, incluida en esta antología, y ella lo prologará elogiosamente. Con esa edad escribe de lo que ve, y lo que ve son los ambientes aristocráticos en los que se ha criado. Pero su descripción está lejos de ser complaciente y aunque aún no le ha dado por el humor feroz de estar a la vuelta de tantas cosas, no deja de lanzar piedras y pedruscos contra su propio tejado, un tejado que no le convence y del que será una oveja negra más, que es nuestra manera de decir enfant terrible. El caso es que él no había elegido ser aristócrata pero a partir de esto, vendrá todo lo demás. También en literatura. Podemos decir que Cuestión de ambiente ya contiene alguna pincelada sobre lo que quiere, pero le faltaban las maneras. Su obra será más que extensa (más aún si pensamos que su vida no lo fue especialmente) y exitosa. Pero ya con el veneno decadente corriendo por sus venas y saliendo a borbotones en su escritura.
Eso lo encontramos en El caso clínico, muy posterior y, por tanto, mucho más vivida. Un sanatorio para locos, un médico que va ya hacia la jubilación, su joven hija, su joven pupilo,… Todas las muestras de cariño, todos los afectos, no tardarán en desmoronarse por una delirante casualidad. La hija, aficionada a las escapadas nocturnas por aquello de ver mundo y porque por su sangre y cabeza corren las más oscuras intenciones, presencia la discusión acalorada de una puta con su chulo, acabando de la manera más orgánica ella misma de prostituta. Pero esto no es más que el principio de la caída (o del ascenso) y las puertas del infierno se abren en el paraíso, con la salvedad de que no entra nadie, porque ya estaban todos dentro.
Los relatos seleccionados por Julio Monteverde siguen la línea de esta última novela corta. La visión de la aristocracia y el mundo en general ya no es la de un adolescente puñetero con ganas de tocar las narices, si no la de un decadentista que ha corrido mundo y que se instala en la corriente literaria, de Jean Lorrain o Joris-Karl Huysmans, sin que renuncie a nada. Incluyendo el humor, que surge aquí y allá en algunas descripciones de ambiente memorables. La prostituta de Una hora de amor o esa reunión de espíritus libres de La última encarnación de Hermafrodita, invitados por Paca Campanada, que bien podría haber firmado Quevedo, porque el hambre es la misma de su Buscón, la misma de varias generaciones de españoles.
Tras su narrativa, su teatro. La plataforma de la risa, comedia en tres actos, es un fresco social de clase altísima venida a menos. Pero que nadie sufra. Habrá final feliz, aunque por el camino el ahora dramaturgo no deje de lanzar botellas al mar, como aquella de un jovencito bien trapicheando con el tráfico de drogas. El fresco de personajes es variado (entonces había dinero para subir a más de dos o tres personas a escena, al parecer) y de nuevo Hoyos y Vinent echa mano de lo nacido y de lo encontrado a posteriori. Aquí lo decadente es la sociedad, aunque, como decía, estamos en una comedia de vueltas y revueltas para llegar a un esperado final feliz, es decir, una boda entre gente honesta y el susto de poder haber acabado menos rica de lo que a una le corresponde. En todo caso, una nueva demostración de la habilidad del escritor para moverse en distintas aguas y dejarse llevar por variadas corrientes.
Dicho lo cual, llegamos a la parte del sindicalista, la del anarquista, que fue, a la postre, la que le llevó a la perdición. Es decir, cárcel y muerte. Porque no olvidemos que murió en 1940 en la cárcel de Porlier en un estado de abandono, tanto físico como de los demás. Allí llevaba desde el final de la guerra, la Civil, y allí acabó su obra (porque no fue una obra menor su propia vida) que había empezado cincuenta y seis años antes. Textos que como El porqué de mi sindicalismo o Incomprensión, sobre la Guerra Civil. Pero sobre todo ello me remito al extenso y revelador prólogo de Julio Monteverde, que no solo aporta orden en la biografía y las distintas vidas de Antonio de Hoyos y Vinent sino que nos va iluminando las zonas más o menos oscuras de un hombre libre que, además, pretendió esa libertad para los demás, con el riesgo de perderlo todo, como ocurrió. Como el propio Julio titula a una de las partes de este estudio introductorio, la ocultación y el desvelamiento.
Fuente: Détour, pensada y hecha a mano (http://diarios.detour.es/)