Basta echar la vista atrás para darse cuenta del importante impacto que la publicación de la Ley de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal (LIONDAU) ha tenido en la calidad de vida de las personas con discapacidad, a pesar de sus a veces lentos, otras trastabillados, desarrollo normativo y aplicación. Un impacto al que contribuye en 2006 la aprobación, por parte de las Naciones Unidas, de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

 

Es el de “accesibilidad cognitiva” un término de reciente creación, resultado de diferentes ensayos que trataban de poner en marcha soluciones que solventaran las barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y/o aquellas con dificultades cognitivas. 

 

En este germinar de soluciones e iniciativas, desde FEAPS y sus organizaciones se apuesta, en primer lugar, por la participación, con los apoyos que requieran, de las propias personas con discapacidad para el diseño, desarrollo y evaluación de las soluciones propuestas. El fin último de esta participación es convertirse en garantía de calidad, para que las iniciativas y soluciones respondan a las necesidades reales de las personas.

 

Hablar de participación de las personas con discapacidad implica tener en cuenta las experiencias previas, el conocimiento acumulado y desarrollado por organizaciones, sean del tipo que sean, que en algún momento hayan puesto sus ojos en las personas con discapacidad intelectual y hayan aplicado alguna solución ante alguna barrera concreta. Su experiencia ha de ser vital en la identificación de aquellos aspectos que puedan regular una futura normativa.

 

Otro elemento que será de gran ayuda al identificar los puntos críticos y barreras a abordar será pensar en procesos, pues analizando las rutinas y comportamientos habituales que realizamos las personas ante diferentes situaciones, podremos asegurar, también desde el punto de vista cognitivo, que no se rompe la cadena de la accesibilidad. 

 

No podremos estar satisfechos si no ofrecemos las herramientas necesarias a las personas que se encuentran en atención al público para su relación con la persona con discapacidad intelectual o del desarrollo, con el fin de contribuir así a la construcción de una sociedad más inclusiva, más tolerante, que acepta y encuentra valor en la diferencia. Al mismo tiempo, habremos de fomentar el enriquecimiento de las experiencias vitales de la persona con discapacidad, a través del diseño de procesos de aprendizaje inclusivo y participativo, que abran su abanico de oportunidades y relaciones sociales.

 

El desarrollo normativo de la accesibilidad cognitiva pondrá, sin duda, a ésta en el punto de mira del diseño universal y, de alguna forma, obligará o sensibilizará a los profesionales de todo ámbito a poner en marcha soluciones que eliminen las barreras relacionadas con lo cognitivo que es en definitiva aquello relacionado con el procesamiento de la información, con la interacción con los demás y con la participación en el entorno.

 

Diseñar entornos comprensibles contribuye a que las personas con discapacidad intelectual vivan mejor. Contribuirá a que las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo se enfrenten a menos situaciones de estrés (por desconocimiento o falta de control de la situación), se sientan más seguras, se puedan desplazar con mayor facilidad, comprendan mejor la información y puedan confiar más en sí mismas, y potenciar su autonomía y determinación.